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Calle de San Joaquín: ¿siempre fuimos tan modernos?

Luis de la Cruz

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Situado en medio de esta pequeña calle, uno alcanza a ver a un lado la comercial vía de Fuencarral, y al otro la populosa plaza de San Ildefonso. Dos de los puntos calientes de la modernidad madrileña.

La callecita aparece ya con este mismo nombre en las fuentes del siglo XVII. Por aquí estuvieron los Jardines de San Joaquín, cuyo origen es la concesión del Concejo al marqués de Eliche en 1660. El nombre de San Joaquín, se dice, deja recuerdo de un pequeño retablo del santo que hubo en la fachada de la casa de un notable.

Eliche, que fuera  montero mayor y alcaide de varios reales sitios (El Pardo, El Buen Retiro y otros), encargó las pinturas de algunos de estos a Miguel Ángel Colonna y Agustín Mitelli, dos pintores que Velázquez había conocido en Bolonia. Cuando los artistas acabaron su trabajo, se los llevó a sus jardines donde, parece ser, dejaron también valiosas obras, entre las que sobresalía un Atlante sosteniendo sobre sus espaldas una esfera con todos los círculos y signos celestes.

San Joaquín de noche

Podría decirse que lo que se ve al final de la calle al caer el sol no es la plaza de San Ildefonso sino -al menos para una generación – la plaza de el Grial. Este nombre, que ha sobrevivido con mucho en tiempo y recuerdo al bar que lo inspiró, pertenecía al bar de dos plantas que estuvo en la esquina con la plaza.

Recogiendo recuerdos de el Grial – muchos difusos, no por el tiempo sino por los efectos de la noche – nos llegan repetidas las palabras conciertos, rock y diversión. Hoy, y desde 2006, el local es The Sideral Club, otro interesante rock bar.

Existe en la calle un vigía del tiempo, el del día y el de la noche, el bar Lozano, una de esas rara avis que recogen a parroquianos durante el día y noctámbulos por la noche, que acuden al llamado de las copas baratas y el hambre.

“Yo llegué aquí con un año, cuando desembarcamos en la calle en 1975”. Padre e hijo tras la barra cuentan que han perdido la cuenta de las generaciones de estudiantes que han pasado por allí. Lozano es un bar de los de toda la vida, con alineación del Madrid de los ochenta y fotos de platos combinados en la pared, aunque hace ya mucho que incorporó a su oferta los minis y alargó las horas de plancha. Poca gente que haya salido por Malasaña durante las últimas décadas no se ha comido una hamburguesa del Lozano.

Las tiendas que se fueron y las que llegaron

A quien pasee por la calle de San Joaquín le llamará la atención la bella portada reconstruída de un local actualmente en alquiler. Se trata de una vaquería en la que hubo ganado hasta los cincuenta y que estuvo funcionando como tienda hasta no hace tanto. La vieja vaquería “El Descanso”, la de verdad, fue derribada por desgracia en 2007 junto con el resto del edificio histórico en que se encontraba (que fue en origen un convento del siglo XVII), del que sólo se respetó la fachada.

El local tenía una decoración pictórica de la primera década del siglo XX a base de lienzos pegados y frescos en el techo. Entre otros motivos, había unas curiosas reproducciones de una serie de Alfons Mucha, con la diferencia que donde el gran ilustrador del Art Nouveau había concebido alegóricamente las cuatro artes (Poesía, Danza, Música y Pintura) el artista español plasmó las cuatro estaciones. Por lo demás, el establecimiento tenía una rica carpintería modernista, especialmente reseñable en el mostrador, que hoy por desgracia ha desaparecido.

Atrás queda también el recuerdo de otros locales de sabor añejo que ya sólo recuerdan los más viejos, como un famoso salón galantesalón galante donde se iba con prostitutas “de categoría” que respondían a nombres tales como La Belgicana, o La Desahogada, a la que llamaban así porque en una ocasión se cayó al estanque de El Retiro y no se ahogó. Otros que podríamos enumerar son una vieja churrería, una fábrica de medias, una tahona de cierta importancia o una fábrica de jabón. Industrias que resultan hoy un tanto extemporáneas en el epicentro de la modernidad.

Ahora en San Joaquín encontramos un taller escuela de encuadernación, un par de tiendas de lo más modernas, una librería donde se sirven vinos, un espacio de coworking, una lujosa tetería, un take away de comida alemana, y una hamburguesería de diseño. Pervive además algún comercio heredado de vidas menos glamourosas y el Centro Municipal de Mayores Benito Martín Lozano. Como se ve, más nombres en inglés, más tiendas modernitas...y algún girón de pieles pasadas.

Evil Preacher

Y antes del Grial era El club del Jazz ¿no?

Luis de la Cruz

No recordamos Evil Preacher , habrá que investigarlo un poco!

castizo

habeis visto como esta de pintadas? por dios que puto asco!!! hasta cuando tendremos que aguantar a los fascistas del spray?
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