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Fesser: “Trump ha sacado a pasear el racismo y todos los fantasmas del sur de EE UU”

El periodista y escritor Guillermo Fesser, junto a unos grafitis en Madrid.

Aitor Guenaga

  • “Ni Rajoy, ni el de Ciudadanos, ni Podemos, ni Oprah Winfrey, eso ya está pasado de moda, colega. No hay que cambiar las reglas, ni adaptarlas, hay que cambiar el juego”, explica el 50% de 'Gomaespuma'

Una conversación con Guillermo Fesser (Madrid, 1960) -llamar a esto entrevista no describe bien la experiencia- es un lujo. Hasta se aprende inglés. Su esposa Sarah, la persona que le vuelve a enamorar “todos los días” y a la que dedica su último libro 'Mi Amigo Invisible' (Editorial Espasa) -“la dedicatoria la puso ella”, aclara entre risas- ha hecho un buen trabajo como profesora particular de inglés desde hace más de 30 años. “Yo no me fui a Estados Unidos por necesidad y ahora, además de mis colaboraciones periodísticas, he encontrado mi hueco: soy escritor infantil para colegios en español y bilingües sobre todo de Arizona, Texas, Virginia y ahora en un libro en inglés, para que los latinos estén orgullosos y el pequeño Trump no les avergüence con que son hijos de ilegales y malos, explicándoles lo importantes que han sido ellos en la historia de Estados Unidos”.

Cuando pronuncia esos estados y ciudades de EE UU que ahora recorre dando contexto a lo que pasa en la era Trump con sus colaboraciones periodísticas para el programa el Intermedio en La Sexta del Gran Wyoming -otro que parece cortado por el mismo patrón creativo- o el de Alsina en Onda Cero, Fesser suena sin un ápice de acento. Pero la media naranja de 'Gomaespuma' es más español que la tortilla de patata (llamada también española): “me encanta, esta es mi casa, pero he aprendido a valorar cosas de allí y de aquí ”. Denle a la imaginación, la banda sonora de este charla es una risa perpetua, aunque en el fondo Fesser habla de cosas muy serias (también en su desternillante libro): la soledad, la incomunicación, las crisis de pareja, el racismo, el capitalismo depredador... Pasen y vean:

Ahora vive en el estado de Nueva York desde hace una década, pero usted ya estuvo becado para estudiar cine en California (LA) hace ya unos años.

Me dieron una beca Fullbright.

Imagino que sabe lo difícil que es conseguir una de esas...

Ni idea. A mí me costó, eh. Me lo curré.

¿Pero pasaba más tiempo con lo del cine o en Venice Beach?

No, joder, los máster ahí son muy exigentes, eran de un ritmo frenético. Ahí me di cuenta de que yo les oía hablar inglés y les entendía, por primera vez me di cuenta de que se podía saber inglés y ser un 'soplagaitas'. Yo pensaba que los extranjeros eran más listos, que hablaban inglés y tal diciendo cosas a las que tú no llegas... pero ¡qué va!, había unos zotes tremendos, unos idiotas vamos, que hablaban inglés tremendos. Además mi inglés era muy malo, malísimo. De ahí conozco a mi mujer de hoy, que era mi profesora de inglés de entonces. Necesitaba aprender inglés, no tenía noción de nada. En el colegio, el idioma era el francés, y luego por vocación aprendí italiano.

Políglota extraño.

Mi generación era de francés. Fuimos los últimos, luego cambiaron a inglés y ahí encontré a Sarah, mi profesora particular. Hoy en día, más de 30 años después, todavía me pone deberes. Y me llama la atención porque yo creo que no son de inglés: baja la basura, cuelga esto, que si los recados. ¿pero esto cómo es? (risas).

Pero usted la trata de cine: hasta le ha dedicado el libro con una frase de una persona perdidamente enamorada y “todos los días”.

