Con su atiplada voz, Inés Arrimadas ya avanzó en la plaza del Cardenal Belluga, en Murcia, durante aquella campaña de las elecciones autonómicas de mayo de 2019, lo que al final quería proponer: 28 años de gobierno del PP en esta Región y, con el tiempo, por lo que se intuye, en otras comunidades autónomas. Ahora, en vísperas de su posible ascenso a esos altares que Albert Rivera dejó vacantes hace unos meses, plantea coaligarse con el PP en Cataluña, País Vasco y Galicia de cara a los comicios que allí se barruntan para este 2020.
Arrimadas habla de “alianzas electorales constitucionalistas” y, para disimular un poco, las abre también al PSOE, ese partido al que, hasta hace muy poco, solo mencionarlo le provocaba urticaria, pero no a Vox que, sin embargo, los apuntala sin empacho de estos en los gobiernos andaluz, madrileño y murciano.
Su giro, un tanto inesperado incluso para los que aún se instalan en el aparato naranja, ha provocado rechazo en un nada desdeñable sector de Ciudadanos. Hay quien asegura que se enteró por la prensa. El senador autonómico de este partido por Murcia, Miguel Sánchez, sin ostentar cargos ejecutivos en la formación, es uno de ellos. En su cuenta de Twitter lo ha dejado claro; desde “el respeto y el cariño que le tengo a Inés, pero entiendo que se precipita. Dentro de un mes tenemos un Congreso, y en el marco del mismo una ponencia de estrategia. Yo votaría en contra de estas alianzas pero aceptaría lo que decidiera la mayoría”, escribió esta semana. Y añadió que ‘Con el PP, no’, sería un buen eslogan para los que, como es su caso, se consideran liberal-progresistas, “que en Cs aún somos muchos”, añadía. Su acercamiento al candidato crítico a la dirección, Francisco Igea, es más que evidente.
Sánchez y el exdiputado en el Congreso por Murcia, Miguel Garaulet, quien se ha visto obligado a retornar a la actividad privada, se desmarcaron hace días de la línea oficialista del partido en el tema del ‘pin parental’. Ambos acudieron a la concentración contra esta medida, exigida por Vox para apoyar los próximos presupuestos de la Comunidad Autónoma. Ni uno ni otro pasaron desapercibidos aquella tarde-noche a las puertas del Palacio de San Esteban. Miguel Sánchez, con su cargo en la Cámara Alta asegurado para cuatro años por mandato de la Asamblea Regional, podría adoptar una actitud pasiva y contemporizadora frente a todo lo que se le plantea ante sí. Sin embargo, el que fuera portavoz del partido hasta su defenestración en favor de los que todavía conducen su desnortado rumbo, no pierde ocasión para ‘mojarse’ y dejar claro lo que piensa. No solo en entrevistas y redes sociales; también personándose en convocatorias como la de la Plataforma por la Regeneración del otro día. Ello le ha valido un merecido respeto, no solo en el seno de Ciudadanos, sino también fuera de esta formación, por parte de sus mismos compañeros pero también de sus adversarios en el tablero político. Junto a ello, basta repasar lo que su grupo parlamentario arrancó del PP en la legislatura autonómica pasada, haciendo uso de sus cuatro escaños, fundamentales para que los populares pudieran gobernar, y todo sin entrar a ocupar sillones en el Ejecutivo, como sí han hecho ahora, y de los que a algunos -y algunas- no los echarán ni con agua caliente mientras puedan aguantar aferrados a los mismos.
Sánchez, futbolero y murcianista hasta la médula, amigo de sus amigos, amante y festero de las tradiciones de su Caravaca originaria, es alguien que, además, sabe encajar las críticas como pocos en el mundo de la política. Hace meses escribí aquí un artículo en el que, metafóricamente, lo asimilaba con Winston Churchill. Bueno, más bien, sin ánimo de ofenderlo y sí de ensalzarlo, expresé que aunque él no era precisamente una figura con el bagaje de aquel primer ministro británico, había hecho bastantes cosas en cuatro años. Lejos de enfadarse, intercambiamos varios mensajes por WhatsApp desde el respeto y la consideración mutuas, textos que me evidenciaron que, posiblemente con él, Ciudadanos en la Región de Murcia habría transitado por otra ruta, distinta a la de acabar más pronto que tarde fagocitados por el PP, como en su día ocurriera con el extinto CDS.
La otra tarde, viendo un capítulo de la tercera temporada de 'The Crown', esa fantástica serie de Netflix sobre los Windsor, anoté una frase que dirige el 'premier' laborista Harold Wilson a la reina de Inglaterra: “Majestad, no podemos contentar a todos y seguir siendo fieles a nosotros mismos”. Y pensé en algunos responsables de Ciudadanos y en que deberían aplicársela.
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