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‘Frontera’, la película que rescata la historia de los judíos que huían a España de la Francia ocupada por los nazis

Miki Esparbé es el protagonista de 'Frontera'

Javier Zurro

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Quedan muchos resquicios de la historia española por contar. Por mucho que diga el falso tópico, la Guerra Civil y la posguerra española siguen siendo atípicos en la ficción, sobre todo en el cine. Mientras que otros conflictos como la Segunda Guerra Mundial se abordan desde múltiples ángulos, encontrando nuevos enfoques y vínculos con el presente (el éxito en la taquilla de Nuremberg lo certifica), hacia esos años de la historia española sigue costando mirar. 

La directora Judith Colell, presidenta de la Academia de Cine Catalán y autora de obras como Elisa K ha decidido contar una de esas historias que estaban olvidadas en Frontera, que ya se encuentra en las salas de cine. La de muchos judíos que cuando los nazis ocuparon Francia pensaron que la única forma de sobrevivir era cruzar la frontera con España y refugiarse en los pueblos de montaña catalanes. Era una operación arriesgada. Franco ya extendía su dictadura en España, y acoger a un judío era perseguido y castigado. 

Aun así, unos cuantos valientes desafiaron las normas y ayudaron a aquellos refugiados a encontrar un lugar seguro en el que sobrevivir y escapar de los campos de concentración. Es la historia de ellos la que cuenta Judith Colell, la de esa pareja a la que interpretan Miki Esparbé y María Rodríguez Soto. También la de todos aquellos que miraban a otro lado, porque no querían mojarse en nada, o incluso la de los guardias civiles que por dinero hacen y deshacen, como el personaje de Asier Etxeandía (que encadena su segundo franquista tras el que interpreta en La cena).

Colell veraneaba desde pequeña en Sort, un pueblo de Lleida donde había una prisión museo. Por aquellas paredes pasaron judíos, homosexuales, gitanos, comunistas… cualquiera que cuando llegaba a Sort cruzando la frontera acababa preso. “Les metían en esa prisión, que era muy pequeña. Todavía se puede ir a ver y tienen una energía muy perturbadora. Pero yo vivía en ese pueblo y no sabía estas historias. Este suceso se conoce muy, muy poco. Hay literatura, hay entrevistas, hay estudios hechos por historiadores especialistas, pero a pesar de eso se conoce muy poco”, afirma la directora que también cree que “hay muchos momentos y hay muchas historias de nuestro pasado que todavía no se han tratado desde el audiovisual”.

Esta era una de ellas. Y le tocaba también porque sentía que en este momento era “necesaria” porque mostraba tres actitudes ante lo que ocurre: “Los que quieren denunciar, los que quieren ayudar y los que miran a otro lado”. “La película está dedicada a los que ayudan, pero esos que están en el medio, los que no quieren mirar, son muy interesantes”, dice como guionista. 

Es importante que no solo desde el cine, sino en general, hagamos este ejercicio de memoria. Porque a lo mejor así algunos se enteran de lo que fue vivir 40 años con un dictador fascista

Judith Colell Cineasta

Como las buenas películas históricas, Frontera nos hace cuestionar nuestro presente. Lo hace ya desde su título, ese Frontera que lleva la mente a todos los refugiados que intentan entrar en nuestro país. Para Colell ese vínculo con el presente “era desde el guion lo más importante”. “Es algo que estaba ahí, no nos lo podíamos inventar, pero sí que lo podíamos potenciar. Para mí era muy importante que la película dialogara con el presente, porque a mí, como espectadora, el cine que me gusta es el que me hace reflexionar, el que me hace pensar sobre lo que está pasando actualmente, también cuando veo películas de época. Pensar que estamos haciendo también un ejercicio de memoria era muy importante”, dice.

Ella misma deja claro a dónde quiere que llevemos nuestro pensamiento cuando veamos su película. “Estamos en un momento en el cual hay un genocidio, pero es que además también hay gente que huye de sus países no solo por el genocidio de Gaza, sino también por guerras, por hambre, o simplemente porque no les es posible vivir una vida digna en sus países. Nadie se va porque quiere. Como dice el poema de una poetisa angoleña que me gusta muchísimo, nadie se lanza al mar a no ser que ese mar sea menos peligroso que la tierra en la que está”, dice con claridad.

Fotograma de 'Frontera'

Por eso rechaza todos los argumentos racistas que se esgrimen actualmente. No cree que “nadie venga porque quiere que le paguemos la sanidad, vienen porque se muere de hambre, porque les persiguen, porque les bombardean”. “Me preocupa muchísimo que si no reflexionamos sobre esto, y por eso es importante también que nos vayamos al pasado, la gente joven olvida. Solo hace falta ver los gobiernos fascistas y de ultraderecha que hay en Europa y en todo el mundo, pero es que además la gente joven está olvidando y yo creo que es importante que no solo desde el cine, sino en general, desde las series, desde la literatura, desde la cultura, hagamos este ejercicio de memoria. Porque a lo mejor así algunos se enteran de lo que fue vivir en una Europa gobernada por los nazis o en España, que estuvo 40 años con un dictador fascista. La gente joven tiene que saber lo que era eso, tienen que saber lo que era vivir sin libertad”, zanja.

Frontera es, sin duda, su “proyecto más ambicioso”, y con él rompe algunos techos de cristal del cine español, como el que marca que las mujeres no dirigen época ni grandes presupuestos. De hecho, cuando le propusieron el proyecto, la propia Judith Colell dudó sobre si era la persona indicada: “Le pregunté si estaba segura, porque era una película de presupuesto holgado, de época… pero me interesaba mucho y también pensé, 'a las mujeres nunca nos ofrecen películas de estos presupuestos y de esta envergadura'. Y está muy bien que lo hagamos. Y no es que no nos atrevamos a hacerlo, pero tenemos que decir que sí para que se vea que lo podemos hacer y que lo normal sería que nos ofrecieran presupuestos de este nivel y películas de este nivel. No entiendo por qué siempre se tiene que pensar en nosotras como las que hacemos las películas pequeñitas, intimistas y de presupuesto justito”, concluye.

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