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CUENCA

Irene Ortiz, profesora de Filosofía y experta en migraciones: “Hacen cola, a la espera de ser humanos”

La profesora de Filosofía Irene Ortiz, durante su participación en  Sagita Magma, en Cuenca

José An Montero

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Ni martes, ni jueves. Miércoles. Ni en Bellas Artes, ni en Humanidades, ni en Comunicación, sino en el Barrio de San Antón. Esas fueron las coordenadas de la undécima sesión de Sagita Magma, que convocó a un centenar de personas al Centro Cultural Alfarería Pedro Mercedes para una sesión que llevó por título ¿Quién contará nuestra historia? Identidad, memoria y márgenes del olvido, y que además contaba con el aliciente de la sesión Xtra-Poetry, que, a modo de sesión expandida, propuso un encuentro de poesía, performance y perfopoesía en formato micrófono abierto. Y todo ello en mitad de la exposición CAO, que muestra una antología de Gonzalo Cao, fallecido el año pasado, quien representó como nadie la esencia primigenia de la Facultad de Bellas Artes de Cuenca.

No eran pocos los alicientes de esta sesión, que comenzó con la proyección de las imágenes magmáticas diseñadas por Marta Feiner sobre el muro exterior de la Alfarería, justo sobre el anuncio emblemático del Alfar, que forma parte de la iconografía imprescindible de la ciudad desde mitad del siglo XX, pues por él circularon los primeros turistas contemporáneos que llegaban a la ciudad. Decenas de capas de historia, algunas contadas, algunas ignoradas, algunas olvidadas, en un barrio, el de San Antón, que ha sido durante demasiado tiempo “ese otro” que estaba de la otra parte del puente.

Mientras en el patio resuena la música magmática y se sirve vino caliente, conversamos en la sala aún vacía con Irene Ortiz Gala, que participará en esta sesión junto a Teresa López Franco y Alba González Medina. Irene Ortiz es reciente profesora de la UNED tras su paso por la Autónoma de Madrid, y su trabajo, centrado en el pensamiento italiano contemporáneo y la filosofía de las migraciones, recientemente ha publicado El mito de la ciudadanía (Herder, 2024), convirtiéndose en una referencia para comprender cómo las estructuras jurídicas moldean quién tiene voz y quién se queda fuera del relato público.

Irene Ortiz era una de las voces imprescindibles para esta primera edición de Sagita Magma, pues este seminario transita justamente ese espacio de divulgación y diálogo entre la filosofía y la actualidad que desde 2017 encarna la revista FILOSOFÍA&CO, de la que ella es directora filosófica desde 2022, un cargo del que deben de existir muy pocos ejemplos más en España y cuyas páginas acogen a muchos de las voces participantes en este Seminario Dopamina.

Pocos lugares como este alfar ubicado entre el barrio de San Antón y el río Júcar pueden ser más idóneos para hablar de migraciones, de gentes que llegan y habitan, pero también de quienes hacen parada provisional a este lado del puente. San Antón, nacido del tránsito y del trabajo en el siglo XIV, es un barrio que se aferra a la vida con la misma fuerza con que se sujeta al Cerro de la Majestad y que, desde hace décadas, aún arrastrando el estigma de la marginalidad, conserva una identidad mestiza y digna que pocas veces tuvo la oportunidad de contar la historia desde sus habitantes y no desde la mirada ajena.

¿Quién contó su historia? ¿Quién contará su historia? “Hay muchas voces sin narración… voces que quedan desplazadas a unos márgenes que no merecen ser escuchados y que entonces no entran en esa historia. Por eso a mí me parece que es un acto de justicia epistémica reconocer esas voces que han quedado desplazadas y habilitar los espacios para que puedan hablar”, señala Irene Ortiz, espacios como este Centro Cultural Alfarería Pedro Mercedes al que Lamosa insufla el aliento vital y creativo.

“Me gusta mucho el título Quién contará nuestras historias, porque no se trata solo de ser nosotras quienes podamos contarnos, sino de ver cómo nos narran los otros y cuál es el espejo que nos ofrecen”, añade Irene, porque no basta con poder narrarse; es necesario también ser narrado y escuchado por los demás.

