Un sábado cualquiera en Malasaña
Malasaña no es cualquier barrio. No sabemos si es mejor o peor que otros (nuestras sospechas al respecto sí tenemos) pero desde luego es diferente. Hay sábados como el de ayer que lo hacen especial.
Ayer, una vez pasados los calores más extremos del día, los vecinos se pusieron, cada uno a la suya, a colaborar para colorear el día. A eso de las seis llegaban los primeros adictos a las bicicletas de formas voluptuósas a la Corredera. A las puertas del Monster Chopper iban llegando bicicletas imposibles, ciclistas saludáblemente chalados y hasta un grupo de mariachis que a ritmo de Jalisco animaba al personal.
Unos metros más allá, en la Plaza del Dos de Mayo, los tenderetes de la séptima edición del Dosde Market como un campamento de jaimas, el mercadillo con la ropa más colorida de la temporada que se pasa a las tardes con el verano. Y más colorido al lado: decenas de paraguas decorados artesanalmente por los vecinos que habían quedado antes de la Asamblea de Dos de Mayo-Malasaña. Los helicópeteros que vigilen la manifestación de hoy podrán apreciar los vívidos mensajes reivindicativos de los malasañeros.
Y la asamblea, esa suerte de ágora recuperada para la gente que como cada sábado regresa a las siete de la tarde.
Al caer la noche el barrio se viste de sábado (mucho más malasañero que vestirse de domingo). Ayer de manera especial con elEristoff Night Street View: en la plaza de Juan Pujol se pudieron ver graffitis luminosos gigantes, en San Ildefonso un concierto del Sonar, hasta diez negocios estrenaron pinturas en sus cierres, las galerías no cerraron, las peluquerías peinaron en la calle, la Galería de robles se llenó de luz, y los balcones sirvieron de escenario musical.
Seguramente es mucho decir que Malasaña es el mejor barrio del mundo...aunque hay sábados que sin duda lo parece.
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