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Del abuso sexual al acoso escolar: la “pesadilla” del denunciante de Gaztelueta

El exalumno de Gaztelueta mantiene que su profesor abusó de él, pero no lo contó por "vergüenza"

Alba Díaz de Sarralde

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El 'caso Gaztelueta' es algo más que abusos sexuales. El denunciante, de apellido Cuatrecasas y 22 años, ha incluido en su declaración ante la Audiencia Provincial de Bizkaia el acoso escolar sufrido por sus compañeros. El acusado, José María Martínez Sanz, sacaba a menudo al joven de clase para ir a su despacho, lo que supuso numerosas burlas y bromas en la clase.

Martínez, que ejercía de preceptor con el denunciante y “otros 20 o 30 alumnos”, ha afirmado durante las preguntas de la Fiscalía que lo normal eran “dos tutorías al mes, de 20 minutos aproximadamente”. Sin embargo, cuando las salidas de Cuatrecasas se volvieron más habituales y su duración se alargó, sus compañeros comenzaron a bromear sobre el tiempo invertido en el despacho de Martínez: “Se reían y me decían a ver si era su novia, si nos hacíamos pajas… Una vez un compañero me cronometró. 50 minutos”.

El denunciante también se ha referido a su profesor como desencadenante de algunas bromas que reían sus compañeros. En concreto, en una clase sobre sexualidad, el acusado ha relatado que se mostraron dos siluetas –una del cuerpo masculino y otra del femenino- y al referirse a los pechos de la mujer, se refirió a Cuatrecasas “y dijo que nunca iba a tocar ninguno”. Martínez, por su parte, ha afirmado que en clase era un poco “guasón”, pero que lo era con todos: “Si alguna vez me burlé de Juan fue en el mismo contexto que con los demás”, ha manifestado.

Sin embargo, el denunciante también ha mencionado un comentario que hizo Martínez cuando volvió al colegio después de tres semanas de ausencia por una apendicitis. “¡Qué debilucho!”, dijo Martínez, según Cuatrecasas. El sentimiento que esto produjo en el denunciante contribuyó al temor a las burlas: “Si él lo decía, que era para mí una figura de poder, también lo dirían mis compañeros”.

A pesar de que la defensa ha querido reflejar estas bromas como algo sin importancia, los hechos denunciados tienen una relación directa con las visitas al despacho de Martínez: el denunciante ha afirmado que no contó lo sucedido por “vergüenza y miedo de que se rieran”, algo que, según afirma, hacían cada vez que volvía de las tutorías con Martínez.

Cuando Cuatrecasas comenzó a tratar con psicólogos y psiquiatras, el centro de las conversaciones fue el ‘bullying’ sufrido por sus compañeros: “No conté nada en un principio porque me sentía mal principalmente por el acoso”. Acoso al que el presidente del tribunal, Alfonso González Guija, se ha referido como “supuesto” a pesar existe una condena de la Fiscalía de Menores contra dos excompañeros del joven, que reconocieron su culpa, aunque al ser menores de 14 años esta se basó en trabajos sociales.

El acoso escolar alcanzó su máxima expresión cuando Cuatrecasas dejó Gaztelueta, después de los dos años en los que los supuestos abusos sexuales tuvieron lugar: “Me los encontraba [a los excompañeros] en la parada de autobús al nuevo colegio. No quería ir”. Fue en el nuevo colegio cuando el joven comenzó con las pesadillas, aunque no recuerda el momento exacto. Ha relatado episodios en los que aparecían tanto Martínez como sus antiguos compañeros: “Soñaba que se cambiaban a mi nuevo colegio”.

Fue por la red social Tuenti, muy popular entre adolescentes en aquella época, cuando las amenazas siguieron persiguiendo al joven: “A través de una cuenta que se llamaba Ganeko me decían que se iban a follar a mi madre, que me iban a tirar de un quinto piso, que me iban a sacar los ojos…”, ha recordado el joven, cuando ha sido preguntado sobre su sentimiento de amenaza. Ganeko es un nombre relacionado es un nombre relación con Gaztelueta.

El joven ha recordado que un día, cuando su padre lo recogió del colegio, le pidió que le contase qué ocurría tras notar algo raro en él. Fue cuando reconoció por primera vez el acoso escolar que sufrió en Gaztelueta, lo que había desencadenado en él “fobia a ir a clase”. Lo primero que contó a sus padres fue el acoso. El reconocimiento de los supuestos abusos sexuales no llegó hasta más adelante. “Un día prometí a mi madre que iría al colegio. Cuando estábamos a punto de llegar, salté del coche en marcha”, recuerda Cuatrecasas del día en que, al fin, se atrevió a contar lo que vivió en sus años de Secundaria en Gaztelueta.

Medio centenar de exalumnos del colegio ha apoyado al profesor acusado mediante actas notariales incorporadas al sumario del caso y que destacan su buen hacer. Mientras tanto, solamente un compañero ha declarado que Martínez sí sacaba al denunciante de clase más a menudo que a los demás y que las tutorías duraban más de lo normal. No ha firmado esas actas notariales y declarará como testigo de la Fiscalía este viernes.

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