La cooperación vasca cumple 30 años con nuevos retos: desarrollo sostenible, crisis de refugiados y equidad de género

Euskadi cumple 30 años de políticas de cooperación y la Coordinadora de ONG de Desarrollo hace balance de “tres décadas de reivindicaciones” que comenzaron en la década de los 80 con la recogida de las primeras firmas y movilizaciones, y mira al futuro sumando nuevos retos: refugiados, desarrollo sostenible y equidad de género.

El primer hito se consiguió en 1988 cuando el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz decidió, a propuesta de su alcalde, José Ángel Cuerda, reservar el 0,7% de su prepupuesto para proyectos de cooperación, un hecho pionero dentro y fuera del País Vasco. “La presión social favoreció que las instituciones comenzaran a destinar presupuesto a cooperación y a diseñar sus propias políticas”, recuerdan desde la coordinadora. La cooperación ha seguido creciendo, actualmente son 79 las ONGDs que forman parte de la coordinadora, y abordan proyectos de educación, salud, equidad de género, acceso al agua, lucha contra el hambre, entre otros, en diferentes páises del mundo.

El impulso inicial de la sociedad en esta materia se ha visto también acompañado por un respaldo institucional. Un punto de inflexión se sitúa en 2007, con la aprobación en el Parlamento Vasco de la Ley Vasca de Cooperación, que fijaba para 2012 el compromiso de dedicar a estas políticas el 0,7% de los presupuestos de las administraciones vascas. “Un histórico consenso”, se felicitan, “pero que solo cumple el consistorio gasteiztarra, y de manera puntual e inestable”, señalan. Por eso reclaman a las instituciones que “cumplan las leyes aprobadas y asuman sus compromisos”. Actualmente la media del porcentaje es del 0,44%, lo que supone 63 millones de euros para más de 350 proyectos en países y regiones empobrecidas. “Si realmente se alcanzara ese acuerdo del 0,7%, el impacto sería mucho mayor”, reclaman.

Crisis económica, recortes y nuevos objetivos

La crisis económica de la última década ha sido otro de los obstáculos que han tenido que afrontar desde la cooperación, ya que los recortes han tenido un impacto negativo en estas políticas. “Entre 2010 y 2015, el descenso en los fondos destinados a proyectos en los países empobrecidos en las ONGD de nuestra red fue del 33,5%. El 29% de las ONGD dejaron de trabajar con organizaciones de países empobrecidos, y el 26% tuvo que abandonar su trabajo en alguna zona donde intervenían”, recuerdan.

El objetivo ahora es alcanzar en 2030 los Objetivos de Desarrollo Sostenibles aprobados en 2015 por Naciones Unidas. Para ello piden que las instituciones y las ONGD sumen fuerzas, porque “en un mundo globalizado como el actual, la cooperación debe estar presente en el resto de políticas”.

La Coordinadora de ONGD de Euskadi también apunta los nuevos retosa los que se tienen que enfrentar las organizaciones, las sociedades y las instituciones. La crisis humanitarias a personas refugiadas que se viven en el mundo, no solo en Europa; el hambre que aumenta por tercer año consecutivo, “y en 2017 ha alcanzado ya a 821 millones de personas”, advierten; o la necesidad de “consolidar avances en materia de género y empoderamiento de las mujeres”, reclaman.

Además quieren que la solidadaridad y la cooperación “sigan siendo valores y señas de identidad de esta sociedad”, por lo que apuestan por “acercar a la ciudadanía” su trabajo e impacto de sus intervenciones.