La historia de Balla Seck, desaparecido en el último naufragio del Estrecho
“Los vi en el agua y gritaban a mi alrededor… Veía sus caras, gritaban. Hasta que dejaban de hacerlo”. Ass confirmó que su primo era uno de los fallecidos gracias al testimonio del único superviviente de la patera que naufragó en el Estrecho el pasado 1 de abril. Habían localizado cuatro cuerpos sin vida, pero entre ellos no estaban todos: siete compañeros más habían desaparecido. Balla Seck era una de las personas que rogaba auxilio desde la embarcación… Hasta que se hizo el silencio.
Es uno de los nombres escondidos entre las cifras de fallecidos registradas durante el primer fin de semana de abril, cuando las fuertes olas empujaron al agua a once de los doce migrantes que aquel día decidieron tratar de alcanzar las costas españolas desde Marruecos. Tras cada número, una familia preocupada teme confirmar la peor de las sospechas. “Pude hablar con el único superviviente. Él vio cómo Balla se cayó al agua. Él lo vio”, relata Ass, primo de una de una de las víctimas
Balla no había avisado a ninguno de sus familiares de que aquel domingo de Semana Santa era el escogido para lanzarse al Mediterráneo. “No se suele hacer. Yo también vine de la misma manera y no se lo dije a nadie: sabes que tus seres queridos van a decirte que no lo hagas, que es muy peligroso… No quieres preocuparles ni echarte para atrás”, recuerda Ass.
Un compañero de Balla, que no llegó a subir en la patera, llamó a su casa de Senegal cuando el único superviviente le relató lo sucedido, indica. Sus familiares contactaron con Ass para comunicarle la noticia. “Su mujer está muy mal. No ve a su marido desde hace meses y, de repente, está muerto. Me pidieron que, por favor, encontrase su cuerpo”, relata el primo del fallecido.
Se puso en marcha. Ass viajó a Algeciras este martes en busca de los restos de su familiar. Durante la noche del 1 de abril, Salvamento Marítimo había desembarcado en el puerto de la ciudad gaditana al único superviviente, junto a los cuatro cuerpos sin vida localizados durante la noche del 1 de abril. “Fui a la Policía Nacional, a la Guardia Civil... Al final, agentes de la Guardia Civil me informaron de que los cadáveres habían sido trasladados a Cádiz”, explica.
Viaje a Algeciras en busca del cuerpo
Los agentes, asegura, le ofrecieron la posibilidad de ver las fotografías de los cuerpos hallados en las aguas del Mediterráneo. Le advirtieron de que sería una dura experiencia. “Accedí. Vi las imágenes. Mi primo no estaba allí”.
Balla Seck era uno de los desaparecidos. Ass entregó a las autoridades la fotografía más reciente de su primo: “Antes de subir en la patera, algunos de ellos se hicieron una fotografía. Esa es la última imagen que tenemos de ellos”. El joven también aportó una foto de su pasaporte. “Les dije que, si aparecía su cuerpo, me avisasen. También las hemos publicado en Facebook y en grupos de Whatsapp, porque todavía no ha sido localizada la familia de uno de los falecidos”, añade.
“A su familia le duele mucho no tener su cuerpo”, reconoce el familiar. Si Balla había decidido migrar, dice su primo, fue para enviar dinero a su hogar. “Se había casado dos meses antes de decidir viajar a Europa. Él se fue para sacarles adelante, porque no tenían otra forma”. En Marruecos vivió durante nueve meses, pero siempre con un objetivo en su cabeza: llegar a España. Mientras, de forma esporádica, “vendía ropa en un mercadillo”, apunta su primo.
En Senegal, Balla se dedicaba a la venta ambulante. “Había dejado sus estudios porque necesitaba trabajar. Era muy buen chico. Era muy joven y mantenía a su familia… Su sueño era sobrevivir. Murió luchando por ello”. Este miércoles, sus familiares y amigos le rindieron homenaje en su pueblo natal, Fass, con la celebración de una misa en su memoria.
La activista Helena Maleno escuchó por última vez las voces de Balla y del resto de sus compañeros desde Marruecos. “Me llamaron desde la patera para alertar de que se encontraban en peligro. Decían: ‘Nos vamos a morir, nos vamos a morir’. Yo les decía que no, que no iban a morir. Pensaba que llegarían a rescatarles, Salvamento Marítimo tenía tres medios activados, estaba también la Marina… pero las condiciones meteorológicas eran muy malas. Había olas con fuerza ocho... ”, recuerda la fundadora de la ONG Caminando Fronteras.
“Escucho sus voces en mi cabeza todo el rato”, confiesa la defensora de derechos humanos, quien ha participado en el proceso de identificación de los cuerpos localizados en coordinación con la ONG Andalucía Acoge. Ambas organizaciones se encuentran en contacto con familiares de las víctimas y aún están buscando a los allegados de una de las víctimas cuyo cuerpo ha sido localizado.
Durante los tres primeros meses del año, un total de 139 personas han fallecido en su intento de llegar a las costas españolas a través del Mediterráneo, según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM). La cifra es tres veces mayor a la registrada en el mismo periodo del año pasado. Las ONG recuerdan la necesidad de abrir vías legales y seguras de entrada a Europa para las personas que huyen de sus países o buscan nuevas oportunidades en la UE.
“Las olas eran muy grandes… A mí me pasó lo mismo. Desde la playa veía el mar plano, pero desde dentro no estaba plano… ”, señala Ass, recordando el viaje emprendido hace once años desde Senegal rumbo a las Islas Canarias. Tras cinco años complicados sin conseguir regularizar su situación, lo logró. Pero la pérdida de su trabajo le ha empujado de nuevo a la venta ambulante. Vive con miedo de ser identificado por la Policía, lo que podría manchar su expediente y suponer la pérdida de los papeles.
“Yo le decía a Balla que se quedase en Marruecos. Que no viniese, que la patera era muy peligrosa. Lo que iba a encontrarse aquí no era ni mucho menos lo que imaginaba. Nos venden otra cosa”, dice Ass, casi justificándose.
— Y, ¿qué le respondía Balla?
— Me contestaba con otra pregunta: 'Entonces, ¿por qué tú no vuelves a Senegal si es tan malo?' Yo no sabía qué responder.