Botellón incívico en el parque infantil
A nadie se le escapa la evidente relajación durante el verano de la policía municipal con respecto al botellón -o el laterismo- en calles y plazas de Malasaña. La etapa del anterior gobierno municipal, caracterizada por una intensiva presencia policial en las calles y multas de 500 € por tomar una cerveza, no demostró que fuera la mejor solución al problema del consumo de alcohol en la calle. Tampoco sabemos si este nuevo periodo será mejor.
La transición de uno a otro modelo se está produciendo de modo improvisado, sin implicación del Ayuntamiento en la solución de unos problemas que ya surgieron en el pasado y que corren el peligro de volver a repetirse ahora. Uno de los más evidentes, ejemplificado en esta imagen que hoy publicamos y que fue tomada este fin de semana, es el profundo incivismo de parte de los que practican el botellón de madrugada. Los que no saben beber y no les importa hacerlo en el mismo lugar donde jugarán los niños - o lo intentarán si la suciedad no se lo impide como a la niña de la foto- unas horas después.
Manuela Carmena dijo en campaña electoral que establecería mediadores -no policías- en las zonas de conflicto con los vecinos, que convencerían con argumentos a los incívicos para reconducir su actitud. Conseguir que alguien no invada un parque infantil con botellas y latas de alcohol no debería ser muy complicado, pero hace falta que alguien lo haga. Si no, estamos condenados a ver estampas como la que publicamos todas las mañanas de todos los fines de semana en todos los parques del centro de Madrid.
Carmena también repite constantemente que la mejor solución es buscar las causas del problema y arreglarlas. De momento, su administración solo está atacando los efectos del problema del botellón incívico: la suciedad que genera en la calle en forma de desperdicios, orines y destrozos. Poner a dos funcionarios a limpiar un parque a las 11.00 de la mañana se nos antoja arreglo escaso para un problema que Malasaña lleva décadas padeciendo y que corre el peligro de volver a resurgir con su peor cara si nadie lo remedia.
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