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La víctima ratifica la denuncia de abusos sexuales en el colegio del Opus Gaztelueta: “Esto no se cura. He estado a punto de suicidarme”

El exprofesor de Gaztelueta José María Martínez Sanz

Iker Rioja Andueza / Alba Díaz de Sarralde

Estaba nervioso, por momentos emocionado y a veces incluso bloqueado, pero el joven de apellido Cuatrecasas, que cuenta 22 años, ha ratificado en la Audiencia Provincial de Bizkaia, en el arranque del juicio que esclarecerá los hechos, su denuncia de abusos sexuales contra su antiguo preceptor o tutor en el colegio del Opus Dei Gaztelueta, José María Martínez Sanz. Es al menos la cuarta ocasión en que lo hace. El caso se remonta a hace una década, cuando el entonces adolescente cursaba en ese centro masculino de Leioa los primeros dos cursos de Secundaria. La víctima, al que un biombo ha separado físicamente del acusado, ha relatado no sólo como padeció tocamientos y penetraciones sino también las graves consecuencias derivadas de aquellos hechos: acoso escolar, “bloqueo” emocional, aislamiento social e incluso deseos de poner fin a esa pesadilla con la muerte.

Preguntado por el abogado de Martínez Sanz, Eduardo Ruiz de Erenchun, en relación a los motivos de su denuncia –retomó un caso que hasta entonces no había prosperado una vez cumplida la mayoría de edad-, el joven ha manifestado que necesita un resarcimiento y “reconocimiento” para seguir con su vida. “Esto se puede suavizar, pero no curar. He llegado incluso a estar a punto de suicidarme”, ha manifestado mientras el presunto culpable escuchaba el duro relato cabizbajo en la soledad del banquillo de los acusados.

El denunciante ha explicado primero más en genérico y luego con detalles a petición expresa del tribunal en qué consistieron los abusos. Durante varias horas, ha relatado conversaciones de índole sexual, tocamientos en el cuerpo, masturbaciones forzadas y un caso de penetración. Los hechos se produjeron, según este testimonio, cuando Martínez Sanz sacaba al estudiante de clase para sus tutorías y lo llevaba a un despacho cerrado y oscuro. En el final del segundo curso en que el docente fue el preceptor, el alumno llegó a huir para evitar la “despedida” que le había prometido. Algunos de sus compañeros llamaban al joven la “novia” de Martínez Sanz y referían que se “cascaba pajas” en los despachos.

Al final de ese año académico (2009/2010), el joven pasó a otro centro por decisión de su familia, aunque todavía no conocían el alcance de la denuncia. Allí alumnos de Gaztelueta contactaron con él por redes sociales y le hicieron llegar mensajes de contenido amenazante y humillante. Ello provocó una crisis en el joven, que empezó a comportarse de manera anómala hasta el punto de huir en varios momentos. Fue en ese contexto cuando empezó a revelar lo que le pasó en su anterior colegio, según ha indicado.

El abogado del acusado ha hecho hincapié en las “contradicciones” del relato del joven en su valoración a la prensa de la primera sesión del juicio. En sala, ha destacado que hasta 2015 no contó lo más grave de los abusos, la penetración. En esa línea se han centrado también los interrogatorios del fiscal, Alejandro Torán, y del presidente del tribunal, Alfonso González Guija. Cuatrecasas ha insistido en que algunos detalles de aquella época le resultan borrosos y que los ha ido contando a medida que ha tenido “fuerzas” para ello. Su abogada, Leticia de la Hoz, ha remarcado que todo los hechos fueron “forzados”.

Antes que la víctima ha declarado el acusado. Martínez Sanz, llorando, ha asegurado que lleva “2.669 días” sufriendo por esta denuncia. “Me levanto por la mañana y no encuentro explicación. Yo no encuentro explicación para esto. Quizás en el juicio vengan profesionales que puedan explicar esta frustración o inquina [de la familia del denunciante]”, ha manifestado después de declararse inocente y de insistir, casi a gritos, que “jamás” abusó de su antiguo alumno. Su testimonio estaba muy trabajado.

Según su versión –los imputados tienen derecho a mentir y a no autoinculparse-, no trataba al denunciante de manera diferente y era igual de “guasón” con todos los alumnos. En las sesiones de tutoría no cerraba la puerta en ningún caso, ha insistido también. Incluso ha referido que el hoy director de Gaztelueta, Imanol Goyarrola, que era el anterior tutor de la víctima y subdirector, le habló del chico y le pidió que le “cuidara” especialmente, algo que él hizo visitándole tras una intervención quirúrgica, llevándole regalos o incluso comiendo con él y su familia en casa. Martínez Sanz se ha negado a responder a las preguntas de la acusación particular, de la abogada de la víctima.

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