La Borriquita, o cómo poner en marcha una hermandad en la Malasaña del siglo XXI
¿Sabíais de la existencia de la Hermandad de La Borriquita en Malasaña? Si no eres un católico practicante, es probable que, como a nosotros antes de entrevistarnos con ellos, las hermandades de Semana Santa os remitan a algo tradicional, que viene rodando por la inercia de la historia. Sin embargo, la Hermandad de la Borriquita –con sede en la Iglesia de San Ildefonso- es una recién nacida: se fundó en 2011 y sus reglas (algo así como la regularización definitiva por el obispado madrileño) se firmaron en 2015 .
A las puertas de la Semana Santa, quedamos con Alberto en la Iglesia de San Ildefonso para conocer a unos vecinos a los que veremos pasar por las calles de Malasaña el próximo Domingo de Ramos (la procesión es el 9 de abril, desde las 16.30, saliendo de la Catedral de la Almudena y llegando a la Iglesia de las Maravillas).
Alberto es muy joven, como la mayoría de sus hermanos, según me cuenta. La Hermandad de la Borriquita está compuesta actualmente por 105 miembros, jóvenes en su mayoría (bastantes de ellos originarios de otras provincias de mayor tradición de Semana Santa), que han encontrado en la hermandad un punto de encuentro con otros jóvenes católicos abiertos, según me advierte en sucesivas ocasiones Alberto.
Son las once de la mañana. Entramos sigilosamente en la Iglesia de San Ildefonso, donde está dando comienzo la misa. Un miércoles a estas horas de la mañana la feligresía la componen una veintena de personas mayores de setenta años, casi todas mujeres, y un par de turistas curiosos en el último banco. Alberto abre la cancela tras la que están las imágenes Titulares que la Hermandad saca en procesión, y que aún están pagando a plazos al escultor. “El pañuelo que lleva Jesús proviene de Arabia Saudí, nos lo trajeron de un viaje”, comenta.
Después de hacer algunas fotografías, salimos a charlar en uno de los bancos de la Plaza de San Ildefonso, donde se mezclan abuelillos al sol, guiris despistados y algunos sin techo.“Estamos muy contentos en el barrio, hemos encontrado mucho respeto aquí”. Cuando terminan sus reuniones, en la propia iglesia, suelen salir a tomar algo por los bares de la zona.
Uno de los quehaceres habituales de los miembros de la hermandad es la acción social. El año pasado, cuenta Alberto, donaron 150 mantas y se les puede ver habitualmente recogiendo alimentos en la capilla del Humilladero (en la calle Fuencarral) o en la propia Iglesia de San Ildefonso.
Mi joven interlocutor me ilustra sobre las hermandades de la borriquita. Rescato de mi cultura católica escolar los pasajes bíblicos de Jesús entrando en Jerusalén a lomos de un borrico en señal de humildad, pero desconocía la existencia de este tipo de hermandades. “En Madrid, según hemos podido indagar, la última Borriquita salió hace setenta años de las Descalzas Reales”. Al parecer, este tipo de hermandades son muy propias de gente joven y, en correspondiente reflejo de lo relatado en el pasaje del Nuevo Testamento, es habitual la presencia de niños.
Tras explicarme –más por insistencia mía que por propia iniciativa-, toda la parafernalia organizativa de una hermandad, repleta de ecos históricos (consiliarios, diputados de culto, hermanos, hermano mayor…), me advierte que una agrupación así tiene parte que se debe a la legislación eclesiástica y un CIF que la obliga, como a cualquier organización, con la administración: “Yo suelo lidiar con el tema de permisos con el Ayuntamiento, con quienes nos llevamos bien, a nosotros nos da igual quien esté, nos importan las personas, por cierto”, me dice insistiendo en su carácter moderno. “Somos antirracistas, antisexistas y bastante democráticos, aunque exista la figura de Hermano mayor”.
¿Cómo han conocido los miembros la Hermandad? “Además de en la propia Iglesia, es fundamental cuando salimos a la calle en Semana Santa, por lo plástico que es mucha gente se acerca interesada”. Para ingresar solamente hay que estar bautizado y hacer las aportaciones con las que se financian.
Desde fuera, resulta curioso –e interesante- conocer cómo se crea en el siglo XXI una organización con orígenes gremiales, desde cero. “Con una mezcla de Semana Santa andaluza y castellana, lo que se ve en el uso de mantillas”, me explica Alberto. Todo remite a la tradición aunque sea una creación nueva, desde la compleja disposición alegórica del escudo hasta el libro de reglas que ha de firmar el obispo.
El domingo 9 de abril, Domingo de Ramos para los católicos, la Muy Ilustre Hermandad Sacramental y Penitencial Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Amor en su Entrada Triunfal en Jerusalén, María Santísima de la Anunciación y Nuestra Señora del Rosario, Patriarca Glorioso y Bendito Señor San José (éste es el nombre completo) volverá a ser la primera hermandad en hacer su estación de penitencia en la Semana Santa Madrileña, con su Titular (Nuestro Padre Jesús del Amor). Tras salir de la Catedral de la Almudena y recorrer distintas calles del centro de Madrid, recorrerán muchas calles del barrio de Malasaña.
Cuando el próximo Domingo de Ramos se mezclen la música escapando de los bares de Malasaña con la banda de cornetas de la procesión, o los capirotes y costaleros al paso con los últimos peinados imposibles, debemos esquivar la tentación de pensar que son los mundos de lo viejo y lo nuevo en colisión. Bajo los capirotes blancos hay jóvenes que se organizan por WhatsApp y ambos ingredientes, de alguna manera, conforman lo que quiera que somos hoy.
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