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“Los trabajos del futuro tienen que ver con la ciencia y las mujeres no estamos”

Las participantes en el encuentro sobre liderazgo femenino en la ciencia organizado por la UV

Laura Martínez

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El número de científicas en España aumenta cada año, pero lo hace de manera desigual: si la carrera universitaria lleva el nombre de ingeniería, se reduce el número de mujeres. Si se sube en la escala académica, las mujeres se quedan por el camino. Pelean entre el techo de cristal y el suelo pegajoso.

En un encuentro organizado por la cátedra Devstat de la Universitat de València, científicas de distintos ámbitos han dialogado sobre el liderazgo femenino en proyectos de investigación, buscando animar a sus compañeras a participar. Con niveles de experiencia y edades diferentes, las experiencias de las seis mujeres han encontrado puntos en común: la maternidad es una dificultad añadida en la carrera científica y es complicado encontrar referentes femeninos incluso en currículo académico de la Universidad. Pero hay salida.

Las investigadoras avalan con estadísticas sus valoraciones. Según el Ministerio de Educación, el 55% del alumnado universitario son mujeres y se gradúan en mayor porcentaje que los hombres; un 65% frente a un 35%. A medida que se suben los escalones, las mujeres se quedan por el camino: sólo un 20% de catedráticos son mujeres y sólo un 8% de rectoras. En las ingenierías y arquitectura uno de cada cinco alumnos es una mujer, mientras que en informática sólo un 12%. “Ojo, que aquí está el futuro y nos lo vamos a perder”, señala Pilar Martínez Guzmán, catedrática de Economía.

Los obstáculos son muchos y no igual de perceptibles según el ámbito. Marina Vila, biotecnóloga recién graduada, explica su paso por los laboratorios de prácticas: “No he notado una barrera directa, pero el ambiente del grupo no es el más adecuado. En el trabajo estás bien, pero en espacios de relajación, como la comida o el almuerzo escuchas comentarios que te ponen en un compromiso”, explica, citando valoraciones físicas de profesores respecto a las alumnas. Vila, la más joven del grupo, destaca que ver mujeres en altos cargos genera más confianza en las investigadoras principiantes.

El gran tema, al margen del sexismo cotidiano -que las investigadoras parecen tener superado- es la maternidad. Las expertas coinciden en que es una de las barreras más difíciles de superar. “Llega un momento en el que tienes que decidir si tirar hacia adelante con la investigación o ser madre. Un hombre en su carrera no se lo plantea, el desarrollo profesional es diferente”, considera Ana Cervera, miembro del circuito de Laboratorios Neuronales de la UV. “Hay que ver la maternidad como algo natural y darle valor a los cuidados. Si tuviera valor, los hombres estarían allí”, propone la doctora.

Deborah Burks, directora del centro de Investigación Príncipe Felipe, reclama más presupuesto para que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los compañeros varones. “Sin presupuesto es difícil conciliar”, apunta. En Estados Unidos, explica la investigadora, “no está bien hacer bromas sexistas” y considera que “en España queda mucho por hacer” en ese sentido. No obstante, la doctora apunta a que en España las mujeres tienen más oportunidades de acceder a una carrera científica, dado que el sistema de enseñanza es público.

Según la catedrática de Economía Pilar Martín-Guzmán, la situación ha cambiado mucho desde que ella se licenciara, a mediados de los sesenta. Un salto del que se ha valido la también expresidenta del INE para reflexionar: “En mi época las mujeres no podíamos optar a las oposiciones de los cuerpos facultativos del Estado. Cuando me casé, necesitaba el permiso de mi marido para trabajar. Tenemos que recordar de dónde venimos y lo rápido que va. Ahora tenemos una generación de mujeres que pueden llegar a donde quieren y desde niñas saben que pueden hacerlo”. No obstante, matizaba a posteriori: “Las jóvenes de hoy van a tener más ventajas que nosotras, tienen las puertas abiertas. Pero veo un peligro: tienen un espíritu más gregario; sólo se sienten seguros si están en un grupo, no se premia la excelencia y la investigación tiene que salir de la excelencia”.

Aunque las investigadoras consideran que aún es complicado liderar proyectos científicos, las expertas plantean experimentar con diferentes actitudes alejadas de los roles masculinos.“Siempre estamos juzgadas. Mi modelo de liderazgo es como el de ser mujer: no me pongo a la cabeza de la mesa, me pongo al lado de mis compañeros; es un modelo de acompañar, no de arrastrar”. “Nunca hay que entrar dando golpes en la mesa”, añade Martín-Guzmán. La catedrática ha emitido un alegato en favor de los compañeros que trabajaron por la igualdad: “Cuando eres la primera mujer en entrar en un club, entras porque hay apoyo de hombres. Aunque hay muchos machistas hay muchas buenas personas que te apoyan”.

Considera la expresidenta del INE, apelando a las mujeres que, “en buena medida, el techo de cristal nos lo montamos las mujeres por dejarnos llevar por los estereotipos: querer tener un tipazo impresionante, no perderse una reunión del colegio, trabajar duro... y llegar a casa y hacer una cena 10”.

“Las mujeres nos boicoteamos en el camino de ascenso”

El foco de la jornada se centró más en lo que pueden hacer las mujeres que en los problemas con los que conviven. Durante la segunda parte del coloquio, dos investigadoras presentaban un proyecto pionero en España que pretende, utilizando el coaching, fomentar el desarrollo de las capacidades de liderazgo femenino de grupos de investigación.

El proyecto es obra de Luisa Bravo, investigadora en Matemáticas y coach empresarial y científica, y Juana Aznar, directora del centro de investigación de estudios de género de la Universidad Miguel Hernández. Ambas coinciden en que “los trabajos del futuro tienen que ver con la ciencia y las mujeres no estamos” en ellos.

La primera brecha, apunta Aznar, viene en la elección de los estudios y de la carrera científica. Las elecciones, las dificultades, “vienen derivadas de los estereotipos. La responsabilidad de los cuidados tiene que ver con que las mujeres han aprendido a ser madres”. “Viene de la concepción cultural de lo correcto y lo incorrecto”, añade Bravo sobre la corresponsabilidad. “Las mujeres nos boicoteamos en el camino al ascenso. No solo son las presiones de fuera, sino las que nosotras nos ponemos”, incide la matemática.

La conciliación para una mujer trabajadora es tarea complicada, teniendo en cuenta las jornadas laborales. “Tiene que ver con la gestión del tiempo, hay que aprender”, considera Bravo, quién trabaja estos aspectos y reclama unos horarios que permitan compaginar la vida laboral con la personal y familiar. “Hay que dejar de demostrar que una mujer vale para todo. El nivel de exigencia limita y coacciona la trayectoria laboral”, valora Aznar.

Entre las medidas para visibilizar las aportaciones femeninas a la ciencia, la directora de estudios de Género explica que desde hace unos años se solicita que se citen los estudios con el nombre de pilar del investigador, ya que muchas investigadoras en equipos quedan eclipsadas por el hombre que las dirige. Ambas reclaman la incorporación de cuotas de género en el liderazgo científico como medida necesaria para presionar a la sociedad, “aunque lo deseable es que desaparezca”, matiza Bravo. “Una cuota es un porcentaje. Hasta hace poco, casi el 100% eran hombres. Nadie ha pensado nunca que ese 100% de hombres era una cuota”, sentencia Aznar.

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