Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
¿Es el rey Juan Carlos un delincuente?
Después de habernos pimplado las copas de vino de la cata con la que culmina la visita a las bodegas Cvne en Haro (La Rioja), procedimos a echar un vistazo a los hitos enmarcados que colgaban de las paredes. Entre ellos, destaca una carta firmada a mano por el rey Juan Carlos -en 2004, cuando no era emérito- en la que con mucha cortesía viene a pedir a la bodega que invite a una ronda (o eso es lo que parece, un ‘simpa’ al estilo regio, aunque puede que el vino fuera costeado por los Presupuestos Generales del Estado, nunca se sabe).
En la misiva -que las bodegas Cvne exponen con orgullo- Juan Carlos de Borbón se dirige al vicepresidente de la empresa, Víctor Urrutia, en los siguientes términos: “Abusando de vuestra amabilidad y siempre que ello fuera posible le agradecería dijese al Presidente que además de lo que pedí en diciembre de 2002 sobre el embotellado en mágnum, si se podrían embotellar algunas doble mágnum, ya que ello me daría oportunidad de poder obsequiar a familiares y amigos y, de esta manera, hacerles partícipes de tan buen Rioja”.
Es probable que el rey emérito haya abusado de la amabilidad de mucha gente pero no es menos cierto que muchos de quienes fueron abusados por su amabilidad lo hicieron con honra, como miembros dignos de la Corte, como la treintena de empresarios mallorquines que le regalaron un yate por el que pagaron 18 millones de euros. O como la familia Urrutia de las bodegas Cvne que publicita con satisfacción las comandas de su majestad.
Los Urrutia, como los Bergareche y los Ybarra, son familias de Neguri ricas y poderosas, vinculadas a Vocento, el grupo de comunicación más monárquico del país, editor del ruinoso Abc y el exitoso El Correo, entre otros. En sus páginas se han escrito algunas de las más excelsas hagiografrías sobre el rey Juan Carlos.
Es una historia poco conocida. A finales de 2015 -cuando, por cierto, los Urrutia se estaban largando de Vocento tras años de peleas intestinas en su consejo de administración, así que no tienen protagonismo en esta historia- el escritor Martín Olmos fue despedido de El Correo por escribir un artículo titulado ‘El rey golfo’. No era un artículo sobre Felipe, ya entonces rey de España, ni sobre Juan Carlos, ni siquiera sobre su padre don Juan. Martín Olmos escribía sobre... ¡Alfonso XIII! Relataba, con su socarronería y humor característicos, viejas historias del borbón que eran suficientemente conocidas a poco que se tuviera acceso a una biblioteca pública.
“Alfonso XIII fue rey borbón, fumador y putero que hacía trampas en las apuestas de los galgos y tenía halitosis y el barman Emile del Hotel París de Montecarlo le puso su nombre a un cóctel hecho con ginebra y dubonet”, arranca el umbraliano relato que deja algunos pasajes desternillantes: “Cuando se proclamó la República en 1931, el rey quemó su colección de fotos de chavalas en cueros, dejó a la familia en la cama, recibiendo pedradas y guardada por veinticinco alabarderos (...) y puso rumbo a Marsella, donde llegó a las tres de la mañana y se quejó de que estuviesen cerradas las casas de putas”.
El texto no tiene pretensiones revolucionarias antimonárquicas. Es un texto culto, guasón y literario sobre un monarca que reinó hace casi 100 años. Es un artículo divertido que a alguien en las altas esferas de Vocento -en la Corte del rey- no le hizo ni puñetera gracia. Martín Olmos fue llamado a despachos y, de un día para otro, El Correo fulminó su colaboración de 15 años y de más de 200 artículos. El Correo se lo ventiló poco después de que el escritor fuera galardonado con el Premio Euskadi de Literatura por el libro ‘Escrito en Negro’ que precisamente recogía una selección de los artículos publicados por el propio periódico.
Como siempre ocurre en estos casos, hubo tensiones internas en la redacción y, como casi siempre, se impuso la Corte. Vocento perdió a uno de sus mejores escritores y ganó puntos Travel en la Casa Real.
