El día en el que un coche de Esperanza Aguirre mató a la perrita Manuela
En la calle Jesús del Valle murió el pasado viernes Manuela, tras hacer más alegre la vida de la familia Montés durante 16 años. La perrita de Sergio fue atropellada, según los testigos, vecinos y el propio dueño de la perra, por un coche de la escolta de Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad, que vive en esta calle. Tras el atropello, ocurrido próximo a la esquina con la calle Pez, el dueño cogió al animal ensangrentado en sus brazos y caminó hasta el número 10. Gritó por dos horas en frente de la casa de Aguirre, como si sus palabras apaciguaran su infelicidad y pudiesen, de alguna manera, recuperar su pérdida.
Aquella tarde el barrio se solidarizó con su historia. En los bares, los vecinos trataban de recuperar la memoria que tenían de la perrita, que había salido el día anterior del hospital. Desde el chico de los cupones a conocidos de toda la vida pararon a consolar a Sergio. Su transtorno le llevó al suelo, a tumbarse a gritos, intentando impedir que pasaran otros coches al garaje del caserío. Cuando su esposa, la única a la que parecía escuchar, le quitó del paso y le llevó a casa.
La policía apareció una hora después, sobre las 15 horas. Un transeúnte incluso grabó las imágenes desde su móvil, que cuentan el hecho con mayor exactitud y podrían ser una prueba de la crueldad y falta de asistencia en el atropello de un perro en la calle, cualesquiera que fuesen los actores implicados.
Sin embargo, en este episodio hay algunos puntos turbios: la perra no tenía correa, no se sabe a qué velocidad venían los coches, por una calle donde el límite es de 30 km/hora, no hubo denuncia, nadie paró tras el suceso, no se sabe quién iba en el coche, aunque seguramente las cámaras de seguridad de la casa tengan algo más que contarnos. En otra ocasión, quizás, tendríamos a nuestra presidenta lamentando el hecho, aunque no estuviera presente en la escena. Es una parte de la historia que nunca sabremos. Desafortunadamente, Manuela no tuvo un final digno en un año electoral.
Por Beatriz Borges
Por Beatriz Borges
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