Es verdad. Es cierto que tienes que hacer tú un esfuerzo para que pase eso, pero compensa. Siempre hay algo novedoso o tiene una forma de reaccionar que me hace sentirme orgulloso de estar al lado de ella. También te diré que siempre se dice que los libros te los escribe tu mujer, a [Camilo José] Cela y tal; este libro lo he escrito yo, pero la dedicatoria la ha escrito ella (más risas). En vez de poner lo que tú me dices que ponga por qué no vienes y la pones tú directamente. No, es broma. Ella, de hecho, no sabía ni que estaba, le enseñé la dedicatoria de Pepe Blázquez, no la suya. Pero al hilo de lo de los idiomas, lo que enseñan los idiomas es que los extranjeros puede ser igual de torpes que tú o más. Y ahí se te empiezan a quitar los complejos. Eso es lo que ha hecho el Erasmus en este país, bendito Erasmus, es el cambio, la revolución más grande en España desde las Cortes de Cádiz es el Erasmus. La gran desgracia es que como la economía está tan mal eso hace que los 'erasmus' estén trabajando en el extranjero, en vez de que estemos disfrutando de ellos aquí.

Ahora hace de periodista español en USA.

Hago de corresponsal para dos programas que me gustan: 'El Intermedio' y El 'Alsina', de periodista, que es lo que me gusta, en donde vivo, donde me entero de las cosas, pero lo cuento aquí y en español, que es el idioma que manejo y para la gente de aquí. Y luego soy escritor infantil de bastante aceptación. Publico para colegios en español y bilingües sobre todo de Arizona, Texas, Florida, Virginia. Y ahora en inglés por primera vez en un libro de historia para que los latinos sientan que pertenecen a Estados Unidos y el señor Trump no les avergüence con que son hijos de ilegales y todos son malos, explicándoles lo importantes que han sido en la historia de Estados Unidos los que hablamos español: cómo le salvamos el culo a Washington, entre ellos un señor de aquí, del País Vasco, que se apellidaba Gardoqui, que es el que llevó los uniformes para que peleara Washington, porque si no los hubieran hecho en Soraluze hubieran peleado en pelotas, porque no tenían dinero, o si no hubiéramos llevado la quinina del Perú se habrían muerto de malaria, porque todo era un pantano. Los españoles y los latinoamericanos le salvamos el culo a Washington.

Fesser vendiendo 'marca España', que dirían los políticos.

Estoy convencido, estoy haciendo que la gente se sienta orgullosa de lo que es. Los latinos en Estados Unidos estamos con todos los derechos en nuestra casa porque ese país los hemos hecho nosotros. Parte de lo de Trump es el miedo que tiene la aristocracia, que existe, la clase alta racista, que les da mucho miedo que avancen los latinos, y los asiáticos, los negros porque les van a quitar su pastel. En la etapa de Obama estaban disimulados, no se podía decir soy racista, no quiero a los chinos y tal, pero ahora que les dejan decirlo...

El problema es que ahora lo dice, con un discurso supremacista, un señor que está sentado en el despacho oval de la Casa Blanca.

Trump no es el problema, es la consecuencia de un problema. A todos estos les viene muy bien que exista un problema porque le echan la culpa de todo, pero mientras tanto tienen cuatro años en que no les quitan el pastel. Todo esto tiene que ver con la Guerra Civil estadounidense. Te das cuenta cuánto tarda en disolverse la vida de una guerra como esa.

Pues aquí todavía andamos recuperando cadáveres de esa época de las cunetas.

Y llevamos 80 años desde la guerra. Allí es de 1860 y todavía duele. Hace poco entrevistaba a un granjero encantador, buena gente, que hace un cultivo ecológico en la granja, trata a los animales mejor que a las personas y les preguntas por la guerra civil y contesta: “¿La guerra qué? ¿dice usted cuando nos invadió el norte? yo los deportes no me gusta comentar hasta que termina el partido, hemos visto la primera parte, estamos en el descanso, así que ya veremos”. Eso está todavía en el sur de Estados Unidos. ¿Trump que ha hecho?, pues que esos fantasmas que estaban ahí los ha sacado a pasear y hemos visto los sucesos racistas de Charlottesville, y estamos viendo cosas muy duras.

¿Sobrevivirán los estadounidenses a esa América de Trump?

Creo que a los pobres americanos les va a pasar lo que a nosotros con nuestra Guerra Civil, que llevamos 80 años con películas, libros y otra película y otro libro. Estos van a estar leyendo libros de Trump 150 años más.

¿Otro fantasma como el de la Guerra del Vietnam?

