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Pérez Domínguez: La etapa central del s. XX es estimulante para el novelista

Pérez Domínguez: La etapa central del s. XX es estimulante para el novelista
Barcelona —

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Barcelona, 2 ago (EFE).- El escritor Andrés Pérez Domínguez, que acaba de publicar “La bailarina de San Petersburgo”, considera que las décadas centrales del siglo XX son “estimulantes para el novelista, para desarrollar personajes que se mueven en un mundo complicado y lleno de contradicciones”.

En una entrevista con EFE, Pérez Domínguez subraya que esos años 30 y 40 del siglo pasado están llenos de “efervescencia, de una enorme intensidad emocional, de acontecimientos históricos extremadamente importantes cuyas consecuencias llegan a nuestros días”.

Y están habitados por gente entusiasmada con la llegada de las nuevas ideas hasta que “se dieron cuenta de que no todo era tan bueno como pensaban”, y no se debe olvidar, añade, que “los bolcheviques fueron vistos al principio con gran simpatía por mucha gente (y con mucho miedo por otra), y lo mismo sucedió con el fascismo”.

En esta obra, Pérez Domínguez recupera a Gordon Pinner, uno de los personajes principales de la novela que le dio a conocer, “La clave Pinner”.

En “La bailarina de San Petersburgo” (Almuzara) Pinner es un joven periodista destinado en París en 1930, un idealista que no duda en infiltrarse en la comunidad de rusos exiliados cuando sus camaradas del servicio secreto se lo piden.

De la mano de una hermosa y enigmática bailarina, descubre los restos de un imperio desaparecido para acabar cuestionándose sus ideales, y viaja a Moscú y a Leningrado para encontrar a una niña huérfana.

En el nacimiento de la novela se encuentra la figura del periodista Manuel Chaves Nogales: “Hace muchos años cayó en mis manos un ejemplar de 'Lo que ha quedado del imperio de los zares', un reportaje del periodista sevillano sobre los rusos exiliados en París tras la revolución y enseguida vi el potencial narrativo, con aristócratas arruinados, exmilitares, profesionales liberales, trabajadores, socialistas revolucionarios, todos unidos por el rechazo a los bolcheviques”.

Para el autor, Pinner era el personaje perfecto al haber colaborado con los servicios secretos soviéticos y británicos, ser mitad inglés y mitad español, y su idea era escribir algunas novelas más protagonizadas por él durante las décadas centrales del siglo XX.

Aunque el Bernie Gunther de Philip Kerr puede ser un punto de referencia, el escritor sevillano cree que “Pinner y Gunther son dos tipos muy distintos y también lo es el estilo de sus padres literarios”.

París se convierte en un personaje más en la novela, pues era “el centro del mundo en esos años y la cultura francesa ejercía una atracción inmensa”.

Sin embargo, no todo lo que relucía era oro, ya que “salvo contadas excepciones, los nobles abandonaron Rusia con lo puesto y era frecuente que ellos se empleasen como chóferes porque lo único que sabían hacer era conducir, y ellas como amas de llaves; y también hubo generales que tuvieron que sobrevivir como traperos en París. Muchos ahorraban durante todo el año para, durante unos pocos días, revivir el esplendor de la corte de los Romanov en los hoteles de la Costa Azul”.

Pérez Domínguez siempre procura viajar a los sitios donde suceden sus novelas, y para “La bailarina de San Petersburgo” volvió a París varias veces y voló hasta Moscú para recorrer las mismas calles que Gordon Pinner en 1930 y, como él, viajó en tren hasta San Petersburgo, donde pasó varios días para empaparse del ambiente de la antigua capital de los zares.

Advierte Pérez Domínguez que “aunque hoy pueda parecer descabellado el posible retorno al esplendor de los Romanov, en 1930 muchos todavía lo creían posible, si no una vuelta del esplendor de los zares, sí un derrocamiento del régimen comunista”.

Y agrega: “Los bolcheviques también temían que esto pudiera suceder y la prueba fue el poco conocido secuestro del general Alexander Kutépov, un militar muy capaz que creían que podría liderar un ejército para enfrentarse al régimen soviético, y que fue secuestrado por unos agentes del OGPU (policía secreta) disfrazados de gendarmes una mañana cuando iba a misa, tal como se cuenta en la novela”.

Poco proclive a la clasificación por géneros, el autor de “El violinista de Mauthausen” piensa que una novela es “un cóctel donde caben muchas cosas” y nunca se conforma con un solo ingrediente: “En mis novelas se mezclan elementos de novela histórica, de suspense, de espías, de novela negra, de aventuras, y lo importante es que de esa suma resulte una buena novela que seduzca al lector y le muestre un mundo desconocido”.

El autor sevillano ya está preparando una nueva novela protagonizada por Gordon Pinner, pero también tiene otros proyectos en la cabeza, y ultima una nueva colección de cuentos. “No suelo planificar mucho la vida. Prefiero improvisar, hacer lo que me apetezca en cada momento”, concluye el autor.

Jose Oliva

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