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Gendarmes, policías y más gendarmes para ahogar cualquier conato de protestas por el G7

La Gendarmería establece una barrera de acceso a Baiona

Iker Rioja Andueza / Maialen Ferreira

Tras un sábado con incidentes y 68 detenidos en la localidad vascofrancesa de Baiona, el núcleo urbano más próximo a una Biarritz blindada hasta el último callejón residencial por la celebración del G7, el domingo ha discurrido en tensa calma debido al ingente despliegue policial, principalmente de la Gendarmería. Los momentos de confrontación entre las fuerzas del orden francesas y los manifestantes anticapitalistas se han trasladado en este segundo día de cumbre a Hendaya, a escasos metros de la frontera con España, a Bidart y, en menor medida, a Anglet.

Durante la noche del sábado, hecho el balance de lo ocurrido horas atrás en Baiona, los organizadores de la contracumbre valoraron la desconvocatoria de los actos de protesta simultáneos en los alrededores de Biarritz, adonde es imposible acceder por los controles policiales en cada esquina, en cada puente y en cada urbanización. Se planteó un único “muro popular” de desobediencia pero también se ha caído de la agenda. El “clima policial”, han argumentado, no ofrece “condiciones mínimas de seguridad” para los participantes.

Así las cosas, por la mañana Baiona ha acogido una protesta pacífica y festiva contra Emmanuel Macron. Ya por la tarde se había anunciado a última hora una concentración frente al Ayuntamiento para denunciar las detenciones. Pero el fuerte blindaje policial, con zonas cortadas hasta las 19.00 horas, ha limitado a una veintena los asistentes reales, la mayoría vascos, que apenas han gritado unos minutos. Todos ellos han sido identificados. Un gendarme ha procesado sus datos en una tablet. También se han revisado mochilas -un día en la ciudad da para media docena de inspecciones- y hasta la comida de una señora. Había allí muchas más familias de domingo y periodistas que manifestantes. Un joven de París ha contado cómo un número le ha quitado su chaqueta solamente por ser negra. 80 euros a la basura.

Con todo, la Gendarmería ha realizado ostentosas maniobras. Nuevamente, han cerrado todos los puentes entre las dos orillas del Nive. Disponen de viejos camiones Renault que despliegan grandes verjas negras infranqueables. Detrás, decenas y decenas de lecheras. Y detrás uniformados con todo tipo de protecciones y armas largas. En la retaguardia, antidisturbios motoristas y el apoyo de los CRS de la Policía Nacional, que ha desplazado un cañón de agua que ya fue empleado el sábado. Por el cielo, los helicópteros siempre han estado vigilantes.

En verdad, había muy poca gente en Baiona desde la mañana. Casi todos los comercios estaban cerrados y pocos restaurantes servían comida. La empleada de uno de ellos comentaba que su jefe había desobedecido el consejo de la Policía de tomarse puente. Ella vivió en primera línea los sucesos del sábado y tenía temor de que se repitiera el domingo, como otros vecinos de la zona.

Llegar allí era una odisea, con la salida principal de la autopista cerrada, como también todos los caminos que unen Biarritz y Baiona. De hecho, la organización de la contracumbre se ha llevado a otro punto de la conurbación, a Anglet, la rueda de prensa de balance. Allí los bomberos, que llevan tiempo de protestas mientras apoyan a las fuerzas del orden en el G7, han prendido una hoguera sin más consecuencias.

En Hendaya, en la comisaría de la Policía que también hace las veces se centro conjunto hispanofrancés, se han concentrado un centenar de personas contra las detenciones, ya que allí hay también calabozos. Varios de ellos, que respondían al perfil de los radicales de Baiona, se han terminado por disolver. Y, en Bidart, con motivo de un acto de los chalecos amarillos, se ha registrado un fuerte despliegue de los CRS, que han retenido allí a numerosas personas, incluidos los periodistas.

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