Primeros pasos de Pensar Madrid: cómo sembrar semillas para volver a unir a la izquierda
Pensar Madrid, una especie de acercamiento tentativo para el diálogo de la izquierda madrileña, ha dado este sábado sus primeros pasos en el Ateneo de la capital con la presencia de unas 200 personas, procedentes de distintas sensibilidades a la izquierda del centro con el fin de analizar “luces y sombras” de la última década de política progresista en la región y plantearse, si cabe y de qué modo, sembrar semillas para volver a iniciar un proceso de construcción de una alternativa de confluencia.
El estado embrionario de la cuestión, de no querer ser nada concreto aún, empezaba con la reticencia de los organizadores de señalarse con etiquetas más allá de la de “grupo motor” del manifiesto con el que arrancaba el encuentro. El antropólogo Ernesto García López, encargado de introducir la iniciativa, ha apuntado, no obstante, unas líneas básicas sobre las que debatir. A saber, la herencia del 15-M y sus logros, pero también “sus sueños frustrados y heridas” que ahora cabe restañar. También el rechazo al Madrid “de la libertad de postal y brillantina”, resultado del “espectro neoliberal” que entiende la ciudad y la región como “patio de recreo elitista y comercial”.
En el salón noble del Ateneo se ha explicado a los participantes cómo se procedería al intercambio de pareceres, articulado a partir de tres grupos de trabajo que se han repartido por las salas del Ateneo y habían de conversar sobre objetivos políticos, ámbitos territoriales y herramientas para lograr los fines, respectivamente. Entre los asistentes había desde miembros del sindicato de inquilinos hasta militantes del PSOE, con mezcla de culturas políticas, para alivio de los organizadores, que apostaban precisamente por la heterogeneidad.
Los debates se han organizado casi como dinámicas de terapia en grupo, partiendo de un experimento tecnológico inicial: el uso de una app para que los participantes indicasen sus sensaciones y perspectivas sobre el encuentro, que después se mostraba en un mapa conceptual por palabras, más grandes cuanto más compartidas; “ilusionado” y “expectante” destacaron entre el resto. A partir de ahí, notas individuales, conversaciones por parejas y exposiciones en grupo con intervenciones tasadas para sondear por dónde deben ir los tiros de ese encuentro de la izquierda que puede, quizás, desembocar en un espacio común, también electoral (aunque a lo mejor no, se insistía en repetir).
“Necesitamos recuperar confianzas y construir un espacio que ponga en valor el proceso, la construcción en común de un tejido político fuera de la lógica única de partidos, y sin que el horizonte electoral marque los ritmos”, terminaba el manifiesto de la convocatoria, que se ha cerrado con unas conclusiones en las que se han reiterado los temas que más han sonado durante las conversaciones: defensa de los servicios públicos, reducción de la desigualdad, crisis ecológica, feminismo, poder migrante, derechos LGTBI o justicia y cohesión social, entre otros. Los resultados del cónclave se compendiarán y remitirán a los asistentes, de cara a un “segundo momento” de mayor concreción, donde las ideas hayan tomado más cuerpo. “Esto ha sido un claro en el bosque”, comparó García López, hoy solo “Ernesto”, antes de dar por terminado el acto.
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