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El IPC se situó en octubre en el 5,4% tras dispararse la electricidad un 62,8%

Imagen de una torre de electricidad.

Antonio M. Vélez

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El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha cifrado este viernes el IPC de octubre en el 5,4%, la tasa más elevada desde septiembre de 1992 y una décima menos con respecto al indicador adelantado a mediados del mes pasado. La inflación, en máximos de 29 años, acumula así ocho meses consecutivos de ascensos, impulsada principalmente por los productos energéticos. En especial, la electricidad, con un estratosférico encarecimiento interanual que el organismo cifra en el 62,8%, la mayor subida de la serie histórica para este producto.



A la electricidad, que en octubre se encareció un 10% con respecto a septiembre, se suma la subida de los carburantes como consecuencia del alza del petróleo en los mercados internacionales, en un contexto de espiral de precios de la energía en todo el mundo, en paralelo a la recuperación global tras la pandemia y a la crisis de suministros por el atasco en las cadenas de producción.

Así, en octubre la gasolina se encareció un 26,5% interanual y el diésel, un 30,5%, según el INE. La subida de precio de este último combustible es uno de los argumentos que esgrime el sector del transporte para los paros que ha anunciado esta semana para la víspera de Navidad.



La espiral alcista, de momento, se limita principalmente a los productos energéticos: los combustibles líquidos registraron en octubre una subida interanual 57,1% y para los hidrocarburos licuados como el butano o el propano el aumento fue del 33,4%; para el gas natural, cuyas subidas topó el Gobierno en septiembre para la tarifa regulada, se quedó en el 11,3%.

No obstante, también registran fuertes subidas (superiores al 10%) el aceite de oliva (que sube un 26%), los hoteles, hostales, pensiones y servicios de alojamiento similares (+17,6%) y los refrescos (10,7%), afectados por la subida del IVA en vigor desde este año.

El coste de la vida encadena así ocho meses consecutivos de ascensos, en una tendencia que es global y que ha llevado a la inflación a situarse en Estados Unidos en octubre en el 6,2%, el peor dato en 30 años, lo que ha alejado las expectativas de que esta espiral alcista sea transitoria y ha llevado a la Reserva Federal a iniciar un endurecimiento de su política monetaria. Medida que, por ahora, no se atisba en Europa.

El discurso oficial a este lado del Atlántico es que el fenómeno inflacionista es temporal y no debe haber efectos de segunda ronda, esto es, que pese a la erosión del poder adquisitivo de los consumidores no debe haber un traslado generalizado a precios y salarios para evitar una espiral inflacionista generalizada. Según el INE, en octubre la tasa de variación anual de la inflación subyacente (índice general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) aumentó cuatro décimas, hasta el 1,4%, tal y como avanzó el organismo hace unas semanas. Con ello se sitúa cuatro puntos por debajo de la del IPC general. Es la diferencia más alta entre ambas tasas desde el comienzo de la serie, en agosto de 1986. 

Cambio de metodología

La subida récord de la factura eléctrica está condicionada en parte por el hecho de que para calcular la evolución del precio de la luz el INE solo tiene en cuenta a los algo más de 10 millones de consumidores domésticos que están acogidos a la tarifa regulada del precio voluntario al pequeño consumidor (el llamado PVPC), y no a los del mercado libre, que desde hace años son mayoría (más de 16 millones). 

El organismo prepara cambios en la medición de este parámetro que prevé tener en vigor para enero. El actual sistema de medición distorsiona la estadística, ya que por ahora las subidas del recibo están siendo mayores en el PVPC (que no obstante a la larga es la opción más ventajosa para el consumidor), al estar el coste de la energía directamente indexado al precio del mercado mayorista.

En octubre, por efecto de la espiral alcista del gas natural, el pool se situó en una media superior a los 200 euros el megavatio hora (MWh), frente a los 36 euros de un 2020 inusualmente bajo por el efecto de la pandemia. Una tendencia que se ha relajado algo en lo que va de noviembre. Este mes los precios mayoristas no han llegado a alcanzar los 200 euros/MWh, pero siguen en niveles inéditos hasta este año. Y para 2022 los futuros de la electricidad todavía apuntan a precios superiores a los 100 euros/MWh, impensables hasta este 2021.

La espiral de subidas del recibo, que se inició en verano por el alza exponencial del gas, ha llevado al Gobierno a abrir una batalla en Bruselas para tratar de desindexar los precios de esa materia prima de los de la electricidad por el diseño del mercado marginalista. Entretanto, y para intentar taponar estas subidas y cumplir la promesa de que el recibo acabe el año en niveles similares a los de 2018, el Ejecutivo aprobó en septiembre un Real Decreto-Ley para rebajar drásticamente los cargos (parte regulada del recibo) con un mecanismo de minoración de los ingresos extra de las tecnologías no vinculadas al gas que puso en pie de guerra a las empresas. 

Ante los anuncios de paradas de varias industrias por las subidas de precios notificadas por las eléctricas, el Ejecutivo acabó rectificando esta medida a finales de octubre salvando del recorte a los contratos bilaterales a largo plazo. Esto va a hacer que el recorte sea muy inferior a lo esperado, según las propias eléctricas, que aseguran que esta coyuntura de precios récord del pool no les beneficia. El Ejecutivo ha abierto una ronda de contactos con los productores de renovables que tienen una retribución garantizada (con una rentabilidad del 7,4%) con vistas a un posible adelanto de la devolución de los ingresos extra que deben reintegrar en el futuro como consecuencia de unas subidas del mercado mayorista que nadie preveía.

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