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The Guardian en español

“Estaciones de selfis”, llamadas al silencio y algoritmos para acotar los visitantes en los parques nacionales de EEUU

Parque Nacional de Yosemite, Estados Unidos.

Katharine Gammon

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El parque nacional Arches tuvo que cerrar sus puertas más de 120 veces el verano pasado cuando las plazas de aparcamiento se llenaron porque la falta de plazas era un riesgo de seguridad para los vehículos de emergencias. El parque nacional Yellowstone alcanzó el millón de visitantes el pasado julio por primera vez en su historia. En el parque nacional Zion, la espera por una excursión era de cuatro horas, como en Disneyland. Y con los visitantes llegaron los grafitis, la basura y el comportamiento irresponsable.

“No es un secreto que el verano pasado ha sido uno de los más ajetreados que hemos tenido”, dice Jenny Anzelmo-Sarles, la portavoz en jefe para el Servicio Nacional de Parques. Las estadísticas de las visitas muestran que el top de 12 a 15 parques nacionales más populares han visto números récord.

Las multitudes más grandes de la historia que han llegado a las tierras públicas han disparado nuevos desafíos para los administradores de los parques. Usan trucos, como fomentar las selfis en cierto lugar para prevenirlas en otros, y despliegan algoritmos y vehículos autónomos para conducir la cantidad de personas que buscan esparcimiento.

También reconocen una dura verdad: quizás simplemente no haya lugar suficiente en las atracciones más icónicas de Estados Unidos para todos los que quieren visitarlas.

Estaciones de selfis

Uno de los mayores problemas que afrontan los parques es que muchos visitantes quieren sacarse la foto perfecta. En los sitios populares de Yosemite y cerca del Gran Cañón, algunos han muerto en las caídas mientras sacaban una foto, lo que empujó al Servicio Nacional de Parques a crear una guía para tomarse selfis. En 2018, el directorio de turismo de Jackson Hole, en Wyoming, hizo una petición especial a los visitantes del parque nacional Grand Teton cuando los senderos locales se desbordaron con turistas haciendo fotos: que dejaran de geolocalizar sus imágenes.

Y así llegó la estación de selfis: un humilde púlpito de madera frente a un paisaje impresionante, listo para sostener la cámara para tomar la foto con facilidad y seguridad. Son parte de un esfuerzo por acotar el deseo natural de las personas por tomar fotos y para promover zonas no tan conocidas.

Tom Hazelton, que dirige el departamento de Conservación del condado en Iowa, ha supervisado la instalación de más de 100 estaciones para fotos en su estado. Hazelton dice que algunas de ellas celebran fragmentos extravagantes de la historia, como el primer asalto a un tren al oeste del Mississippi, mientras que otras apuntan a lagos, panoramas o espacios naturales que de otro modo no habrían encontrado. En Wisconsin y Minnesota están haciendo acciones similares.

“Son estaciones buenas, sólidas, de cedro”, dice Hazelton, señalando que es la tercera temporada de uso de las estaciones en el estado y que han instalado 15 más en los últimos meses. “Se están usando y su mantenimiento y construcción es simple: los carteles cuestan 30 dólares (unos 26 euros), la madera otros 60 (53 euros) y listo”.

Algoritmos para disminuir los visitantes

Otra táctica para acotar la presión sobre los parques es disminuir la cantidad visitantes permitidos. El Servicio Nacional de Parques supervisa 423 sitios protegidos que incluyen costas marítimas, lagos y monumentos nacionales, entre otros. Sitios populares como la cima de Haleakala en Maui o el bosque Muir en California requieren turnos de ingreso cronometrados, disponibles en la página web recreation.gov. Cada vez más tierras públicas recurren a estos sistemas para reducir la cantidad de visitantes simultáneos en los parques, especialmente porque la pandemia ha recortado la cantidad de empleados.

