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Groucho, Chico y Harpo: los ordenadores que alojaron los primeros dominios .es

Groucho, Zeppo, Chico y Harpo: cuatro de los hermanos Marx forman parte de la historia de España

José Manuel Blanco

Los hermanos más famosos de la historia del cine protagonizaron comedias que han pasado a la posteridad: 'Una noche en la ópera', 'Sopa de ganso', 'Un día en las carreras'... El bigote, las gafas y el puro de Groucho son icónicos, junto a la mudez de Harpo y las dotes musicales de Chico. Pero además de divertir con diálogos y situaciones estrambóticas, los hermanos Marx también forman parte de la historia de la Red en España.

Todos ellos, incluido Gummo (el hermano que actuó en sus espectáculos de vodevil, pero nunca en el cine), sirvieron para nombrar los ordenadores en los que se alojaron los primeros servidores de correo electrónico patrios y en los que se gestionaron los primeros dominios .es. Estas máquinas eran operadas por los trabajadores de la RedIRIS, la encargada a finales de los 80 y comienzos de los 90 de implantar internet en el país.

“En esa época era muy típico poner nombres de ese estilo. Había universidades que ponían nombres de plantas, otros de personajes de cómics…”, explica a HojadeRouter.com Víctor Castelo, director de RedIRIS entre 1994 y 2004, cuando Groucho y sus hermanos ya estaban funcionando.

De hecho, ya antes de que llegara internet, cuando los ordenadores se conectaban a otras redes, se les ponía ese tipo de nombres. “Todas las máquinas en una red siempre han tenido un nombre”, corrobora Miguel Ángel Sanz, que aterrizó en RedIRIS a comienzos de 1991 con el cometido de montar las redes IP y las conexiones a internet. “Incluso antes de que existiera internet. Cuando era una red local, aunque estuviera desconectada del resto del mundo, cada máquina tenía que tener su nombre”.

Por ejemplo, cuando Castelo trabajaba en el CSIC, se le ocurrió poner nombres de árboles. “Empecé con uno que se llamaba Abeto, que era Acceso a las Bases de Datos, porque estaban allí las bases de datos. Abeto, Pinar…”. En el caso de RedIRIS, se comenzó con Groucho, Chico, Harpo y luego se saltó a artistas de cine y musicales. “A alguien se le ocurría una idea y todo el mundo estaba de acuerdo enseguida”.

Otras veces solo se usaba el nombre del fabricante: si era, por ejemplo, de Sun Microsystems, se la llamaba Sun; si había varias de un mismo fabricante, se las numeraba: IBM1, IBM2, IBM3… “Siempre los seres humanos tienden a dar nombres más nemotécnicos”, explica Sanz. “Incluso a nivel de los técnicos y de los informáticos. Les daban nombres familiares, son máquinas con las que los técnicos pasan muchas horas trabajando y les resulta mucho más amigable darle un nombre amistoso, un nombre agradable, que le traiga buenos recuerdos. Hay libertad absoluta en dar nombres”.

RedIRIS “era una organización muy pequeña, había tres o cuatro personas, no había unas normas grandes. Evidentemente, en organizaciones más grandes lo que se hace es tener una normativa a la hora de nombrar los equipos”, continúa. Además, “estaban constantemente cambiando. Una máquina no se dedicaba a una sola cosa”, añade por su parte Castelo. Podían, por ejemplo, tener la gestión de dominios de primer nivel o ser un servidor de correo electrónico.

Ordenadores cinematográficos y pitufos

Iñaki Martínez, un aficionado a las comedias de los hermanos Marx y trabajador en la RedIRIS, fue el encargado de apodar las máquinas. A la primera la nombró cuando trabajaba en el centro de cálculo del Departamento de Física Fundamental de la Universidad de Cantabria.

Eran mediados de los 80, y el CERN comenzaba a adoptar los protocolos de internet TCP/IP. Había allí un ordenador VAX con sistema operativo VMS conectado con otro protocolo a los ordenadores del CERN y hubo que modificarlo. “Los usuarios investigadores empezaron a preguntar por qué, entre los nombres de los procesos activos en la máquina, aparecía uno nuevo que contenía las iniciales ARPA (Advanced Research Projects Agency) del Departamento de Defensa de los Estados Unidos”, explica Martínez a HojadeRouter.com. Para que terminaran las preguntas, Martínez decidió “de forma totalmente unilateral y arbitraria” ponerle el nombre de Harpo.

