Así se vivió la Fiesta de la Trashumancia 2017
Un año más los alrededores de Chueca y Salesas han tenido como protagonistas a unas turistas de lo más inusuales: los rebaños de ovejas y cabras retintas que, provenientes de los puertos leoneses, paran en Madrid para continuar su viaje hacia las cañadas extremeñas para pasar el invierno.
Una Fiesta que comenzó en 1994 como un acto simbólico para reivindicar la trashumancia como una forma de ganadería extensiva y sostenible, estrechamente vinculada a valores culturales, ecosistemas y paisajes característicos de la Península Ibérica y que ya ha cumplido veintitrés años de existencia.
El paso de los rebaños por las calles del Centro, especialmente en los alrededores de Chueca y Salesas, es una cita obligada todos los otoños. Una velada en la que participó la alcaldesa, Manuela Carmena, que dio la bienvenida a los pastores, acompañados por los mayorales, rabadanes y ganaderos.
La plaza de Cibeles fue el lugar elegido, por segundo año consecutivo, para acoger la ceremonia. Por allí pasaron más de 1.300 ovejas merinas y 60 cabras retintas del Concejo de la Mesta, que salieron de la Casa de Campo y, tras subir por la Cuesta de la Vega y cruzar Bailén, recorrieron la Calle Mayor hasta la Puerta del Sol.
Desde allí enfilaron por la calle de Alcalá para hasta llegar a Cibeles, desde donde emprendieron el camino de regreso a la Casa de Campo por el mismo trayecto. Es la segunda vez que los rebaños cierran el recorrido andando, ya que hasta el pasado año el retorno del ganado se hacía en camiones.
Siguiendo la tradición medieval, Carmena recibió el pago de los “50 maravedís al millar” estipulados por la Concordia de 1418 entre los Hombres Buenos de la Mesta y los Procuradores del Concejo de la Villa. Junto a ellos, la primera teniente de alcalde, Marta Higueras; el tercer teniente de alcalde, Mauricio Valiente, y la delegada de Medio Ambiente y Movilidad, Inés Sabanés; además de representantes de la Comunidad de Madrid y del Ministerio de Agricultura y de los pastores y ganaderos.
La alcaldesa anunció que, el año que viene, que se celebrarán los 600 años de la Mesta, el Ayuntamiento contará con un rebaño propio en la Casa de Campo, «como el que tiene las Naciones Unidas en su sede de Ginebra –condición que impuso el propietario que donó el terreno-, donde el propio rebaño hace de “segadora natural” en el campo de la sede internacional».
La fiesta nació a iniciativa de la Asociación Trashumancia y Naturaleza en colaboración con el Ayuntamiento para reivindicar la aprobación de una nueva Ley de Vías Pecuarias, promulgada el 23 de marzo de 1995. El nuevo texto legal reconoció las cañadas, cordeles y veredas como bienes de dominio público, inalienables, imprescriptibles e inembargables.
La celebración finalizó con un regalo a los niños participantes en la fiesta: la figura de una pequeña oveja, realizada de forma artesanal, que repartió personalmente la alcaldesa.
El simbolismo de una forma de vida
Desde sus inicios la fiesta ha estado plagada de simbolismo con el fin de dar a conocer la importancia histórica, cultural, social y ecológica de los pastores españoles y sus ganados, así como de las vías pecuarias. De ahí que el recorrido siga fielmente el rito de la trashumancia.
Son los mayorales y sarrujanes los que abren paso al ganado. Ellos y sus mastines son los encargados de defenderlo de los lobos, recorrer las cañadas en busca de los mejores pastos, arrendar las montaneras y denunciar cualquier intrusión en las vías pecuarias.
Los pendones concejiles son la referencia fundamental para mantener las distancias entre los distintos grupos. Les siguen los arrieros encargados de garantizar con sus recuas de mulas el tráfico de mercancías desde los puertos gallegos hasta Madrid.
Les acompaña la Cabaña Real de Carreteros, fundada por los Reyes Católicos y representada por las carretas de bueyes seranos y de vacas avileñas. Distintos grupos populares acompañarán el paso de los rebaños al son de la música tradicional de las distintas comarcas.
0