Dilma Rousseff intenta huir del 7-1
Los siete goles que Alemania marcó a Brasil el martes todavía resuenan en los pasillos de los ministerios de Brasilia. Y en los enrevesados círculos de la oposición. Para muchos analistas, el resultado del partido fue claro: Realidad 7, Dilma Rousseff 1. Algunos políticos de la oposición hacen un cálculo similar: Problemas de Brasil 7, Gobierno 1.
El mismísimo Acécio Neves, candidato presidencial del conservador Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), no desaprovechó la contundente derrota de Brasil para lanzar su recado en Twitter: “Derrota humillante. Llegó la hora de repensar no sólo la selección brasileña como Brasil #aeciomudabrasil”. El coordinador de la campaña de Internet de Aécio, Xico Graziano, fue todavía más incisivo en Twitter. “Claro que Felipão é culpado. Evidente que os jogadores caíram do salto alto. Certo que Lula e Dilma se ferraram. Muda Brasil”.
Por su parte, la presidente Dilma Rousseff, en entrevista con la CNN, afirmó que la derrota ni siquiera va a afectar al humor de los brasileños.Y el aparato comunicacional del Gobierno ya está intentando de forma clara separar fútbol y política. Pero la especulación financiera lo tiene claro: apuesta por la caída de Dilma. En los últimos días, las acciones de empresas brasileñas como Petrobrás o Vale subieron en Nueva York. “Es muy probable que esta derrota (contra Alemania) repercuta en la presidente Dilma”, aseguró a la Folha de São Paulo Raphael Juan, gestor de BBT Asset.
Un pequeño flashback pone en entredicho todas las frases anteriores. Martes 8 de julio. Brasil está a punto de enfrentarse a Alemania en el Mundial. El efuvisividad del pueblo brasileño, adormilada hasta el mismísimo inicio del Mundial, está in crescendo. Se ven más banderas en las calles. Se escuchan vuvuzelas. Hay optimismo: Brasil está casi en la final del Mundial. Los denominados “governistas” (que apoyan al Gobierno) llenan sus muros de Facebook con mensajes ufanista-nacionalistas. Su hashtag es #CopaDasCopas. Traducción: el mejor mundial de la historia, un Mundial bien organizado, una inversión bien invertida.
Un conocido dirigente del PT de Rio Grande do Sul llegó a colocar en Facebook un mensaje irónico pidiendo a Dilma la Copa América y la Copa de Europa, “pues nuestros estadios son mejores”. Pero la paliza de Alemania desbarató todos los planes. Dio un vuelto absoluto a la tortilla política. El PT comenzó a huir del Mundial. Y aquí las críticas de la derecha y la izquierda-que-está-a-la-izquierda del PT coinciden.
Rodrigo Nunes, profesor de filosofía de la Pontificia Universidad Católica do Rio (PUC) y vinculado a los movimientos sociales, critica justamente el camaleonismo del PT: “Cualquier intento de establecer un paralelo entre la implosión de la selección y un país al borde del caos sería tán metafórico y oportunista cuanto asociar una victoria del equipo a la idea de un país unido, plenamente desarrollado y que ha dejado atrás sus problemas. Pero hay un coste para el Gobierno y el PT, justamente porque ellos insistían hasta el martes en establecer este paralelo metafórico y oportunista entre fútbol y política”. El candidato Aécio Neves describe así la misma secuencia: “Cuando llegaron las manifestaciones, ella (Dilma) no tenía nada que ver con el Mundial. Cuando la Copa funciona, parecía hasta que era la delantera de la selección. Creo que van a pagar el precio quienes intentaron apropriarse de un evento que es de todos”.
Balones fuera
Balones fueraPero el laberinto de los oportunismos políticos no acaba ahí. Geraldo Alckmin, candidato a la reelección en el Estado de São Paulo y del mismo partido que Aécio Neves, aseguró que “la población no mezcla fútbol y elecciones”. Una declaración estratégica, pues la brutal represión policial ocurrida en São Paulo durante el Mundial y los presos que todavía están encarcelados ilegalmente dependen directamente de las fuerzas policiales del Estado (no de Brasília).
Lo cierto es que la historia no refrenda la teoría de que un mal resultado en un Mundial cambia el resultado en las elecciones. El fracaso de Brasil en el mundial de Suráfrica no impidió el continuismo de Dilma. El triunfo en un Mundial tampoco asegura la permanencia en el poder. En el año 2002 Brasil ganó el pentacampeonato y el PT llegó al Gobierno Federal. Pero algunos detalles cambian radicalmente el ecosistema fútbol-política: el Mundial se ha celebrado en casa, las críticas por su mala gestión y excesivos gastos han sido las mayores en la historia de la FIFA y la existencias de las redes sociales cambia todo.
¿Influirá pues el doloroso 7-1 en las elecciones de octubre? ¿Enrarecerá todavía más el clima un triunfo de la selección argentina, el enemigo histórico de Brasil? El antropólogo Roberto Damatta, en declaraciones al diario Estado de São Paulo, piensa que sí: “Todo lo que ocurre en la vida mental, social, en el paisaje simbólico, está interrelacionado. Con el peor resultado de la historia el fútbol coloca en foco, otra vez, otros temas”.
Flávio de Campos, sociólogo especialista en fútbol, ve clarísima la caída de Dilma: “La primera víctima fue Felipão. Y la próxima es Dilma”. El sociólogo Giuseppe Cocco opina que el “governismo” cometió “una cagada”: “Estaba repudiando el grito ”No va a haber Copa“ y ahora dice que sólo es fútbol. Apostó de forma equivocada por escuchar a los gurús del marketing y no a las calles”.
La socióloga Fátima Pacheco resalta el creciente pesimismo: “Hace unos meses que la perspectiva de los brasileños está muy negativa. El elector cambió, es más exigente”. La urbanista y activista Natcha Renná confia en que la derrota active de nuevo el diálogo del Gobierno con las calles: “Si quiere sobrevivir, el PT va a tener que reconstruir la confianza de la nueva generación que no vivió las derechas ni lulalá (Lula). Esta generación que quiere derechos y conoce apenas un Gobierno omiso a las voces de los que quieren ser protagonista de su historia”.
Lo que parece claro, en el galimarías político de Brasil, es que el voto nulo, en blanco y la abstención van a subir. Un Estudio de la Federación de Industrias de Río, revela que el 26% de los cariocas ya tiene decidido que votará nulo o en blanco. Una cifra altísima, teniendo en cuenta que en el Brasil de la #CopaDasCopas el voto es obligatorio.