A finales de 1987, cuando comienza la RedIRIS, Martínez se encuentra entre los trabajadores que empiezan a operar con esas nuevas máquinas. Uno de los primeros ordenadores con los que trabajó era un VAX muy similar al que tuvo en la Universidad de Cantabria, por lo que lo denominó Groucho. Más tarde, se adquirió la primera máquina de la empresa Sun Microsystems y se denominó Harpo, ya que el anterior estaba desconectado de sus responsabilidades.

En aquel nuevo Harpo, que también se conocía con el nombre más largo de sun.rediris.es, empezaron a dar de alta los primeros dominios .es de España. Paco Montserrat, trabajador de RedIRIS en aquella época y conservador de ordenadores, ha contado en su blog que “la dualidad de los dos nombres Sun/Harpo se mantuvo durante mucho tiempo”.

“Al principio, muchos de ellos eran solo para pasar mensajería electrónica”, cuenta Sanz. RedIRIS hacía de pasarela con otras universidades extranjeras que tenían internet y correo electrónico; el organismo recibía los mensajes y los pasaban a los centros. “Muchas organizaciones no tenían conexión a internet, pero sí que tenían correo electrónico”, señala. “Luego, según fuimos conectando las organizaciones a internet, se fueron ya delegando los primeros dominios en servidores de DNS alojados en cada uno de centros u universidades que fueron conectándose”.

En aquellos primeros tiempos se gestionaban pocas direcciones .es. “Estamos hablando de finales del 90, principios del 91, cuando empieza a crecer el tema de internet en España, aunque con una primera aproximación de uso”, explica Castelo.

“Esos primeros dominios eran como de andar por casa. Al principio no había ni normas. Simplemente era una necesidad técnica”, recuerda Sanz. Si había que dar de alta a, por ejemplo, la Universidad Politécnica de Madrid (una de las primeras de España en tener dominio), “se hacía sin mucha complicación”: la petición se hacía por teléfono, el equipo creaba un acrónimo y ya está. “Luego eso se fue formalizando cada vez más”, recuerda. Internet se popularizaba a mediados de los 90 y hubo que crear unas normas escritas, para establecer qué se podía registrar y qué no. Con el tiempo, el servicio se delegó en empresas especializadas.

Harpo, Groucho y demás familia no estaban al lado de los trabajadores. Protegidos en un edificio de la calle Alcalá de Madrid, Sanz, Martínez y el resto del equipo tenían que acceder a ellos desde estaciones de trabajo: Martínez gestionaba el servicio de correo electrónico que tenía la comunidad RedIRIS, alojado en Groucho, desde una estación llamada Pitufo. Sanz, encargado de la administración del .es alojado en Harpo, trabajaba desde una máquina Sun llamada Sideral.

Una costumbre que ha llegado hasta hoy

A comienzos de los 90 llegó Chico, otra Sun que fue servidor de correo y listas de RedIRIS. Incluso Zeppo, que no participó en todas las películas junto al trío más conocido, dio nombre a uno de los FTP que utilizó el organismo. Y aunque Gummo es el más desconocido para los cinéfilos, también dio nombre no a uno, sino a varios ordenadores para otros usos.

Nombres de árboles, de los hermanos Marx e incluso de jugadores de fútbol. La costumbre de poner calificativos simpáticos a las máquinas de la Administración llegó hasta el siglo XXI. En el verano de 2010, durante el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, 32 nuevas máquinas llegaron a RedIRIS y había que darles nombre. Aquellos días, las selección española de fútbol jugaba su partido de octavos de final contra Portugal, y algunos miembros del equipo pensaron que aquellas se podían llamar como los jugadores que estaban llevando a la Roja hasta donde nunca antes había llegado.

Así, los números finales de cada IP se relacionaron con los dorsales y se dio nombre a cada una: la 1 se llamó Casillas, la 2 Albiol, la 3 Piqué… La 24 fue Delbosque. Además, otras se llamaron como algunos jugadores de baloncesto: Marcgasol, Paugasol, Garbajosa… De este modo, los correos electrónicos que reciben los usuarios de universidades han podido pasar antes por los pies y las manos virtuales de quienes llevaron a España a la gloria deportiva.

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Las imágenes son propiedad, por orden de aparición, de Insomnia Cured Here, Museum of Computers, cedidas por Miguel Ángel Sanz (3 y 4) y Víctor Castelo (6) y Pixabay.

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