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La brecha salarial complica el acceso de la mujer a la vivienda

Cartel de alquiler de vivienda

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La brecha salarial desfavorable para las mujeres en relación a los hombres tiene reflejo en muy diversos terrenos. Uno de ellos es el acceso a la vivienda. Así, el esfuerzo económico necesario que tienen que afrontar las mujeres asalariadas de 18 a 34 años para el acceso a una vivienda libre en compra y alquiler resulta significativamente superior al de los hombres. El coste de acceso a una vivienda en propiedad de las mujeres asalariadas resulta diez puntos superior al que tienen que afrontar los hombres asalariados.

Las mujeres asalariadas vascas de 18 a 34 años podrían financiar la compra de una vivienda de apenas 100.000 euros, mientras que los hombres podrían financiar una vivienda de hasta 122.000. Este precio medio está muy por debajo del precio medio de una vivienda usada en Euskadi, e incluso de la propia vivienda protegida.

Mientras, el coste de acceso en régimen de alquiler libre para las mujeres asalariadas se ha incrementado en los últimos años debido al incremento de los precios medios del alquiler en Euskadi. En 2016 debían destinar el 73 % de su renta para asumir el pago de una renta de alquiler libre en Euskadi, 13 puntos porcentuales más que la población asalariada masculina. Es decir, la renta máxima tolerable que pueden afrontar de forma sostenible las mujeres asalariadas de 18 a 34 años para independizarse en solitario se encuentra tres veces por debajo del precio medio del alquiler libre, alrededor de 362 euros.

Esta renta media se sitúa por debajo de la renta que pueden asumir los hombres asalariados (438 euros). Ambas rentas máximas se encuentran muy lejos de la renta media de las viviendas ofertadas en alquiler en Euskadi que en 2017 alcanzaba 944 euros de promedio. Son datos recogidos por el Observatorio Vasco de la Vivienda, que destaca el peso de las mujeres en la demanda de Etxebide (servicio público de vivienda): el 52,2 % del total en 2018. El colectivo más numeroso comprende a las mujeres más jóvenes, con menor nivel de ingresos y las que optan por el alquiler.

La brecha salarial tiene su origen en la calidad del empleo de las mujeres asalariadas, que ha empeorado en los últimos años. El proceso de reactivación económica ha supuesto el incremento del empleo temporal desde el 24 % en 2013 al 27 % en 2016. La incidencia del empleo a tiempo parcial en las mujeres asalariadas alcanza al 27 % de trabajadoras de 30 a 44 años, seis veces más que en el caso de los hombres.

 

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