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Tecnohumanismo

Director Científico del CiTIUS-Centro Singular de Investigación en Tecnologías Inteligentes de la Universidad de Santiago de Compostela
Yuval Noah Harari

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Según Yuval Noah Harari, en su libro 'Homo Deus. Breve historia del mañana', los humanos deben hoy extraer de sus experiencias internas no solo el sentido de su propia vida sino también el sentido del universo entero. Estamos inmersos en una revolución humanista, nos dice el autor, y lo ilustra a través de cinco imágenes, relacionadas con la política, la economía, la estética, la ética y la educación. En el ejercicio de la política humanista, el votante tiene el derecho a elegir y el acierto al hacerlo. En una economía humanista el cliente siempre tiene la razón, no solo porque se le dé sino porque la ejerce con su dinero. La belleza no se define sino que está en los sentidos del espectador. La ética humanista dice que si algo hace que te sientas bien debes hacerlo, si bien con los límites que fijan los derechos de los demás. La educación humanista trata de que tengamos un pensamiento propio, aunque la mayor parte de lo que aprendemos parta, lógicamente, del pensamiento y la obra de otros. 

 El humanismo que Yuval nos describe se verá pronto superado, ya lo está siendo en parte, por el avance del conocimiento y del desarrollo tecnológico, en particular el de la Inteligencia Artificial y otros logros de la ciencia y la tecnología, singularmente la ingeniería genética. Siguiendo el guion de Yuval en torno a los cinco ámbitos citados por él, les comparto algunas reflexiones sobre este tecnohumanismo propiciado o incluso forzado por las máquinas inteligentes. La política tecnohumanista se asentará en gobiernos abiertos, que según Audrey Tang, ministra de lo digital en Taiwan, se apoyan en cuatro pilares: la transparencia; la participación de la gente en la toma de decisiones y en la creación de programas; la responsabilidad en las ideas y las acciones; y la inclusión, ya que todo el mundo tiene que sentirse cómplice del proceso. Todo esto no es posible sin una inmersión de la política y su exposición pública en y a través de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). