¿Son los resultados de las elecciones alemanas la venganza del Este?
Después de la celebración de unas elecciones históricas en Alemania cuyo resultado ha permitido que por primera vez en cincuenta años un partido nacionalista de extrema derecha haya entrado en el Bundestag, un grupo de personas mayores de sesenta años se reúne para almorzar y ahogar sus penas con cerveza y cigarrillos en la trastienda llena de humo de una gasolinera situada en la frontera entre el Estado alemán de Sajonia y la República Checa.
Se quejan de que el gobierno alemán “da dinero a los refugiados” mientras que “los pensionistas no pueden permitirse unas gafas nuevas”. Aseguran que Putin es el único líder que garantiza la paz en Europa y afirman que Alemania aún está ocupada por Estados Unidos.
Un camionero jubilado y con bigote estilo Dalí explica un chiste que leyó en el periódico sensacionalista Bild: en la víspera de las elecciones del domingo, Angela Merkel debía sopesar la posibilidad de negociar con la República Checa y cambiarles el Estado de Sajonia por residuos tóxicos. “Así volveríamos a dar la bienvenida a los alemanes de los Sudetes”, exclama.
El municipio de Oppach se encuentra en distrito de Görlitz, el corazón de la nueva extrema derecha alemana y donde el pasado domingo Alternativa para Alemania (AfD) se hizo con el 44% del voto.
Procesar a Merkel
Con el 12,6% de los votos del país, la AfD es la tercera fuerza del Bundestag. En Sajonia, el partido tiene mucho más peso: el 27% de los votantes apoyaron a este partido, que quiere convocar un referéndum para decidir si el país debe salir de la zona euro, prohibir los burkas y los minaretes, y procesar a Merkel por su decisión de permitir la entrada de refugiados en 2015.
Tino Chrupalla, candidato de la AfD, es un pintor-decorador que consiguió hacerse con uno de los escaños directos del partido en la circunscripción local de Oppach, y dejó sin escaño al secretario regional de la Unión Demócrata Cristiana de Angela Merkel, un parlamentario con 15 años de experiencia. El periódico Taz indicó que los resultados del domingo son “la venganza del Este”, un lema con el que se identifican los pensionistas de Oppach, muchos de los cuales han optado por votar a la AfD porque se han sentido ignorados por los partidos tradicionales.
Peter Hampel, el propietario de la gasolinera, tenía un negocio próspero cuando Sajonia todavía formaba parte de la RDA. Tras la caída del muro las cosas empeoraron. Llegaron las grandes cadenas de gasolineras y los precios imbatibles. Cuando la Unión Europea se expandió hacia el Este en 2004, los conductores optaron por llenar sus depósitos en la República Checa, donde un litro de gasolina es 20 céntimos más barata.
Al final, Hamper se declaró insolvente, pero su pensión de 400 euros al mes no es suficiente para pagar las deudas. Ahora vende periódicos, tabaco y alcohol.
“He perdido toda la fe en el gobierno”, indica el hombre, de 66 años, que se describe como un “pensionista trabajador”. “Nos dijeron que serían necesarios 20 años para ajustar los beneficios y la jubilación, y ahora mire cómo estamos”.
Sin embargo, no todos creen que la preocupación económica de los votantes del AfD esté justificada. “No todos son pobres”, indica Jenny Sachser, una de las dos madres jóvenes que empujan un cochecito a pocos metros de la gasolinera: “Algunas de estas personas simplemente no mueven el culo y luego acaban culpando a todos menos a ellos mismos de su situación”.
Sachser y su amiga Susanne Starke, ambas de poco más de treinta años, nacieron en Oppach pero se fueron para estudiar y trabajar como mucha otra gente de esa zona. Entre 1989 y 2001, 1,2 millones de personas de la antigua Alemania Oriental se fueron a la Alemania Occidental. El grupo más numeroso era el formado por mujeres de entre 20 y 35 años.
“Si vas a un pub por la noche, te encontrarás a cuatro hombres por cada mujer”, explica Starke, que hace poco volvió al pueblo. Un estudio publicado en 2007 señala que la desproporción entre hombres y mujeres de la Alemania Oriental es más elevada que en el Círculo Ártico, y sugiere que los hombres de esas regiones, de los cuales el 26% votó a la AfD, también han quedado rezagados desde un punto de vista demográfico.
El PIB de Sajonia creció un 2,7% el año pasado, más que el de cualquier otro Estado alemán. La AfD también fue la segunda fuerza más votada en algunas partes de Baviera y Baden-Württemberg, los motores económicos del país.
Un corto trayecto en coche hacia las afueras de Oppach también sirve para desmentir otra de las quejas más oídas en la trastienda de Hampel: que las carreteras de esta zona son peores que las de Rumanía. Las calles y las fachadas se ven cuidadas, y se ven resplandecientes Audis y BMW. El propietario de un centro logístico de Oppach señala que su único problema es que le cuesta encontrar trabajadores.
La vecina ciudad de Görlitz, donde la AfD fue el partido más votado, ha mejorado gracias a los fondos federales y a las donaciones privadas. Sus majestuosas fachadas barrocas y renacentistas han sido el escenario de la película de Wes Anderson Gran Hotel Budapest. Sin embargo muchos de los habitantes de Görlitz tienen la impresión de que la riqueza de la ciudad se reduce, como en la película, a un decorado caro.
“Han construido todos estos edificios de oficinas bonitos”, explica Heiko, un hombre de unos cuarenta años y con la cabeza rapada. Bebe cerveza en el exterior de un establecimiento en la plaza Lutherplatz y señala con el dedo todas las fachadas que lo rodean. “Sin embargo, algunas personas duermen en la calle”, afirma. No quiere decir a qué partido ha votado pero sí indica que cree que la AfD se extralimitó en algunos de sus discursos.
Una de las prioridades de la ministra de Trabajo saliente, Andrea Nahles, ha sido precisamente la de ajustar las pensiones de Alemania Oriental y Alemania Occidental, hasta el punto de que algunos economistas aseguran que ahora favorecen injustamente a los pensionistas de la antigua RDA. Los habitantes de Alemania Oriental creen que esta estadística, y muchas otras, no cuentan toda la historia.
¿Inmigración, pobreza, o el Este enfrentado con el Oeste?
El principal motivo por el cual muchos habitantes de Sajonia optaron por votar al AfD es la gestión de la crisis de los refugiados por parte de Merkel, incluso cuando la cifra de personas de origen extranjero es más baja que en otros estados. Les preocupa el islamismo radical y los atentados terroristas que han seguido a través de los “medios alternativos”, pese a que en esa zona no hay muy buena cobertura de banda ancha.
“Hemos votado a la AfD para que dejen de llegar refugiados”, señala una de las personas que está reunida en la trastienda de Hampel. “Cuando ya tienes malas hierbas es difícil desprenderte de ellas. Es mejor que nunca lleguen a tu campo”.
Si bien en la RDA se daba trabajo a extranjeros, en su mayoría fueron trabajadores de otros países socialistas, los llamados “estados hermanos”, y en la mayoría de los casos los inmigrantes eran de países no musulmanes, como Vietnam, Cuba o Mozambique.
En Oppach, la tienda que vende kebabs se llama Taj Mahal. Gargaria Paramjit Singh, un hombre de 37 que trabaja en el establecimiento, llegó a Europa procedente de la India en 1998. Aunque su intención era llegar hasta Italia, terminó en un centro de acogida de solicitantes de asilo alemán.
Durante años ha vivido bajo la amenaza de ser deportado. Ahora está casado con una alemana y señala que tendría reservas si levantaran centros de refugiados cerca de la escuela de sus hijos. “Los alemanes no soportan que los demás no se comporten como es debido”, afirma, “pero si cumples con las normas, te respetan”.
Cuando pueda votar en Alemania, señala que sopesará la posibilidad de votar a la AFd, con la esperanza de que “no juzguen a todos con el mismo rasero”.
Traducción de Emma Reverter