El Jardín del Magnolio del Museo del Romanticismo vuelve a abrir al público
Tras casi dos años cerrado por obras, el Jardín del Magnolio del Museo del Romanticismo está de nuevo abierto al público. Un espacio del barrio poco conocido para el público que ha recuperado el aspecto que tuvo en el siglo XIX. Los trabajos han consistido en la puesta en funcionamiento de la antigua atarjea, la restauración de las cornisas de madera, la limpieza y reparación de canalones y en la intervención en las fachadas para recuperar los elementos y acabados históricos del jardín.
Para ello, se han desmontado los zócalos de granito de gran formato -que no eran originales del edificio, sino añadidos con posterioridad-, se han picado los revestimientos superpuestos, se ha colocado un nuevo revoco más adecuado al soporte y al carácter histórico del inmueble, y se han restituido las bandejas de los balcones, colocándose en ellas un acabado de baldosín catalán, sistema típico de la construcción madrileña.
Las obras también han servido para realizar un descubrimiento: la ubicación original de sendas puertas que conectan el jardín con el edificio, que obligará a cerrar de nuevo este espacio del 30 de julio al 6 de agosto para abrir los vanos de la puerta para que recuperen el esplendor de 1776.
La vida posterior del edificio del arquitecto Manuel Rodríguez como sede de la Oficina General de Turismo primero y como Museo Romántico después, obligó a que se llevaran actuaciones para adaptarlos a sus nuevas funciones. En la Guerra Civil hubo que reconstruir algunos de los detalles constructivos que se fueron perdiendo con el paso del tiempo.
Pero fue en el año 2009, en la última gran intervención del Museo, cuando el edificio vivió su mayor metamorfosis para adecuar sus instalaciones a las modernas exigencias museológicas, tratando de mantener el aspecto original del edificio lo máximo posible.
Un jardín de estilo francés
El Jardín del Magnolio sigue la estructura del modelo francés del siglo XVIII, con cuatro calles que están separadas por parterres de distintos tamaños y con árboles de diferente especie y con una fuente circular en su intersección. De entre ellos destaca un magnolio, que da nombre al jardín del Museo del Romanticismo.
Un espacio verde que para el museo siempre ha sido un lugar fundamental y que, también, es de los espacios más recordados por los visitantes del Museo del Romanticismo. Un remanso de paz en pleno centro de Madrid que también presta su nombre al Café del Jardín, la cafetería del Romántico.
0