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Un Tinder para ligar con alienígenas: el juego que demuestra los problemas de usar una app de citas hasta en otro planeta

Captura de Tender

José Antonio Luna

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Llegas a un planeta desconocido y decides bajarte una app de citas. Creas un perfil con tus mejores fotos, rellenas la biografía con algo ingenioso y comienza la aventura. Rápidamente empiezan a llegar los matches: está Randy, una especie de jirafa con cuernos que no puede parar de comer tacos; Barry, un perro antropomorfo que estudió cine y pasa las noches viendo Netflix; O, una pareja aparentemente abierta de mente que busca un “unicornio” para nuevas experiencias. Esa aplicación no se llama Tinder, pero podría serlo. 

Tender: Creature Comforts es un videojuego narrativo que simula cómo sería usar una app de citas en otro planeta para hacernos reflexionar sobre el papel que estas tienen en el nuestro. Porque, con Tinder descargado en el móvil de más de 57 millones personas en todo el mundo, se podría decir que la llamada cultura del swipe es responsable de gran parte de las interacciones sexoafectivas que tienen lugar en nuestra era. Eso es justo lo que pretende este simulador: romper la cuarta pared de las aplicaciones de ligar para mostrarnos que, en la realidad, todo lo que parece natural responde a una serie de pautas bien definidas por las empresas privadas que las diseñan. 

Kenny Sun (desarrollador), Gideon Lazarus (guionista) y Jie En Lee (ilustrador) son las tres personas responsables de Tender, recientemente publicado para smartphones y ordenadores (por ahora solo en inglés). Nada más iniciar definimos el perfil introduciendo nuestro nombre, fecha de cumpleaños y seleccionando una de las imágenes predefinidas de un astronauta. Luego, comenzamos a desplazar hacia la derecha (like) o izquierda (dislike), sobre los perfiles de diferentes alienígenas y, si hacemos match, se inicia una conversación en la que habitualmente tenemos tres opciones de respuesta. 

“Decidimos centrarnos en la forma en que interactúas con el juego. Por ejemplo, cuando chateas por primera vez con alguien, se te hacen algunas preguntas para determinar la forma en la que escribes: si comienzas o no las frases en mayúsculas, si empleas una ortografía adecuada, el uso que haces de las exclamaciones…”, explica Kenny Sun a elDiario.es.

Recrear a la perfección una app de estas características no ha sido fácil. Había que diseñar todo para que fuera realista, desde los tiempos de los mensajes hasta la forma de reaccionar a nuestras respuestas. Además, cuenta con la particularidad de funcionar en tiempo real. Es decir, que si por ejemplo alguien tiene que irse a trabajar en mitad de una conversación probablemente no pueda responder hasta pasado un tiempo. “Dado que la mayor parte de lo que haces en el juego es enviar mensajes, queríamos que esa interacción específica se sintiera lo más personalizada posible”, detalla el desarrollador, que confiesa que ha tenido que hacer muchos cambios en el algoritmo hasta que realmente se sintiera como una conversación natural.

Cada personaje es diferente. Está el que inicia la conversación como si fuera un interrogatorio policial, el que te bloquea por no ser de un signo de zodiaco compatible o el que cuestiona la validez del voto en democracia y te manda a leer El Capital de Marx... Muchas de estas historias están basadas en las experiencias reales de Guideon Lazarus, que según cuenta a este periódico decidió participar en el proyecto después de haber tenido más de 100 encuentros en Tinder. “Una de las grandes razones por las que encuentro fascinantes las citas en línea es porque, aunque se llaman ‘citas en línea’, realmente significan mucho más. Son una plataforma para procesar y evitar nuestros miedos, inseguridades, esperanzas y el aburrimiento”, considera. 

El “lado oscuro” de las apps de citas

Las citas en Tender no son infinitas. El juego nos presenta una especie de tarjeta que se rellena a medida que tenemos encuentros, similar a las cartulinas de puntos que ofrecen algunos bares para la fidelización de sus clientes. Como señala la periodista Marta Trivi en su reseña de Anait, página especializada de videojuegos, “esto no solo refuerza la idea del amor y las citas como producto de consumo; como sellos diferentes que añadimos al pasaporte o pequeños logros que podemos activar, sino que nos recuerda por omisión que detrás de esos logros conseguidos se encuentran seres humanos a los que les debemos una mínima humanidad”.

Es lo que también se muestra en películas como Langosta, donde los solteros son señalados como el último lastre de una sociedad que les hace sentir miserables y culpables de su condición. Sin embargo, como analizó la periodista Judith Duportail en su libro El algoritmo del amor, los matches no siempre dependen de nosotros. Tinder juega a emparejar a través de parámetros como la belleza, el coeficiente intelectual y la lógica patriarcal. “Tinder decide por mí a quién puedo conocer, tocar, amar. Un poder inmenso sobre mi persona, mi vida y mi cuerpo”, apuntaba la autora. 

Entonces, ¿por qué hay tanta gente en apps de citas? “Las razones por las que seguí en Tinder son similares a las de aquellos que continúan jugando a una máquina tragaperras. Genera un nivel constante de dopamina que provoca distracción y permite que no tengas que vivir en el mundo real con emociones de verdad”, considera Lazarus. El guionista explica que para sacar al juego de “ese mundo” pidió sus datos personales a Tinder, con la intención de comprender mejor su funcionamiento, algo que luego lamentaría: “Fue deprimente. Hubo un día en el que me desplazaron a la izquierda 800 veces”.

El peligro de hacer un simulador de una app de citas es que, aunque sea en forma de parodia, podría acabar heredando muchos de sus problemas. Sin embargo, los creadores de Tender han tenido especial cuidado en evitar que esto ocurra, y eso se traslada incluso a los diseños de los personajes. “En un intento por combatir cualquier sesgo o prejuicio existente, he incluido un elenco diverso de criaturas para evitar estereotipos básicos en los diseños”, sostiene el ilustrador, Jie En Lee, que a lo largo del desarrollo evaluó sus más de 100 diseños para comprobar si “podían leerse como problemáticos”.

Tender no es un juego agradable, como a veces tampoco lo es estar en una aplicación de estas características. No es extraño que un jugador se canse de esperar mensajes o de mantener conversaciones que no llevan a nada, pero eso es precisamente lo que pretendían sus creadores. “Nuestro objetivo es ofrecer al jugador una experiencia auténtica y, al igual que ocurre en las apps de citas online reales, algunas personas se van rápidamente porque es muy agotador en muchos sentidos”, culmina Lazarus. 

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