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Desde no poder pagar tampones hasta no saber qué es un DIU: así afecta la pobreza menstrual a las mujeres

Asistentes de la comunidad de aprendizaje sobre pobreza menstrual dibujando sus propias vulvas

Maialen Ferreira

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¿En la Grecia Clásica la menstruación se consideraba símbolo de fertilidad y prosperidad o el resultado de un cuerpo inacabado? ¿El útero y la mujer eran considerados un recipiente o un ser con pensamiento autónomo? ¿Fue Napoleón Bonaparte quien realizó el primer estudio del clítoris? Estas son algunas de las preguntas que se han lanzado al aire durante la comunidad de aprendizaje sobre pobreza menstrual que se está llevando a cabo en BBK Kuna, Bilbao, durante estos meses. Las 17 asistentes se miran unas a otras sin saber qué responder. A pesar de que cada una cuenta con un perfil distinto -hay médicas, matronas, trabajadoras sociales, políticas y estudiantes- todas tienen algo en común: la falta de información sobre la menstruación.

¿Cuántos orificios tiene la vulva? ¿Cuáles son los efectos secundarios de los anticonceptivos que existen? ¿Por qué hay mujeres que tienen reglas dolorosas y otras que no? Mismas caras de asombro y misma respuesta entre las asistentes: el silencio. “El analfabetismo menstrual existe y es parte de lo que conocemos como pobreza menstrual, porque las políticas públicas y la educación no abordan esta temática y generan desigualdades y una situación de inseguridad en las mujeres, porque viven recurrentemente una situación a la que no saben hacer frente. El 49% de las mujeres en España llegan a su primera menstruación sin saber lo que es, con lo cual se enfrentan a una situación en la que no saben para qué sirve la regla o no conocen las opciones que tienen dentro de los productos de higiene, con el estigma que todo ello conlleva”, asegura Eider Inunciaga, directora de BBK Kuna y una de las instructoras de la comunidad de aprendizaje.

El objetivo de este tipo de talleres es abordar temáticas que se desconocen o que están invisibilizadas -en este caso la pobreza menstrual- para que, entre todas, generen un aprendizaje colectivo a través de preguntas y resultados. “Vamos a trabajar en tres enfoques, cada una aportará su experiencia personal y profesional sobre ello. Hablaremos sobre la anatomía, la biología y el dolor en los ciclos de la menstruación, sobre el estigma y, en la última sesión, trataremos sobre los recursos naturales que tenemos para hacer frente a la menstruación”, detalla Inunciaga. Una vez tengan desarrollada esa inteligencia colectiva, su intención es “sacarlo a la calle” a través de una serie de “entregables” o documentos con los resultados obtenidos en el proyecto.

El 49% de las mujeres en España llegan a su primera menstruación sin saber lo que es y dos de cada diez no pueden permitirse comprar productos de higiene femenina

¿Pero, qué es la pobreza menstrual? Según Inunciaga, se puede abordar desde diferentes enfoques. “Parece que el económico es el que más nos llama la atención, pero sobre la menstruación también hay pobreza educativa y cultural. Nos afecta a las personas desde diferentes enfoques y genera una desigualdad entre mujeres y hombres. El enfoque económico es el más claro porque genera una desigualdad económica no solo porque nosotras tengamos que adquirir bienes que no elegimos, sino porque son bienes que cuentan con un 21% de IVA en el caso de España, y eso que son bienes de primera necesidad. Dos de cada diez mujeres en este país no pueden permitirse comprar productos de higiene femenina”, lamenta.

La mayoría de las asistentes encuentran en el grupo una forma de desahogarse sobre temas que a lo largo de su vida han considerado un tabú. “He sufrido dolores menstruales desde que tengo memoria. Iba al médico y no me sabían decir qué me pasaba. Probé con las pastillas anticonceptivas, pero hacían que tuviera mal humor y me bajaban la libido”, lamenta una de las asistentes más jóvenes, aún estudiante universitaria. Otra, trabajadora social, confiesa que a ella las pastillas anticonceptivas le funcionan, pero que desde que las toma también ha notado cambios en la lívido. “Las mujeres somos distintas y los efectos de los anticonceptivos también lo son. La clave es tener acceso a la información, probarlo y después decidir cuál es el adecuado para cada una”, les aclara Janire Miranda, matrona y sexóloga en el Servicio Vasco de Salud (Osakidetza).