Los ecos de Hannah Arendt resultan ineludibles en esta sesión, “La pertenencia a una comunidad política es la condición para que la vida humana sea algo más que un simple hecho biológico”, escribió. Irene Ortiz, quien advierte que “a pesar de que han pasado dos mil años (desde el Imperio Romano), seguimos teniendo que enfrentarnos al mismo problema: quién es ciudadano, de qué Estados y quiénes quedan fuera”, afirma Irene Ortiz. Porque la ciudadanía ha funcionado históricamente como un dispositivo de selección, muy lejos de ser un verdadero horizonte de inclusión.

Hay algo así como una espera burocrática para ser humanos. Cuando nace un niño, una de las primeras cosas que hay que hacer es inscribirlo en el Registro Civil. Esa vida se convierte en vida política solo cuando pasa por un procedimiento administrativo. En los procesos migratorios ocurre algo muy parecido

“El problema fundamental no es quién entra, sino quién queda fuera del dispositivo”, subraya la pensadora. La ciudadanía, desde sus orígenes ligados a la idea de 'haber nacido de la propia tierra', conserva principios heredados de mitos fundacionales griegos según los cuales la pertenencia se define por la sangre unida al territorio y por que esa tierra debe protegerse preservando un mismo linaje.

La vida atravesada por los procesos administrativos. “Hay algo así como una espera burocrática para ser humanos. Cuando nace un niño, una de las primeras cosas que hay que hacer es inscribirlo en el Registro Civil. Esa vida se convierte en vida política solo cuando pasa por un procedimiento administrativo. En los procesos migratorios ocurre algo muy parecido”. “Hacen cola, a la espera de ser humanos”, escribe en alguno de sus trabajos.

“Hoy no hablamos tanto de apátridas como pensaba Hannah Arendt, sino de titulares de una ciudadanía frágil”, observa recordando que los movimientos migratorios actuales no se deben tanto a la ausencia de ciudadanía como a la posesión de una ciudadanía frágil, una condición que permite que ciertas vidas reciban un trato inhumano sin que ello constituya delito.

“Cuando hablamos solo en cifras, algo se pierde. La deshumanización es previa a que ciertas muertes sean toleradas”, advierte, hasta el punto de que “las muertes de algunas personas se interpreten como consecuencia lógica de su existencia”. “Y es, en última instancia, reducirlos a vidas en las que no pasa nada cuando se mueren, vidas que no activan ninguna exigencia de responsabilidad, a diferencia de lo que ocurre con quienes son titulares de una ciudadanía fuerte.”

Una norma que se apoya en relatos previos compartidos que legitiman a quién se incluye y a quién se excluye. “Antes de la norma hay siempre un relato aceptado socialmente”, añade, y es precisamente ese relato previo el que determina qué voces pueden narrar y cuáles quedan reducidas a ser narradas o incluso omitidas, porque hay cuerpos e identidades que ni siquiera llegan a mencionarse públicamente. La imposibilidad de intervención en el espacio común es la consecuencia directa de la pérdida del estatuto político.

Las reflexiones de Irene Ortiz no se centran únicamente en el silenciamiento jurídico, porque no concibe “una justicia que no pase por hacerse cargo de lo olvidado”, del mismo modo que “hay historias que siguen exigiendo ser narradas”.

Para la pensadora, toda intervención política debe comenzar por restituir esas voces desplazadas, por reconocer las vidas y los relatos antes que las normas, para evitar que la comunidad política se construya sobre ausencias. Como escribió Raúl Quinto en su aterrador Martinete del Rey Sombra, “porque ellos siguen siendo un pueblo de tinieblas, los siempre nadie”.

*La entrevista con Irene Ortiz se realizó poco antes de su participación en la 11.ª sesión de Sagita Magma. Seminario-Dopamina. Estética Política y Ontología de la Comunicación, celebrada el 3 de diciembre de 2025 en el Centro Cultural Alfarería Pedro Mercedes. La sesión, titulada '¿Quién contará nuestra historia? Identidad, memoria y márgenes del olvido', fue un encuentro en el que participó junto a Teresa López Franco y Alba González. Este ciclo está coordinado por Ignacio Escutia, Andrés M. García Romero, Laura Budia Piña y Marina Álvarez, y se desarrolla con la colaboración de la Facultad de Bellas Artes, la Facultad de Comunicación y la Facultad de Educación y Humanidades, así como de Lamosa Lab, en el marco de Sagita Magma + Xtra-Poetry. El seminario se prolonga hasta mediados de diciembre, con un total de trece encuentros que entrelazan filosofía, arte y pensamiento crítico.

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