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Esto es una lista con las mejores listas de la historia

Por ejemplo, la agenda de Nick Cave

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Lo de las listas no es culpa de Internet: parece que acompañan a la humanidad desde la escritura misma, una costumbre contra el olvido de la que se han conservado a lo largo de los siglos hasta el listocéntrico 2015 que despedimos por fin.

Por ejemplo, la lista de los motivos aducidos por los trabajadores hacia el 1250 a.C. para ausentarse de sus tareas en la construcción de las tumbas del Valle de los Reyes en el Antiguo Egipto. La lista es realmente buena: enfermedad, “estuvo fabricando cerveza”, “le picó un escorpión”, “recogía piedra para el escriba” y “su esposa estaba menstruando” son algunas de las causas aducidas, muchas de las cuales -aunque perfectamente razonables- no sobrevivieron a la modernidad.

También está la lista de lo que necesitaba comprar Galileo para hacer un telescopio, los pros y contras de Charles Darwin para casarse, las cosas que no hay que hacer cuando se es viejo o los amantes soñados por Marilyn Monroe son temas de algunas de las 120 listas que incluye Usher en su libro, en el que explica que le “horroriza sólo pensar” en un mundo sin ellas, un mundo que sería caótico. El horror, el horror.

Listas prosaicas de personajes tan históricos como Miguel Ángel, de quien se conserva una relación de alimentos de 1518 que podía corresponder a la compra que debía hacer o a los ingredientes de una receta, comparten espacio con otras mucho más elevadas como la de los siete pecados de la Humanidad realizada por Gandhi en 1925. De Leonardo da Vinci, el artista polifacético por antonomasia, se conserva una lista de cosas por hacer entre las que se encuentra “conseguir un cráneo” y nuez moscada. “No casarme con una mujer joven” ocupa el primer lugar de la lista de propósitos para cuando fuera viejo que hizo el escritor Jonathan Swift cuando tenía 32 años.

Para las damas, hay listas de consejos como la que publicó La revista de bolsillo para damas en 1824, en la que, entre otras cuestiones, advierte a las que bailen mal de que no lo hagan en ningún caso mientras que a las que tengan manos y brazos bonitos les permite tocar el arpa, eso sí, si lo hacen bien. Mientras, el Club Anticoqueteo distribuyó en 1920 unas reglas para sus socias en las que aconseja “no descuidar al hombre del que estás segura coqueteando con otro”.

La lista de sospechosos de matar a Kennedy

Diez son las reglas para rockeras que la líder de The Pretenders publicó en 1994 y diez son también las normas para los “cowboys” de la lista que hizo en 1948 el artista Gene Autry, encabezada por la prohibición de “disparar primero o golpear a un hombre más pequeño”. Sobre sucesos que conmocionaron a la sociedad norteamericana, el libro recoge, por ejemplo, la lista de sospechosos de asesinato elaborada por la veterana secretaria de John F. Kennedy pocas horas después de que fuera abatido el presidente o la de las cosas que han cambiado en la vida de una neoyorquina tras los atentados del 11-S.

Del mundo del cine procede la lista de alternativas para la famosa frase: “francamente, querida, eso no me importa” que Clark Gable pronuncia en la última escena de Lo que el viento se llevó y que se tuvo que confeccionar cuando los censores de Hollywood prohibieron la palabra “damn” (maldito) del original por considerarla ofensiva. Hay también una extensa lista de los posibles nombres de los enanitos de Blancanieves realizada por Disney y otra, de 1952, sobre los casos de violencia que aparecían en las letras de doscientas canciones infantiles tradicionales.

Además de los hombres con los que soñaba antes de ser famosa, de Marilyn Monroe se conserva una motivadora lista de propósitos de Año Nuevo en la que la actriz enumera las clases a las que debe asistir y los esfuerzos que debe hacer por ser puntual. Más siniestro es el decálogo de la mafia: “Nunca mires a las mujeres de tus amigos” o “nunca te veas con polis” son algunas órdenes de la lista intervenida a un capo de la Cosa Nostra en 2007.

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