Miranda es la encargada de llevar a cabo la sesión que se ha celebrado este martes. Dada su experiencia en el campo, responde a las preguntas de las asistentes con cercanía y de forma clara. “A mi consulta llegan mujeres que me piden perdón porque no están depiladas o porque sienten que su vulva huele. Tenemos que estar tranquilas, es normal que haya pelos y es normal que huela. Lo que no es normal es que nos duelan las relaciones sexuales o que queramos operarnos la vulva para que se parezca a las que vemos en las películas porno”, señala. Según la matrona, a su consulta llegan mujeres cada vez más jóvenes acomplejadas porque sus órganos femeninos no se parecen a los que ven en ese tipo de películas y quieren operárselos. En esos casos, según asegura, trata de hacerles ver que cada vulva es diferente y que todas están bien, pero es consciente de que, en muchos casos, el complejo es tan grande que no puede hacer nada para evitar que sigan sintiéndose así. “Es triste, porque muchas veces los complejos o los estereotipos hacen que nos queramos parecer a un tipo determinado e irreal de mujer, por eso, que mujeres distintas compartan sus inseguridades y miedos con respecto a la sexualidad y a la menstruación, es muy útil, porque te ayuda a ver que no estás solas”, comenta.

Dibujar tu vulva para conocer tu cuerpo

Uno de los ejercicios que han realizado ha sido dibujar su propia vulva. “La verdad es que puedo dibujar una vulva, pero no sé si podría dibujar la mía, porque no me la he mirado mucho”, confiesa una de las participantes, mientras otras asienten con la cabeza a modo de confirmar lo que está diciendo. “Existe una vergüenza porque muchas veces te sientes sucia al mirarte la vulva, sobre todo cuando tienes la menstruación”, explica Inunciaga, mientras que Miranda va más allá y habla sobre una intención de la sociedad de alejar a las mujeres de sus órganos sexuales. “No es algo de ahora, a lo largo de la historia ha sido así. La menstruación estaba vista como una enfermedad, como la causante de tormentas y catástrofes. A día de hoy seguimos teniendo muy poca información no solo sobre nuestras reglas, sino también sobre nuestra sexualidad y eso se demuestra en las estadísticas. Un gran porcentaje de mujeres reconoce que tiene dificultades para llegar al orgasmo y muchas de ellas, incluso admiten no masturbarse”, lamenta la sexóloga y matrona.

Los hombres, aunque no tengan la regla, también deberían interesarse por estos temas porque es algo que afecta a la mitad de la población

Dentro de la comunidad de aprendizaje -aunque no han acudido a esta sesión- también hay dos hombres, que según indican son ejemplo de “las nuevas masculinidades que existen”. “Están interpelados por la temática y dicen que representan las nuevas masculinidades. Uno de ellos asegura que a pesar de ser padre de una niña y de ser hijo, no le ha tocado de cerca nada relacionado con la menstruación y es algo que nunca se ha replanteado, por eso su visión es muy interesante”, asegura Inunciga. “Los hombres, aunque no tengan la regla, también deberían interesarse por estos temas porque es algo que afecta a la mitad de la población”, coincide Miranda.

Desinformación sobre los métodos anticonceptivos

La última hora se ha basado en aclarar las dudas relativas a los métodos anticonceptivos existentes. Para ello, las asistentes han podido pasarse entre ellas distintos tipos de dispositivos intrauterinos (DIU) -hormonal y de alambre- mientras muchas reconocían que se trataba de la primera vez que veían uno. También han podido informarse sobre las pastillas anticonceptivas y los implantes. “Es increíble cómo una cosa tan pequeña que te pones en el brazo puede evitar que te quedes embarazada”, comenta una de las mujeres mientras observa un implante, un plástico blanco y pequeño que se inserta en el brazo para evitar el embarazo. “Yo lo tengo”, admite otra, que para mostrarlo se levanta el jersey y enseña el pequeño bulto que tiene en su brazo izquierdo. “Hay mucha gente que me dice que puede ser peligroso, pero a mí me funciona y estoy muy contenta con él”, asegura. Según han explicado aquellas que tienen más experiencia en el tema, como Miranda, la carga hormonal que libera “no es muy grande”, y eso permite a ciertas mujeres llevar una vida normal. Aun así, ha insistido que “cada mujer es un mundo y cada una debe encontrar el método que le venga bien”.

Entre las asistentes sale una pregunta: “¿Si no hay dolor en la menstruación, ni es irregular, por qué someter tu cuerpo a hormonas si se puede utilizar preservativo?”. “Es cierto que para nosotras hay multitud de métodos anticonceptivos y todo un negocio detrás, mientras que para ellos está el condón y poco más”, reconoce Miranda. “La clave”, insiste, “está en tener información. Porque es cierto que este tipo de cuestiones no se explican en las escuelas ni en las familias y, cada profesional de la salud tiene un criterio distinto. Yo recomiendo probar para ver si funciona y sobre todo tener información para que se tome la decisión correcta”, asegura.

Una vez terminen las sesiones establecidas, la intención es que la comunidad de aprendizaje siga reuniéndose para aportar entre ellas más conocimiento sobre la menstruación. Más allá, desde el espacio de innovación social de Bizkaia, BBK Kuna, próximamente se crearán más grupos en los que se debatirá sobre cuestiones como la interculturalidad y eventos para hablar sobre la acción climática en Euskadi o el racismo en el ámbito deportivo.

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