Como los alemanes con los nazis, los americanos con Vietnam, vamos a cambiar Vietnam por Trump. Se van a hartar. Desde aquí un abrazo muy grande a los americanos porque se van a hartar durante el próximo siglo. La Almudena Grandes de allí, venga a escribir de Trump.

Nos reímos pero, en fin, no tienen ni puta gracia los 'tuits' que hace este señor desde su cuenta de Twitter @TheRealDonaldTrump, con 47,1 millones de seguidores.

Ninguna, no tienen ninguna gracia. Es muy triste, es muy trágico, pero él no es el problema, solo la consecuencia del mundo donde estamos. Y ese mundo necesita respuestas. Lo que hace falta es que venga las chicas que han hecho Erasmus, seis meses en Amsterdam, luego otros seis en Bolonia, que entiendan esto, que no se agobien con el 'Whatsapp', que entiendan lo de los robots o que intenten afrontar los problemas de la humanidad, que básicamente son: de qué van a trabajar los seres humanos y si hace falta ir a la universidad o es mejor hacer un bachillerato polivalente o lo que sea. Pero eso, ni Rajoy, ni el de Ciudadanos, ni Podemos, ni Oprah Winfrey, eso ya está pasado de moda, colega. No hay que cambiar las reglas, ni adaptarlas, hay que cambiar el juego.

Todo eso lo refleja bien en sus historias en 'El Intermedio'.

No soy un experto en EE UU, soy un turista como todos los demás, pero llevo mucho tiempo yendo allí, llevo mucho tiempo casado con una norteamericana, mis hijos no son españoles que están allí, son americanos, mis cuñados, mis amigos son de allí. Estoy en ese mundo y, con la disculpa de la actualidad, intento explicar a la gente de aquí no lo que pasa, pero sí por qué está pasando.

El contexto que tan fugazmente aparece incluido en las crónicas que nos llegan de allí.

El contexto, efectivamente. Yo ya no estoy para dar corriendo el último 'tuit', soy periodista más de dominical que de diario y creo que puedo hacerlo mejor ahí.

Llevamos la mitad de la entrevista y no hemos hablado de su libro. ¿Qué título más raro, no? El amigo invisible era algo a lo que jugábamos por navidades.

Era mas complicado, se llamaba 'Mi amigo invisible está de los nervios'. Tardé tres años en escribirlo, lo mandé a la editorial y me dijeron “esto qué es, esto qué es, esto hay que cambiarlo si quieres que lo publiquemos”. Les mandé a cascarla, estuve un año que pasé de ellos y me dijeron lo de los cambios otra vez; y los cambios era cambiarlo entero. Me decían que lo que había escrito era un despropósito. Un torbellino. Pero al año lo releí y vi que tenían razón. El libro está basado básicamente en el intento mío de buscar un hueco en EE UU. Pero en vez de narrar mi historia, que a veces me aburre, me busco un personaje, le ambiento en mi angustia, pero le añado disgustos exagerados y le añado un amigo invisible que no es ese al que te referías y al que yo jugaba en Reyes, sino el que todos teníamos de pequeños, ese al que le hablábamos y pasaban por delante tus padres y te decían que con quién hablabas. Pues con Genaro [Agenjo, en el libro]. El tema es cuando tienes 44, pasan tus padres y sigues hablando con Genaro. “Oye, oye, ooooye, que está hablando con Genaro”. El hecho de crear un amigo invisible y de darle personalidad me ha permitido sacar esta novela de la realidad de esa angustia a donde me diera la gana porque vuela, puede hacer un viaje galáctico, planea por el edificio de la Chrysler, puede ir a EE UU en un momentito y volver, muchos pensamientos que yo tenía desorganizados, según la editorial, pues lo que hago es pasárselos a mi amigo invisible y ya. Mando a un español a EE UU que no se entera mucho a resolver un enigma y le van pasando cosas.

Yo estoy contento porque soy un seguidor de Elvis y por fin se confirma, con pruebas irrefutables, que está vivo, con las patillas un tanto encanecidas y tal, pero vivo.

