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Permisos remunerados, semanas de cuatro días o empresas municipales de cuidados: ideas para conciliar durante (y después) de la pandemia

Los permisos retribuidos para cuidar son una de las propuestas lanzadas.

Ana Requena Aguilar

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Una jornada laboral de 35 horas semanales o incluso de 25. Horarios flexibles. Permisos de cuidado retribuidos hasta que abran los colegios. Reducciones de jornada sin reducir salario. Ayudas para contratar a empleadas de hogar. Plantear a futuro un sistema estatal de cuidados. Son algunas de las ideas que desde el feminismo, la economía, los sindicatos o las empresas se lanzan estos días para solucionar el conflicto que la crisis del coronavirus ha dejado más al descubierto que nunca: cómo cuidar y trabajar sin sacrificar la (precaria) igualdad ni los proyectos de vida de las mujeres. 

Permisos de maternidad y paternidad por coronavirus. La economista Lídia Farré, que, junto a Libertad González, lleva a cabo una de las investigaciones en marcha sobre los efectos de la crisis en la brecha de género, propone permisos retribuidos de seis semanas por progenitor hasta que los colegios abran en septiembre. El diseño sería similar al de los nuevos permisos por nacimiento, aunque de menos duración: doce semanas a repartir equitativamente entre madre y padre. Sería un permiso intransferible, por lo que si un progenitor no coge sus seis semanas, éstas se perderían.

Farré explica que este diseño busca el reparto equitativo del cuidado y evitar que fueran las mujeres las que asumieran mayoritariamente el permiso. Las familias monoparentales sumarían las doce semanas. ¿Es asumible para las empresas teniendo en cuenta que durante estos meses también hay vacaciones? “Si los centros educativos siguen cerrados y no se puede externalizar el cuidado de los hijos, no veo demasiadas alternativas”, dice Farré. UGT también habla de permisos retribuidos para el cuidado familiar, de carácter individual e intransferible, “para evitar el abandono temporal del empleo o la renuncia involuntaria a una promoción”. 

Jornadas de cuatro días. La empresaria María Álvarez ha lanzado 4suma, una plataforma de empresas y trabajadores para impulsar la jornada laboral de cuatro días “para conciliar, aliviar los servicios públicos como el transporte, y reducir el riesgo de transmisión” de la enfermedad. 4suma propone reducir las jornadas sin reducir sueldos: bien con jornadas de 35 horas bien con reducciones del 20% del tiempo total de trabajo, lo que en la práctica equivaldría a cuatro días de trabajo semanales “siempre manteniendo los salarios”. La plataforma pide que los centros escolares también adopten esta jornada para sincronizar a profesorado y alumnado, y que las administraciones aprueben incentivos.

Un documento elaborado por un grupo de trabajo sobre Cuidados y COVID-19, formado por activistas y economistas feministas, algunas vinculadas a Unidas Podemos, plantea una reducción progresiva de la jornada de trabajo por fases, que evolucione de las 37,5-40 horas hasta las 20-25 horas sin reducción del salario.

Adaptación de la jornada. Es un derecho ya reconocido: lo aprobó inicialmente el primer Gobierno de Sánchez y se reforzó también en las primeras medidas que el Ejecutivo de coalición tomó tras el estado de alarma: el derecho a adaptar la jornada para amoldarlo a las necesidades de conciliación. Es un derecho a pedir la adaptación, pero no obliga a la empresa a concederlo siempre. CCOO pide reforzarlo  con subvenciones a empresas que demuestren “de forma fehaciente” que han facilitado las adaptaciones de jornada de su plantilla. No será de aplicación si un trabajador ha tenido que acudir a los tribunales para obtener la adaptación. El Club de las Malasmadres propone que el derecho a adaptar la jornada sea de obligado cumplimiento para las empresas.

Reducciones de jornada pagadas por las administraciones. Es otra de las ideas plasmadas por Comisiones Obreras en su documento sobre propuestas de conciliación y apoyo a las familias. Serían ayudas económicas para las personas que tengan reducir su jornada laboral más de un 30% o que tengan que coger una excedencia temporal para cuidar. La cuantía de estas ayudas tendría en cuenta el nivel de renta de las personas beneficiarias: con salarios inferiores a 27.537 euros, las ayudas serían mayores.

