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Piscinas de bolas, ludotecas o parques infantiles: más allá de los bares, el ocio infantil también está en crisis

Los centros de ocio infantil han reducido su aforo al 40%

Patricia Gea

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Desde el inicio de la pandemia en España, las autoridades sanitarias señalaron a los niños y niñas como importantes agentes de trasmisión del virus y fueron los primeros en sufrir las restricciones que después se extenderían al resto de la población. En marzo, a la vez que los colegios, se cerraron los parques al aire libre, los parques de bolas y las ludotecas. Como el de los adultos, el ocio infantil cambió de forma drástica con la COVID y está tratando de recuperarse a paso lento. Los bares, restaurantes, cines o gimnasios son a estas alturas lugares transitados diariamente, pero los centros de ocio para niños nunca han vuelto a llenarse. Muchos de ellos han tenido que cerrar. Los que quedan advierten de su “situación crítica” y piden “confianza” a las familias.

En medio de tantas restricciones y riesgos, ¿es seguro llevar a nuestros hijos a un parque cerrado para que juegue con otros niños en colchonetas, toboganes o piscinas de bolas? ¿Son potenciales focos de contagio? Quique Bassat, coordinador del grupo de trabajo de la Asociación Española de Pediatría para la reapertura de la escolarización y epidemiólogo de Is Global, cree que, como en todos los sectores, no tiene por qué suponer peligro si el entorno está bien preparado. “Es difícil hacer una recomendación genérica, pero los centros de ocio infantil son lugares donde se pueden tomar las mismas medidas de prevención que en las escuelas, donde los niños sí acuden”.

Pone de ejemplo la creación de grupos burbuja para que no se mezclen entre ellos al hacer una actividad, hacer obligatorio el uso de mascarillas, sobre todo en interior, velar por que se mantenga la distancia física y contar con un buen sistema de ventilación. Bassat pide no perder de vista que “los niños tienen el mismo derecho que los adultos al ocio”. Lamenta que “nosotros asumamos como algo necesario poder ir a los bares, restaurantes y gimnasios y ver a nuestros amigos, pero a los menores se les cuestione cualquier movimiento cuando, además, su tiempo de ocio es importantísimo en su desarrollo. Por eso insistimos en que se tiene que hacer, pero en unas condiciones seguras”.  

Qué medidas se están tomando

Desde la Asociación de Centros de Ocio y Tiempo Libre de la Comunidad de Madrid aseguran estar cumpliendo “punto por punto” todas las medidas exigidas por las autoridades sanitarias y haberse “autoimpuesto” medidas adicionales para que el riesgo de contagio sea el menor. “Creamos un protocolo de higiene y seguridad que entregamos a la consejería de Sanidad, nos lo aprobó y lo hicimos llegar a todas las empresas de ocio infantil de la comunidad”, explica Juan Carlos Nieto, presidente de ACOCAM y propietario de varios centros de ocio infantil. Incluye la obligatoriedad del lavado de manos, mascarilla, desinfección de la estancia antes de cada nuevo grupo, distancia de seguridad, formación de grupos burbuja o cambios en las estructuras de los locales y las actividades que ofrece.

En el parque de Juan Carlos “lo primero que hicimos al abrir fue retirar todas las bolas. No sabíamos si podíamos garantizar la correcta desinfección de estas piscinas. Otros compañeros han hecho lo mismo y algunos las mantienen porque han invertido en máquinas pulverizadoras. Cada uno ha hecho lo que podía según sus recursos”. Han rellenado estos espacios con otros juegos, como sacos, toboganes o colchonetas, más fáciles de desinfectar y que permiten tener a los niños más vigilados. Para ello, dice, “tenemos a monitores profesionales formados y preparados para mantener las medidas de seguridad: lavado de manos, que no se quiten la mascarilla, que no se mezclen entre ellos…”.

El aforo establecido para estos lugares es del 40% del volumen habitual. “Además estamos haciendo grupos, primero de diez niños, como marcaban las autoridades, y ahora de seis. También con los adultos”, explica Víctor, propietario de salas de alquiler para cumpleaños y fiestas infantiles. “Antes, lo que más teníamos eran cumpleaños, pero ahora sobre todo son reuniones familiares de unas 15 personas. Los organizamos por mesas de seis, es como un bar solo para ellos, y los niños están jugando supervisados por monitores, también en grupos”. Dice que han extrapolado, como aconseja el doctor Bassat, la formación de grupos de convivencia que se está llevando a cabo en las escuelas y que facilita la trazabilidad de los contagios en caso de producirse.

“Las familias tienen miedo”

“El problema que nos encontramos es el miedo de las familias. No hay una comunicación expresa por parte de ninguna institución que apoye nuestra apertura, que diga que somos seguros y que se están cumpliendo unos protocolos que nosotros mismos hemos presentado y se han aprobado”, lamenta Nieto. Incide en que las celebraciones en sus salas están “muy controladas” y que se olvida que llevan a cabo una función social que “no se está atendiendo”.

Rafael Váquez, propietario de una ludoteca en Madrid que ha tenido que cerrar por la pérdida de actividad durante la pandemia, cree que pueden “ayudar con sus espacios a las empresas a generar un tiempo de responsabilidad social corporativa, es decir, que utilicen nuestras salas, que están bien equipadas con personal y recursos para niños, para los hijos de sus empleados”. Por otra parte, se están personando en los colegios para proponer actividades. “Podemos programar un mago, un cuentacuentos, un proyector de cine…”. El presidente de ACOCAM reivindica que, aunque “sutil”, su papel es “imprescindible” en la educación de los menores y que “les haríamos un flaco favor si seguimos ignorándolo”.

 

 

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