La idea de la trama del libro empieza porque poco después de morir Michael Jackson estaba con uno de mis hijos y me dice: “oye, ese es Michael Jackson, que sí es”. “Que está muerto, a ver si te va a pasar como a los peruanos con los japoneses, que ven uno y se piensan que es Fujimori. Pues no es” decía yo. Y con esa tontería me quedé pensando que ... ¿y si fuera Michael Jackson, tío? Y ahí creo la trama del libro, imaginándome que hay un mundo paralelo donde vivían otros personajes.

Para muchos hay si duda otro mundo paralelo, para los excluidos, los perseguidos, etc.

Sí, sí. Hay muchos mundos, por eso siempre digo que en la actualidad lo que se nos ha olvidado a los humanos es escuchar, hablamos pero no escuchamos. Esperamos que termine el otro para hablar pero no le escuchamos. Y si escucháramos, conoceríamos esos otros mundo paralelos; cualquier persona tiene una biografía apasionante, pero claro nos movemos con el 'esta es la gorda, no hablo con ella', 'este es el pelota, uhhhhh', 'este tío, pero si tiene un acento'... Si nos dejáramos de prejuicios y habláramos con esa persona, nos sorprenderíamos. A la gente hay que escucharla y tratarla bien no por ser madre Teresa de Calcuta, sino por egoísmo personal, esa gente nos va a sorprender. La vida es mucho más divertida escuchando. Y hablando sin miedo, sin complejos. Por eso mi amigo invisible se carga todos los complejos y todas las convenciones. Este libro se parece mucho -en la historia nada, pero en la forma en que lo he escrito sí- al guión de El Milagro de P. Tinto.

Esa película, que dirigió tu hermano Javier, revela ese mundo tan creativo de Fesser, con esos protagonistas imposibles. ¿Está trajinando con algún guión de cine en estos momentos?

Esto es un poco como eso, y podía ser tranquilamente un guión con unos personajes muy peculiares como el Apenado, el amigo invisible, que pueden meterse en aventuras. Esta es una de ellas, pero podría haber más. En ese sentido es muy cinematográfico, pero no me lo he planteado pesando en eso, aunque es una posibilidad. Lo que estoy pergeñando en cine es algo más parecido a 'Cándida', estoy trabajando en la historia de un camarero inmigrante sencillo que lleva muchos años en una barra de un restaurante de Nueva York y quiero contar la historia de los últimos 50 años de esa ciudad a través de esa barra de bar. Un personaje que en principio no es importante para nadie, pero que descubrimos su grandeza, como le pasaba a Cándida o al Apenado de mi libro. Lo que se dice best-seller, un best-seller (risas).

¿Qué tal se maneja con la tecnología, las redes sociales?, ese otro mundo paralelo, vaya.

Malamente, tenemos en la Fundación Gomaespuma cuentas y eso, cuando hay promociones de libros pues las usamos, pero la tecnología me sobrepasa, me da pereza. Instagram sé que existe, pero no me interesa nada, hacer un 'selfie' de la merluza que me he comido aquí, pues no lo veo. Creo que el mejor libro de todos los tiempos lo escribió Cervantes se llama 'Don Quijote de la Mancha', que tiene dos personajes y en España solo hemos leído uno, a Don Quijote. España es un país súper creativo y espontáneo, con una capacidad para reaccionar ante los problemas que echo de menos en EE UU, pero hay otro personaje que no hemos leído, que es Sancho Panza, que es el que tiene el plan de negocios, si alguien no te prepara la comida, no te peina, saca al burro vas jodido. Y eso es Estados Unidos, un plan de negocio fenomenal. Allí cuando llega un Quijote y se junta con Sancho Panza, pues se sale. La fusión es maravillosa.

Allí se pasan de Sancho Panza, le pides a alguien para tomar el café y te dice que para el 17 de abril. “Pero cómo me llamas así”, dicen. Es un horror. Aquí llamas y en cinco minutos ya lo estás tomando, antes de que cuelgues ya ha bajado. Eso me encanta. ¿Que no me gusta de España?, quedamos y ni reservamos ni nada. Llega las dos, todo ocupado. Está cerrado. A las cuatro los niños con un hambre: “papa que tengo hambre”. “Que nos costaba haber reservado, tío. ¿No?” Vamos que no hay que reservar con seis meses de antelación, pero que no pasa por nada por reservar. Nuestra espontaneidad, sin el business plan, es una cagada. Muchos esfuerzos que no se rentabilizan; gente aquí en la radio que hace unas cosas pero luego no sale por ningún lado, no se aprovechan. Si 'Gomaespuma' hubiera sido norteamericano, habría 50 manuales sobre cómo hacer radio tipo 'Gomaespuma'. La culpa es mía porque no lo he escrito yo, tenía que haberlo hecho.