En el caso de las excedencias o reducciones totales de jornada, la ayuda sería de 548 euros al mes para las personas con salarios por debajo de 27.537 euros mientras para quienes estén por encima de ese límite serían de 438 euros mensuales. Las ayudas serían más cuantiosas para los hogares monoparentales, familias numerosas o aquellas donde haya una víctima de violencia de género. Y recibirían un plus quienes repartan las ausencias de forma igualitaria entre los miembros de una pareja.

Caminar hacia un sistema integrado de cuidados. Incluiría un sistema universal y gratuito de educación 0-3 años con flexibilidad horaria y un sistema de promoción de la autonomía y atención a situaciones de dependencia, entre otras políticas. Iría acompañado de un plan de empleo que surtiera de profesionales estas dos ramas y que permitiera una atención de calidad. Para empezar, el documento del grupo de trabajo sobre Cuidados y COVID-19 propone un programa de fomento del empleo de cuidados a personas que cree 300.000 puestos de trabajo para reestructurar la atención en residencias de personas mayores, atención a domicilio, cuidado de menores y atención a todos los grados de dependencia.

Teletrabajo: Todas las propuestas coinciden en que el teletrabajo debe seguir siendo preferente, si bien no puede ser la fórmula única que busque compatibilizar el cuidado y el empleo. Malasmadres habla incluso de teletrabajo “por imperativo legal” más allá del estado de alarma y si la actividad se había realizado con normalidad. La economista Lídia Farré cree que el teletrabajo debe compatibiliarse con la flexibilidad horaria y priorizar a las personas que tengan el cuidado de menores o dependientes.

Abrir los colegios con turnos. Es la propuesta de la socióloga Teresa Jurado: “Podrían ser dos turnos escolares, uno de lunes, miércoles y viernes, y el otro, de martes, jueves y sábado”. Implicaría la contratación de más profesores y un sistema de preferencias en función del trabajo de los progenitores. Y tendría que ir acompañado de una reducción de la jornada laboral a 35 horas que permitiera a madres y padres concentrar sus jornadas y estar libres para atender a sus hijos los días que estuvieran en casa atendiendo sus clases online. Los hijos de familias monoparentales estarían exentos de turnos y podrían acudir al colegio todos los días. Otra posible medida para reforzar este sistema, explica Jurado, es crear un permiso retribuido de un día a la semana para atender a los hijos y que sufragaría el Estado.

Incentivos para el empleo doméstico, pero también más derechos. Malasmadres habla también de aprobar un incentivo económico para que las familias puedan contratar a personal cuidador. La socióloga Teresa Jurado cree que, en todo caso, ese incentivo debería depender de la renta familiar. El documento del grupo de trabajo feminista sobre Cuidados y COVID-19 habla de equiparar los derechos de las empleadas domésticas (derecho a paro, eliminar el despido por desestimiento etc.) con el del resto de trabajadores con un plan de choque que incluya medidas para sacar al sector de la informalidad: incentivos para la afiliación a la Seguridad Social y regularización incondicional de todas las trabajadores de hogar en situación administrativa irregular.

Ley de cuidados y de sostenibilidad de la vida. Más allá del corto plazo, el documento feminista propone un entramado de políticas e iniciativas para cambiar la estructura actual de los cuidados o, más bien, para crear una estructura sólida y modificar la forma en que actualmente se conciben. Un observatorio del cuidado, una incubadora que garantice partidas económicas e investigue sobre los repartos del tiempo, una incubadora de políticas “con-cuidado”, una Ley de cuidados y de sostenibilidad de la vida que, entre otras cosas, favorezca la creación de empresas municipales de cuidados, o incluya una norma de usos del tiempo para operar sobre la distribución de “los tiempos vitales, tiempos laborales, tiempo de crianza y cuidados y tiempos de ciudad”.

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