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El 'Guernica' de Picasso nunca viajará a Gernika

El 'Guernica', expuesto en el Reina Sofía.

Aitor Guenaga

En cada aniversario del bombardeo de Gernika por la Legión Cóndor nazi hay una reivindicación que aflora, con más o menos fuerza, por parte de los partidos nacionalistas o las instituciones vascas: el traslado a Euskadi del 'Guernica', el cuadro de Pablo Picasso que situó al municipio vizcaíno en el catálogo mundial de los horrores del siglo XX. El 'Guernica, Genikara' tantas veces escuchado, pero que no tiene posibilidad alguna de hacerse realidad.

Incluso cuando el museo Guggenheim Bilbao abrió sus puertas hace ahora 20 años, su director, Juan Ignacio Vidarte, cursó una petición para que la obra más internacional del pintor malagueño, encargada en 1937 por el Gobierno de la República, fuera trasladada con carácter temporal para la inauguración de la pinacoteca vasca. Pero las autoridades museísticas y políticas siempre se han parapetado en los sucesivos informes técnicos realizados sobre el estado de conservación de la obra de Picasso -anualmente visitada por mas de dos millones de personas- para negar tal posibilidad. 

La última conclusión del informe elaborado en 1997 por el Museo del Reina Sofía sobre la obra eterna del pintor malagueño ya confirmaba que “no debe volver a exponerse la obra a ningún tipo de movimiento o traslado fuera de las salas del museo”. Y esta afirmación se ha convertido en una ley no escrita cada vez que, como ahora, se reaviva el debate sobre la exigencia de que el enorme cuadro -con unas dimensiones de 7,76 metros de largo por 3,49 de altura- sea enrollado de nuevo para ser sacado de su actual ubicación en la pinacoteca madrileña, la planta segunda del 'Sofidú', y trasladado a Euskadi o a cualquier otro lugar del mundo.

El citado informe, firmado por la entonces jefa del Departamento de Conservación y Restauración del Reina Sofía, Pilar Sedano, añadía que la obra 'Guernica' “está en unas condiciones de conservación muy precarias debido a los numerosos traslados y que han terminado causando daños importantes, algunos de ellos irreversibles, como el debilitamiento y rotura de fibras en determinadas zonas o la impregnación de cera en la capa pictórica y preparación, cuya eliminación es imposible”. Y desde entonces no se ha realizado una investigación tan en profundidad sobre la conservación de la obra: el documento de los técnicos tenía 187 páginas, se realizó un mapa con 137 fotografías y en el estudio se empleó un microscopio con vídeo incorporado.

El actual portavoz del Gobierno español, Íñigo Méndez de Vigo, resaltó esos argumentos en una visita girada a Bilbao en enero de este año: “Es imposible mover el 'Guernica', por su azarosa vida tiene unas condiciones de conservación enormemente difíciles”, explicó. Los expertos del MoMA ya trataron la obra en Nueva York en 1957, colocando entonces unas bandas de tela de refuerzo pegadas con cera fundida para consolidar la pintura. Con el tiempo, esa resina aplicada en su día con calor, ha ido atravesando las capas de preparación y pintura hasta hacerse patente en la obra.

La propia Sedano, en una entrevista en 2007 a la revista de arte Logopress, añadía lo siguiente: “El 'Guernica' tiene un estado de conservación muy precario. En los años 50 sufre una intervención bastante importante donde se le incluye cera desde la parte de atrás. El mal estado de conservación se logró paralizar pero no solucionar. Hay muchas zonas de la pintura que están hoy en día sujetas a una intervención. No conviene estar moviendo el cuadro precisamente por su delicado estado de conservación. Tanto el soporte como la capa pictórica”, precisaba entonces.

Incluso cuando fue cambiado de sala 6 dentro del Reina Sofía -para acondicionar el lugar donde se exhibe- el cuadro no se enrollo y fue trasladado sin plegar. “El movimiento se realizó estirado tal y como lo vemos colgado. Desde que llegó de Nueva York nunca se ha vuelto a plegar”, confirma Sedano. En enero pasado, el nuevo director del Reina Sofía, Manuel Borja Villel, se mostró tajante a la hora de plantear mover el cuadro de lugar: “sería un error histórico, museográfico y social”.

Llega a España en 1981, procedente de Nueva York

El cuadro llegó a España el 10 de septiembre de 1981, en concreto al Museo del Prado, directamente del MoMa de Nueva York, donde había estado a buen recaudo, tras una negociación con los responsables del museo neoyorquino no exenta de dificultades. Ese año, el 25 de octubre concretamente, se celebraba el centenario de Picasso, un artista que siempre había dejado clara su voluntad de que la obra retornara a España cuando se recuperaran las libertades y volviera el sistema democrático. Esas a las que Picasso homenajea con las imágenes desgarradoras y llenas de fuerza de su cuadro.

No en vano, Picasso encontró inspiración en las crónicas del famoso corresponsal de guerra británico George L. Steer, quien anunció al mundo el bombardeo de la Villa en sus reportajes de The Times frente a la mentira de que Gernika había sido quemada por los 'rojos'. Sterr dejó por escrito en su libro 'El árbol de Gernika' que la destrucción de Gernika “no solo fue espectáculo horrible para los que la presenciaron, fue además el objeto de la más gigantesca y absurda mentira que jamás escucharon oídos cristianos desde que Ananías fue conducido con los pies por delante a un horno caliente”. “Fue”, añadía, “sin ningún género de duda, el ataque más concienzudamente elaborado y perpetrado contra una población civil europea desde la Gran Guerra”. Y eso merecía un recuerdo que perdurara en el tiempo.

El cuadro, de hecho, se hizo realidad por un encargo del Gobierno español republicano para ser exhibido en el Pabellón español de la Exposición Internacional de París de 1937. Fue una donación del pintor Pablo Picasso, aunque el entonces agregado cultural en la Embajada española en París Max Aub -quien junto al entonces director general del Bellas Artes del Ejecutivo republicano, Josep Renau, José Bergamín y Juan Larrea gestionaron cara a cara con Picasso el encargo en enero de 1937- terminó por convencer al pintor para aceptar los 150.000 francos de la época que finalmente cobró.

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