Por cierto, no le iba a preguntar por el retorno de 'Gomaespuma' pero me lo ha puesto en bandeja. Y eso que cualquier tiempo pasado... fue pasado.

Profesionalmente lo tengo como un recuerdo maravilloso. Sin 'Gomaespuma' no estaríamos hablando ahora tú y yo aquí, haber podido ir a Estados Unidos, explorar otros campos. No tiene sentido volver, en lo personal la relación con Juan Luis es muy buena, en parte porque lo dejamos en el momento que teníamos que dejarlo. Esa marca ahora es la Fundación Gomaespuma, donde lo que hacemos es facilitar el acceso a la educación a niños en Sri Lanka y Nicaragua y eso funciona, festivales, etc. No creo que vayamos a hacer otra gira como 'Gomaespuma', no tiene pinta.

¿Y cómo ve el oficio del periodismo?

Pues lo veo mas necesario que nunca. En tiempos en que hay tal despiste general, nuestra profesión es fundamental para centrar las cosas con objetividad, intentando informar de las cosas honestamente. Lo que pasa es que la veo más difícil, las empresas periodísticas han caído en manos de accionistas en lugar de gente que ama la profesión. Cuando este negocio lo dirigían periodistas, cuando la radio la dirigía Manuel Martín Ferrand, el periódico lo dirigía el de los tirantes Pedro J. calvorota y así era otra cosa porque tú sabes que si hay problemas económicos la solución no es recortar para ganar dinero. Saben que la solución es invertir para que la gente confíe, porque lo único que tiene el periodista es la confianza de la gente.

Algo que cuesta atesorar y se pierde en un minuto, prácticamente.

Muchas cabeceras en España la han perdido, están desprestigiadas porque se han puesto nerviosos y se han creído que para solucionar las cosas había que echar gente, pagar menos y hacerlo peor. Si no hay editores, se dan bandazos en favor de las publicidades, etc pues la audiencia lo ve porque no es idiota. Parte de que la gente se informe en sitios malos y baratos no es solo porque Internet es gratis, es porque la gente dice: “tíos, qué me estáis contando, estáis haciendo un periodismo que yo no me lo creo. No me fío de vosotros, y por eso me voy a otros lados”. Eso no ha ocurrido en Estados Unidos; por ponerte dos ejemplos, el NYT o el Washington Post son oráculo de Delfos, la gente los respeta, por culpa o gracias a Trump viven una época dorada nuevamente. Claro, el NYT tiene seis corresponsales en la Casa Blanca siguiendo al presidente, está el director de todos ellos, Peter Baker, y cinco por debajo. En la redacción hay 135 personas. Hay un boom espectacular del periodismo en EE UU gracias a que la gente necesita esa confianza, y ellos no la han perdido. Aquí, El País no se parece en nada a lo que era.

Me gustaría terminar hablando de su libro. En los materiales que preparan en las editoriales para difundir sus publicaciones, de su última obra se dice que pese al “formato de humor”, su libro trata de “cuestiones muy serias”: la soledad, el abismo generacional, la mercantilización del arte, el capitalismo depredador y el racismo.

El racismo, la intolerancia y el capitalismo depredador se curan viajando o mezclándote con gente rara. A mi hay cosas de mi país que no me gustan, la corrupción del PP y soy español, o que mataran a los indios en Estados Unidos pues tampoco. Al final buscas la parte positiva. En la vida hay dos cosas, aprender y divertirte. Utilizo el humor como vehículo, pero también quiero hablar sobre lo que me preocupa: la gente que está sola, la que viaja, la que le va bien en la vida o mal. La vida está para disfrutarla, y si las cosas salen mal pues qué le vas a hacer. Lo bueno es intentarlo, no tener expectativas, sino tener intenciones.

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