El programa de recreation.gov usa algoritmos para mostrar cuándo podría haber atracciones menos visitadas en la zona que buscamos en tiempo real, dice Will Healy, miembro del equipo de Booz Allen Hamilton que armó el sitio. El Servicio Nacional de Parques también ha lanzado una aplicación que dirige a las personas a otras tierras públicas fuera de los parques.

“Si vas a Glacier, ¿qué otras oportunidades tienes en la zona si no conseguiste la reserva para el parque nacional?”, dice Anzelmo-Zarles, refiriéndose a lugares como el sitio histórico nacional Grant-Kohrs Ranch, donde los visitantes pueden aprender sobre la historia de los granjeros.

Aun así, no todos están a favor de las reservas de entradas cronometradas. Los críticos que se oponen a ellas en el parque nacional Rocky Mountain han creado una petición para luchar contra el sistema, que califican de injusto, innecesario y antidemocrático.

En el futuro, el Servicio de Parques se enfocará en desplegar tecnologías predictivas que permitan anticipar las multitudes y planear de acuerdo a ello. Azelmo-Sarles dice que están recurriendo a herramientas utilizadas en la planificación urbana y para las congestiones, y reutilizándolas en los parques.

Esto podría conducir a un futuro donde los senderistas escaneen un código QR al comienzo del sendero, que les mostraría cuándo los senderos están más atestados. De ese modo, podrían recibir la recomendación de esperar o regresar en otro momento para emprender su aventura. También podría reconducir el tránsito a áreas menos transitadas de los parques.

Para reducir el tráfico, algunos parques están experimentando con vehículos autónomos. El monumento nacional Wright Brothers en Carolina del Norte ha probado un transporte de pasajeros sin conductor y Yellowstone también está probando un transbordador. Se estima que ese parque se quedará sin espacio adicional de aparcamiento para 2023. La idea, dice Anzelmo-Sarles, es evitar que las personas conduzcan entre los puntos panorámicos del área Canyon Village – que está en torno al famoso río Yellowstone y la cascada Tower – para que usen en cambio el transporte sin conductor.

“Conservar el silencio natural”

Otro modo de mantener una sensación de paz en las tierras públicas es simplemente recordar a los visitantes que para eso han venido. En el monumento nacional del Bosque Muir, donde árboles de 500 años se alzan sobre un bosque musgoso en el norte de California, hay carteles que solicitan a los visitantes “conservar el silencio natural” hablando en voz baja, silenciando sus dispositivos electrónicos y siendo conscientes de sus niveles de ruido.

Un estudio en 2011 demostró que los carteles que marcan estas zonas o días de silencio realmente funcionan: las encuestas demostraron que los visitantes apoyaban la práctica, y las mediciones de niveles de ruido mostraron reducciones sustanciales en los días y lugares donde había carteles.

Las zonas de silencio remarcan la importancia del ambiente acústico como un modo de disfrutar de los sitios naturales, según dice Rachel Buxton, una bióloga conservacionista que trabajó en la división de sonidos naturales y cielos nocturnos del Servicio de Parques. “Es un recurso que está amenazado y podría estar desapareciendo. Y quizás si lo apreciáramos más podríamos vernos más motivados para protegerlo”.

Agrega que una cosa es ver los famosos géiseres de Yellowstone – pero eso viene acompañado de escucharlos. “Es parte de la misma experiencia y todo es parte del tesoro de estos paisajes. Por eso, simplemente motivar a las personas a que abran sus oídos y lo aprecien es realmente un recurso increíble”.

A pesar de las multitudes, del tráfico y del ruido, el Servicio de Parques dice que es positivo que más personas disfruten de los parques y de tierras públicas. “Queremos que las personas tengan experiencias excepcionales y estamos contemplando formas de mejorar las oportunidades para que planeen la mejor experiencia y estén a salvo”, dice Anzelmo-Sarles.

Este artículo fue posible en parte por el apoyo del Fondo para el Periodismo Ambiental y la Sociedad de Periodistas Medioambientales.

Traducción de Ignacio Rial-Schies

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