Maya Zankoul: “Mis dibujos sobre Líbano empezaron como un grito de ayuda”
Su último dibujo muestra las reacciones libanesas a los últimos atentados en Beirut, en noviembre de 2013. Una recién llegada que se lamenta, un joven pijo al que la noticia le aburre, un patriota que canta el himno a su ciudad, una mujer exuberante preocupada porque su fiesta se ha cancelado...
La dibujante Maya Zankoul refleja la vida misma en Beirut, una ciudad que vive al límite desde que los propios libaneses pueden recordar, en un país donde un estallido, una invasión, una guerra, son siempre inminentes.
En entrevista con eldiario.es, Zankoul nos cuenta cómo vivió ella los últimos atentados. Elige hablar en español, un idioma que le fascina y que estudia desde hace años. “El día de este último atentado tenía que salir de casa temprano para ir a presentar mi programa de televisión semanal en directo, como cada martes, cuando recibí la noticia de que había ocurrido un atentado y tuvimos que cancelarlo. Entré en Facebook y, al leer las reacciones de mis amigos, se me ocurrió este dibujo: ¡Las reacciones a algo tan trágico pueden ser tan variadas en un espacio tan pequeño como Líbano!”.
Tus dibujos son muy libaneses, en el sentido de que transmiten una realidad con mucho color local, pero a la vez son muy disfrutados fuera de Líbano. ¿Dirías que dibujas para tus compatriotas libaneses o para que otros conozcan tu país?
Mi primera razón para dibujar es no volverme loca en un país tan inestable e impredecible. Cuando empecé a dibujar, nunca me imaginé que alguien fuera del ambiente de este país pudiera disfrutar de las historias que cuento.
Primero los dibujos eran como un grito a ayuda, y me permitieron encontrar a gente que vive aquí, que piensa y siente lo mismo que yo. Pero, al ver que los visitantes de mis páginas y redes sociales venían de todas partes del mundo, comprendí que tengo la suerte de poder mostrar el Líbano auténtico, y, sobre todo, la vida diaria, que es diferente de lo que la gente suele ver en las noticias (guerras, peligro...).
Son dibujos que se centran en lo cotidiano, con un componente naif pero, a la vez, con una fuerte carga crítica.
Soy por naturaleza una persona que necesita compartir sus opiniones con los demás. Cuando llegué a Líbano en 2005, después de haber vivido toda mi juventud en Arabia Saudí, me di cuenta de que la vida no era tan fácil como me la imaginaba. Grandes problemas de infraestructura, como los cortes eléctricos que ocurren muchas veces al día, un tráfico increíble, acceso a internet limitado...
Veía a la gente acostumbrada a este statu quo que para ellos era casi normal y a mí me chocaba. Empecé a dibujar esas increíbles cosas cotidianas que me ocurrían durante el día, en el tráfico, en el trabajo… Así que se puede decir que los dibujos tienen un componente naïve y no intentan ser crítica demasiado seria, sino una forma de reírse de la realidad.
¿Son, por lo general, tus dibujos bien acogidos entre los libaneses?
Depende. Por internet, la mayoría del tiempo, sí. Pero recuerdo hace algunos años, tenía una exposición de dibujos y luego sesiones con alumnos de escuelas de todo el país. Una de las alumnas me dijo: “Pero ¡estás mostrando una imagen negativa de tu propio país! ¿Qué van a decir los extranjeros de Líbano cuando lean tus tebeos?”.
Y tuve que explicar que el primer paso para mejorar una situación es aceptarla, reírse un poco de ella, y luego intentar cambiarla. Otra vez, cuando estaba en Italia para la traducción de mis libros, filmaron un reportaje de mi trabajo que apareció en la tele local. Recibí un comentario de un chico de origen libanés que vive allí, diciéndome que estoy mostrando una imagen negativa del país.
Lo que sé es que la imagen que doy es sin duda mejor y más auténtica que la que ofrecen las noticias. Hay un proverbio libanés que dice que “no podemos escondernos detrás de nuestro dedo”.
Llevas ya unos años dibujando. En estos años, el mundo ha cambiado, la región ha cambiado, con consecuencias también para Líbano. Y, sin embargo, parece que en Líbano nada cambiase en realidad. Siempre al límite, siempre al filo... Eso se ve también en tus dibujos, especialmente en el último.
El mundo ha cambiado y Líbano, también. Internet, por ejemplo, va ahora mucho mejor que hace tres años, lo que nos permite trabajar más, colaborar con gente de todo el mundo. Desafortunadamente, lo que no ha cambiado son los políticos que controlan el país y le impiden desarrollarse.
Hablando con mi abuela, me pregunto a veces si esta manera de vivir forma parte de la identidad del país. Desde que ella era pequeña, la situación ha sido la misma, excepto que era con los padres de los políticos actuales.
La gente quiere cambiar, pero hay una sensación de impotencia frente a la política. A veces siento que aquí no se vive, se sobrevive. Ahora estoy convencida de que vivir aquí es asumir un gran riesgo. En mi opinión, vale la pena porque, a pesar de todo, el país tiene un encanto inexplicable que deja huella.