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ENTREVISTA | Andrea Ammon

La directora de la agencia de control de enfermedades de la UE, sobre una segunda ola de casos: “La pregunta es cuándo y cuán grande será”

Andrea Ammon, directora del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC).

Daniel Boffey

Bruselas —

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La posibilidad de un segunda ola de infecciones por coronavirus en toda Europa ya no es una lejana teoría. Andrea Ammon, directora del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) –la agencia europea que asesora a los Gobiernos sobre COVID-19 (incluido el británico)–, sostiene que “la pregunta es cuándo y cuán grande será”. “En mi opinión, esa es la pregunta”, añade.

En esta pandemia del coronavirus, a los científicos les ha tocado la poco envidiable tarea de decir las cosas como son. Con muchos políticos ofreciendo garantías vanas, los epidemiólogos –una carrera nueva para muchos– se han caracterizado por la franqueza, incluso cuando esa honestidad ha ido en su propio detrimento.

“Por las características del virus y por lo que se sabe ahora de los diferentes países en términos de inmunidad poblacional, unos porcentajes de entre el 2% y el 14% que no son nada estimulantes porque dejan entre el 85% y el 90% de la población susceptible al contagio, el virus está alrededor de nosotros con una circulación mucho mayor que en enero y febrero... No quiero sonar alarmista, pero sí creo que tenemos que ser realistas, no creo en absoluto que este sea el momento de relajarse”, sostiene en una entrevista con The Guardian la exasesora del Gobierno.

Ammon trabajó como médica en un hospital y fue subiendo en la burocracia de la estructura sanitaria hasta convertirse en la directora del ECDC en 2017. La experta afirmó que el día 2 de mayo, Europa en su conjunto había superado el pico de infecciones, con la única excepción de Polonia.

Los Gobiernos europeos han comenzado a suavizar sus medidas de confinamiento. En algunos países, los bares y restaurantes vuelven a abrir. En otros se está probando un enfoque más paulatino. El mensaje de Boris Johnson a los ciudadanos británicos ha pasado del “quédense en casa” al “estén alerta”. La intención del primer ministro británico es mandar a los niños de vuelta al colegio en un par de semanas.

El trabajo de Ammon es seguir de cerca la relajación de las medidas y detectar pronto un posible repunte. Hablando por Skype desde la cocina de su casa, donde lleva dos meses trabajando a distancia, insiste en que una segunda ola con efectos desastrosos no tendría por qué ocurrir si la gente respeta las reglas y mantiene las distancias. El problema, dice, es que empieza a detectar un preocupante debilitamiento en la voluntad de cumplir con las normas.

“Creo que ahora es cuando se empiezan a notar la presión. Por un lado, vemos los motivos económicos para las pequeñas y medianas empresas, pero también la experiencia de la gente que no puede ejercer las libertades que normalmente tiene, como ir a donde quieren ir o estar con quien quieren estar. Y esto representa un cambio bastante fundamental sobre nuestra forma de vida. Sobre todo ahora que los contagios están bajando y la gente cree que se ha acabado. Pero no se ha acabado, de ninguna manera esto se ha acabado”.

Sobre si hay datos que reflejen este repunte, Ammon responde con gesto seco: “Todavía no. Tal vez no ocurra nunca, tal vez toda las medidas de adaptación se hagan de manera prudente. Esto es lo que estamos siguiendo de cerca ahora, ver qué está pasando con la aplicación de todas estas medidas”.

Hasta el miércoles, 158.134 personas han muerto a causa de la COVID-19 en la Unión Europea, el Reino Unido, Noruega, Islandia y Liechtenstein. Según Ammon, lo más probable es que la cifra real sea mayor. Con 35.341 fallecimientos, el Reino Unido lidera el ranking de muertes en Europa. Le siguen Italia, con 32.169 fallecimientos; y Francia, con 28.022. El número de contagios registrados ha sido de 1.324.183.

Uno de los contagiados es un miembro del equipo de Ammon. En la sede de la agencia en Estocolmo trabaja un reducido grupo de menos de 10 personas. “Parte de nuestro equipo de crisis está allí porque necesitan una cooperación muy estrecha, pero están sentados muy separados. En serio, tenemos que hacer lo que predicamos”.

Ammon recuerda que no fue hasta finales de enero cuando se hizo evidente que podía transmitirse entre humanos el nuevo virus que había provocado un número de muertes en la ciudad china de Wuhan. La preocupación inicial era evitar que la enfermedad se extendiera con casos importados.

El 26 de enero, cuando se supo que el virus era extremadamente contagioso, el ECDC aconsejó a los Gobiernos que reforzaran sus sistemas sanitarios por temor a un desborde como el que ocurriría poco después, con trágicas consecuencias, en la región italiana de Lombardía, en el norte del país.

“Hicimos hincapié en que debían actualizar sus planes. Especialmente en la preparación de hospitales, había que asegurar la capacidad de aumentar el número general de camas, y especialmente de las camas en cuidados intensivos. En mi opinión lo que ocurrió es que los Gobiernos subestimaron la velocidad con que aumentaría el número de casos (...) No es lo mismo tener dos días para aumentar la capacidad de camas que tener dos semanas”.

Ammon cree que cuando lleguen las inevitables investigaciones sobre los momentos clave en la propagación de la COVID-19 por Europa, uno de ellos será el regreso en la primera semana de marzo de las personas de vacaciones de esquí en los Alpes.

“En ese momento vimos los nuevos casos en toda Europa, y en realidad ellos habían estado en las pistas de esquí de los Alpes, en Italia, en Austria. Las estaciones de esquí son lugares muy concurridos y luego están las cabañas en la montaña, verdaderamente abarrotadas. Las condiciones perfectas para un virus así. Quiero decir que estoy bastante segura de que esto contribuyó a la amplia difusión en Europa”.

Después llegaron las medidas de confinamiento, una posibilidad teórica dentro del arsenal de medidas contra pandemias que pocos veían factible. “Recuerdo que cuando China puso las medidas de confinamiento en Wuhan, la gente me decía ‘Mira, esto no sería posible en Europa’”.

Ammon es consciente de que esas medidas ponen a prueba la paciencia de la gente, pero haberlas impuesto antes habría salvado más vidas, asegura. “Creo que si hubiéramos tomado estas medidas antes, podría haber sido posible, pero estas medidas son tan duras, o sea, tan ajenas a nuestra experiencia, que creo que fue necesaria, por desgracia, la situación en el norte de Italia para que todo el mundo entendiera que había que hacerlo”. Ammon cree que la batalla contra el coronavirus será larga. “No sé si para siempre, pero no creo que desaparezca rápidamente: parece estar muy bien adaptado a los humanos”.

Aún no ha reservado sus vacaciones de verano y aconseja a los que están pensando en un descanso que se preparen para una posible decepción. “Lo que estamos diciendo es que deben estar preparados, aunque haya vacaciones y vayan a algún sitio, no va a ser igual que el año pasado. En este momento no podemos decir que pueden salir y que es suficiene con lavarse las manos. Tienen que mantener las distancias. Estas medidas tienen que seguir en vigor”.

A pesar de las restricciones de los últimos meses, Ammon no acepta el argumento de que habría bastado con proteger a los ancianos, como han afirmado algunos. “Gente perfectamente sana también se enferma gravemente y muere. Después de lo que hemos visto en Europa con aproximadamente el 10% de la población contagiada, creo que no es una opción dejar que algo así ocurriera. Que el restante 90% también se hubiera contagiado es un escenario en el que creo que no queremos ni pensar”.

Traducido por Francisco de Zárate

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