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“Los escritores somos más inocuos para la ciudad que los arquitectos”

Los escritores Bernardo Atxaga, Harkaitz Cano, Ramón Saizarbitoria y Fernando Savater (de izquierda a derecha).

Iker Rioja Andueza

El edificio quizás más emblemático de San Sebastián, el palacio real de Miramar, ha sentado este martes a cuatro arquitectos muy singulares en una de sus salas nobles en el marco de la bienal internacional de arquitectura de Euskadi, Mugak. No son profesionales de planos y ladrillos. De hecho, han sido sabios al reconocer su total ignorancia sobre las técnicas más específicas de la disciplina. Pero ellos, con papel y tinta, son capaces de construir ciudades cuyas calles también son muy transitadas. Los escritores Ramón Saizarbitoria, Bernardo Atxaga, Fernando Savater y Harkaitz Cano han protagonizado una deliciosa tertulia literaria que ha tenido muy poco que ver con cimientos y estructuras y mucho más con las ciudades como escenarios de crímenes, viajes, amoríos o simplemente chascarrillos.

Saizarbitoria, que ejercía de moderador, ha abierto fuego lanzando la pregunta al aire: ¿Se puede leer la ciudad como si fuera una novela para poder acometer planes urbanísticos? Atxaga ha sido tajante y ha sostenido que la literatura y los historiadores “convertirían una ciudad en un espacio acogedor o grato”. “Los que leemos mucho vamos proyectando recuerdos literarios en todo”, ha coincidido Savater. Saizarbitoria ha apostillado que algunos escenarios novelescos han terminado por moldear la realidad, como ha ocurrido en la estación de King’s Cross de Londres, desde donde partía la saga de Harry Potter.

Cano, al que han presentado como el escritor vasco más “neoyorquino” o “brooklyniano”, ha descrito cómo la propia estética de las urbes marca su estilo de vida. Las “ciudades civilizadas de Europa”, ha explicado, son las que no renunciaron al tranvía y al adoquín. De algunas arterias de San Sebastián como Prim ha asegurado que vive más en el ayer –otros ponentes han aludido a su poso aristocrático- mientras megalópolis como el DF mexicano viven “en el mañana”, en el apocalipsis.

Partiendo de esa decoración, pueden surgir historias, aunque ha admitido que es mucho más fácil ambientar una escena en las calles de Nueva York, donde hasta un ordinal como la Quinta es un lugar común, que en San Sebastián, donde habría que explicar al lector la “idiosincrasia de que un personaje se bañe en una playa o en otra”. Como tampoco la estación subterránea de autobuses de Donostia es igual que la londinense Victoria Station. “Verosimilitud”, ha añadido Atxaga, que ha asegurado que el mismo suceso puede ocurrir en la terminal de Burgos o en Grand Central, si bien no es igual de creíble.

Las miradas se han posado en Atxaga, que ideó para su obra eterna ‘Obabakoak’ una “geografía imaginaria”. ¿Mejor la realidad o mejor algo nuevo? ¿O quizás alguna fórmula intermedia como Vetusta? “No tenía otra salida que construir una geografía imaginaria. Y no sólo para que el lector no señale [posibles gazapos], sino porque si necesitas un ferrocarril, pones un ferrocarril”, ha respondido. Saizarbitoria ha bromeado que el escritor es un arquitecto que no sólo puede poner o quitar un tren, sino que incluso puede poner lluvia en un párrafo y un sol radiante en el siguiente.

Savater ha reconocido que “cuando uno abre un libro y aparece su ciudad, es una alegría”. En la tertulia se hablado de Hemingway bañándose en el “marco incomparable” que es la bahía de La Concha y sobre todo de Baroja, un donostiarra que sostenía que la capital de Gipuzkoa “es un escaparate en donde no hay nada de lo que busco”.

Según Cano, Donostia y su vida social dan mucho más de sí que lo que se ha trabajado en la literatura, mientras que Saizarbitoria ha puntualizado que ahora mismo no ve a la ciudad atrayendo escritores para contar historia de sus calles. “Si se deshielan los polos y sube el nivel del mar, San Sebastián sólo será protagonista de ’20.000 leguas de viaje submarino’”, ha bromeado Savater. Atxaga ha zanjado el debate contando un “secreto” que ha hecho esbozar una sonrisa al auditorio: en los baños del Paseo Nuevo hay escrito un poema de su puño y letra.

¿La conclusión? “Al arquitecto le sobran las casas porque quiere hacer las suyas, ve el posible solar para levantar otro edificio. Los demás nos quedamos con la casa que hay”, ha opinado Savater. “Los escritores somos más inocuos para la ciudad que los arquitectos”, ha zanjado Saizarbitoria.

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