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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Sin Griego y Sin Latín es cultura de impostores para autómatas

El partenón en Atenas (Grecia) durante la epidemia de coronavirus

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Las alumnas de Griego II del IES Néstor Almendros de Tomares (Sevilla) han iniciado una petición para que, en su centro, no se suprima el Griego del itinerario de Humanidades. “Por la educación de quienes vienen tras nosotras” han escrito.

El alumnado de Griego del IES Vicente Aleixandre de la capital andaluza las ha apoyado con un vídeo en el que se suman a reivindicar que exista la opción de cursar Griego en el Bachillerato para quienes desean elegirlo: “Una Escuela sin Clásicos es una escuela sin alma. Por una Escuela con Clásicos”. Una escuela con Clásicos es una escuela con Griego y con Latín: una escuela con un itinerario de Humanidades íntegro.

Sin Griego y Sin Latín la nuestra es una cultura de impostores para autómatas. El sistema consumista nos espera como un agujero negro que engulle todo y aun ensancha espacio para más, nos necesita con las tragaderas rotas. Que lleguemos a casa y podamos fijar los ojos para dejar pasar todas las novedades que lanzan las plataformas de emisión en continuo. O que vayamos dando tumbos entre las pilas de publicaciones editoriales que salen al mes y que tampoco hacen más que actualizar el canon del consumo. El sistema consumista aplaude que lo hagamos tal y como abrimos la boca y devoramos toda esa comida basura inmortal que aguanta sin pudrirse una vuelta de veinticinco años. Es posible que tengamos el vertedero de desechos más grande del universo, donde a duras penas evacúan una y otra vez los de más abajo; porque para vivir cuerdo hay que estar digiriendo y expulsando los atracones, y olvidándose de todo a la vez.

Lo único inmaterial que la esfera social productora de cultura podría hacer por las hijas y los hijos de quienes no poseen recursos (en ninguno de los sentidos) es defender unas Humanidades íntegras en los institutos públicos. Defender unas Humanidades íntegras es abrazarse al Griego y al Latín y encadenarse a ellos en tanto que columnas letradas de la civilización europea. En esta sociedad de consumistas consumados y consumidos, alma es la sensibilidad hacia la cultura y el arte que la rama de las Humanidades nos injerta con su semilla de las lenguas y mitologías que han contenido y alumbrado todo lo bueno y lo malo y lo necios que somos hasta el día de hoy. El alma humana, que es de sonidos y letras, está hecha de los lenguajes de nuestros antepasados. Cuanto más insistimos en descifrarlos, más veloces podemos correr hacia ellos y entenderlos de frente. El Griego y el Latín son viajes en el tiempo que todas deberíamos poder reservar.

En el Siglo de Oro español, los latines se movían de libro en libro como las ardillas de verde en verde por la que fuera una arbolada Península. Los escritores llenaban los prólogos de sus libros de voces latinas y de referencias a los eruditos antiguos para alardear de sabiduría clásica y de nivel lingüístico. A nuestro don Miguel de Cervantes le hacía mucha gracia y, para nuestro disfrute, ironiza sobre ello en el prólogo de la primera parte de El Quijote. Quizá a don Miguel de Cervantes también le haría gracia -y no le daría menos vergüenza ajena- observar cómo sus “escritorías” contemporáneas, señorías de las letras españolas, se van convirtiendo en una serie industrial de egos tan inflamados que apenas pueden ya llegar a otear qué es del horizonte cultural de los de abajo del todo. ¡Ojos que no ven, corazón que no siente! y las Humanidades públicas poco a poco demolidas. A la discreta sed de orígenes de quienes más expuestos están en este salvaje Oeste de la inmediatez utilitarista, en esta selva programada del consumir-tirar-olvidar, nos la encontramos hartada, pero de tanta capa cultural de individualismo. A ellos nos los topamos como unos avellanedas, a lo suyo, mientras a las Humanidades de la Escuela de todos les están arrancando el corazón heleno. ¡Párense a contemplar su estado!

Si cae el Griego -está cayendo-, después será el turno del Latín y, finalmente, de la Cultura Clásica. En una sociedad en la que no todos podamos acceder a la rama de estudios que nos muestra quiénes fuimos y por qué, el valor literario universal de las obras del presente es solo el pedo literario de unos pocos. Sin Griego y Sin Latín en las ramas humanísticas de todas las escuelas, la escritura literaria es tan engañosa como la publicidad: es una impostora seca en medio del sector cultural y los lectores somos su grupo objetivo de consumidores, su clientela peregrina. Sin Griego y Sin Latín en las ramas humanísticas de todas las escuelas, la literatura coetánea es una publicidad de la verdad que más gusta a sus autores, no un monumento verbal exhibido en la biblioteca imaginada, construida y amada por todos a pesar de las tempestades del tiempo. Sin Griego y Sin Latín en las ramas humanísticas de todas las escuelas, la literatura es un mero producto publicitario de la verdad, pero la verdad de nadie.

Querido ciberciudadano de la aldea global del tercer milenio:

Cuando la publicidad esté reviviendo a tus muertos y quieras saber qué fue de la cultura en las primeras décadas del segundo milenio, cuáles fueron nuestros motivos y esfuerzos, y qué la luz, adónde se dirigieron los valores y sueños con que una vez se fortaleció nuestro espíritu, lee 'El infinito en un junco' y ponte 'La grande bellezza'.

La primera vez en la vida que me sentí adulta fue al continuar del lado de la Cultura Clásica, cuando comencé a estudiar Latín en 4o de ESO. El Latín y el Griego que siguieron en 1o de Bachillerato alimentaron mi mirada y a mi pensamiento lo criaron más allá. Sin Griego y Sin Latín yo no habría tenido facilidad para los idiomas. Sin Griego y Sin Latín yo no habría querido escarbar las raíces de nuestras palabras. Sin Griego y Sin Latín yo no me habría dado cuenta de que continúan bajo estos pies. Sin Griego y Sin Latín yo no habría estudiado Filología. Sin Griego y Sin Latín no habría conocido las voces de Homero, la de Cervantes, la de Irene Vallejo. Sin Griego y Sin Latín yo no habría fantaseado con un poema propio. Sin Griego y Sin Latín yo no estaría ahora mismo escribiendo esto: no trataría de explicarme lo mejor posible, ni tú leerías jamás lo que te estoy diciendo. Como las palabras pueden no significar nada, amárrate a estas dos: Latín y Griego. Son las que a mí me liberaron.

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