El autor tira de ironía -la mejor forma de exorcizar los disgustos- para recordar aquel atropello en la breve biografía que aparece en la solapa de su último libro: “Martín Olmos (Bilbao, 1966) obtuvo con su primer libro, Escrito en negro (Pepitas, 2014) el Premio Café Bretón-Bodegas Olarra, el Rodolfo Walsh de la Semana Negra de Gijón y el Premio Euskadi de Literatura y cuando se iba a comprar un piano para poner encima los galardones y lucirlos, quizá pretenciosamente, ante las visitas, le pusieron de patitas en la calle del periódico donde publicaba por escribir un artículo, de actualidad rigurosa, sobre el rey Alfonso XIII. Martin Olmos disfrutó escasamente día y medio de una importancia que no tenía y de cierto aire de autor maldito y rápidamente regresó a la irrelevancia. La circunstancia, no obstante, adorna su biografía a falta de otros imponderables”.
Misión de la Corte: salvar al rey Juan Carlos
Juan Carlos siempre fue defendido con entusiasmo hasta que -tras el caderazo con Corinna- la Corte consideró que la monarquía sólo podría ser salvada si el rey se sacrificaba y abdicaba en favor de su hijo. La Gran Recesión y la crisis política en España habían resquebrajado el discurso unívoco de exaltación sobre la figura del rey Juan Carlos. Algunas de las informaciones sobre la fortuna del rey que sólo se publicaban en medios extranjeros o en libros semiclandestinos empezaron a tener eco en la opinión pública española. El relato único se había roto y se empezaba a hablar de los negocios sucios de la monarquía con Urdangarin a la cabeza.
Los años dorados del rey Juan Carlos han pasado a mejor vida -ya no lo invitan ni al superaniversario de la Constitución- pero eso no quiere decir que la Corte que lo mimó y protegió haya dejado de hacerlo. La última misión imposible encomendada a la Corte ha sido salvar al rey Juan Carlos de las investigaciones sobre diversos trapicheos destapados en una conversación de Corinna Zu-Wittgenstein con el siniestro comisario Villarejo: el cobro de presuntas comisiones ilegales por el AVE a La Meca, una supuesta fortuna escondida en Suiza, propiedades en Marruecos, amnistías fiscales.
El juez Diego de Egea ha archivado la pieza que investigaba el contenido de esas grabaciones. Lo ha hecho después de que se lo pidiera la Fiscalía Anticorrupción por la escasa relevancia penal de las acusaciones que afectan a Juan Carlos y porque, en el momento al que atañen los hechos, el rey emérito era inviolable. “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”, reza la Constitución. Sobre esta cuestión hay diferencias de interpretación jurídica. ¿Es el rey inviolable para todos sus actos o sólo para aquellos que ejerce como jefe de Estado? La inmensa mayoría de la Corte interpreta que Juan Carlos está libre de ser investigado.
Cerrada, por el momento, la vía judicial existía la vía paralela de la investigación política en el Congreso de los Diputados. El rey puede estar protegido de la actuación de la justicia pero no del derecho al conocimiento que pueden ejercer nuestros representantes políticos. Pero esa puerta también se ha cerrado esta semana. La Corte del rey -PP, PSOE y Ciudadanos en la mesa del Congreso de los Diputados- rechazó el martes debatir la creación de una comisión de investigación sobre las actividades sospechosas de Juan Carlos.
La Corte no quiere levantar las alfombras porque allí no sólo está el rey sino todos los que le ayudaron, encubrieron o miraron para otro lado y, en último término, está en juego el relato oficial sobre el papel de la monarquía en España en los últimos 40 años. “Un embajador español acompañó a Corinna en una reunión oficial como enviada de Juan Carlos I a Arabia Saudí”, revelaba eldiario.es esta semana. Hay muchos intereses en juego.
La Corte protege al rey emérito gracias a la inviolabilidad en los tribunales y al blindaje en el Congreso pero, paradójicamente, al bloquear las investigaciones, esa misma Corte extiende la sospecha sobre el monarca y legitima la pregunta que nos viene a los plebeyos a la cabeza: ¿es el rey Juan Carlos un delincuente?
Sobre este blog
Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.