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Plaquetas bajas, qué puede significar y qué riesgos puede conllevar

Una muestra de sangre

Mercè Palau

Las plaquetas son componentes sin núcleo de la sangre imprescindibles, entre otros procesos, para la coagulación. Nos ayudan a evitar el sangrado tras una lesión, se agrupan y forman una especie de tapón, un coágulo, que sella la herida. La trombocitopenia inmune (PTI) es una enfermedad hematológica autoinmune que afecta a las plaquetas y que hace que el sistema inmunológico produzca anticuerpos que atacan a los antígenos de las plaquetas, destruyéndolas prematuramente e impidiendo una producción suficiente en la médula ósea. 

Cuando el recuento de plaquetas es bajo, aumenta el riesgo de sangrado, sobre todo cuando se sitúa en menos de 20-30 x109/L, teniendo en cuenta que los recuentos normales están entre 150 y 450 x 109/L.

Esta enfermedad, considerada rara, tiene una incidencia de 2-5 casos por cada 100.000 cada año, lo que equivaldría en nuestro país a entre 950 y 2.370 nuevos casos, afectando tanto a hombres como mujeres de todas las edades, según datos de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH). Este tipo de patologías, por tanto, afectan a un grupo reducido de personas, lo que se traduce en muchos casos en un desafío para muchos pacientes. Dentro de la SEHH, desde el Grupo Español de Trombocitopenia Inmune (GEPTI) se promueven las mejores prácticas en el manejo diagnóstico y terapéutico de pacientes con PTI en España.

Cuáles son las causas de la trombocitopenia y cómo se manifiesta

La mayoría de las veces, la causa de la PTI es desconocida, reconoce la Doctora Nuria Revilla Calvo, médico adjunto del Servicio de Hematología y miembro de la Unidad de Trombosis y Hemostasia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Aunque en algunos casos puede asociarse a causas conocidas como infecciones, enfermedades autoinmunes, inmunodeficiencias o embarazo. También podría deberse a ciertos medicamentos, productos de herbolario o vacunaciones.

Se puede presentar de forma muy variable. De ahí que, en ocasiones, el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento sean complejos. Además de que predispone a los sangrados, también puede tener otras manifestaciones, como una mayor susceptibilidad a enfermedades inmunes, infecciones y trombosis. 

Los síntomas más frecuentes son el cansancio y la fatiga, hematomas, petequias o manchas rojas en la piel, sangrado de encías y ampollas de color oscuro en la boca, sangrado de nariz, sangrados digestivos o menstruaciones abundantes. Otros, menos frecuentes pero también posibles, son sangrados en la orina, a nivel ocular o cerebral, así como trombosis. La gravedad y frecuencia de las manifestaciones hemorrágicas se correlacionan con el recuento de plaquetas, según la Federación Española de Hemofilia (FEDHEMO).

El diagnóstico  se realiza cuando se detecta una cifra de plaquetas menor a 100 x 109/L en una analítica de sangre. Aunque no existe una prueba específica para su diagnóstico, que continúa siendo clínico y de exclusión de otras causas de trombocitopenia —plaquetas bajas—, las principales son, además del análisis de sangre, una historia clínica detallada, una exploración física o frotis sanguíneo, es decir, la visualización de la sangre en el microscopio.

En ocasiones puede ser necesario ampliar con otras pruebas como el estudio medular o pruebas de imagen como ecografía o tomografía computarizada.

Cómo se trata la trombocitopenia

La PTI puede curarse de forma espontánea, aunque en la mayoría de los adultos será una enfermedad para toda la vida. La parte más difícil del tratamiento es encontrar uno que funcione sin que cause efectos secundarios no deseados. El objetivo es cesar cualquier sangrado activo y prevenir futuras hemorragias aumentando la cifra de plaquetas, en general a más de 30 x109/L, con el menor número de efectos secundarios. 

Hay que tener presente que ningún tratamiento está exento de estos efectos, aunque cada vez hay disponibles más fármacos eficaces y seguros que se perfilan como opciones terapéuticas futuras. La PTI suele tratarse primero con corticoides y/o inmunoglobulinas. Si no hay respuesta, pueden usarse agonistas del receptor de la trombopoyetina, fostamatinib, fármacos anti-CD20 o la extirpación del bazo —esto último sólo en fases crónicas de la enfermedad—. 

Más del 80% de los pacientes adultos con trombocitopenia inmune (PTI) responde bien a estos tratamientos, pero debido a las posibles recaídas, las remisiones completas de la enfermedad en adultos son de alrededor de 30% de los casos al año del diagnóstico.

La vida con trombocitopenia inmune

Muchas de las personas que tienen que convivir con esta enfermedad de la sangre suelen experimentar una variedad de emociones que responden a aspectos como a la propia enfermedad, a los tratamientos que reciben y a la convivencia con la PTI. Son numerosos los interrogantes que se plantean sobre aspectos de la vida cotidiana, como si pueden realizar ejercicio físico, qué medicamentos pueden o no tomar, cómo debe ser la higiene personal o si podrán viajar con esta enfermedad.

Sobre este último aspecto, durante las primeras fases del diagnóstico es recomendable no hacer viajes, sobre todo en avión, admite la Doctora Revilla. Pero, una vez estabilizada la enfermedad, sí pueden viajar “con la supervisión del hematólogo/a” ya que la PTI, paradójicamente, también se asocia a un mayor riesgo de trombosis —los viajes de más de cuatro horas son un factor de riesgo de trombosis venosa profunda—. 

Es recomendable, en el caso de realizar un viaje largo, sobre todo en avión, “flexionar los dedos de los pies, los tobillos y rodillas mientras se está sentado o caminar arriba y abajo del avión, así como beber mucha agua y evitar el alcohol”, reconoce la experta.

El cambio en el estilo de vida también puede ayudar a las personas a afrontar mejor la enfermedad, con una actitud positiva, para lo cual disponer de información fiable es clave. La Doctora Revilla enumera, como medidas importantes, realizar actividad física adecuada a cada persona, como deportes que no sean de contacto; dormir las horas suficientes; llevar una alimentación saludable y reducir el estrés.

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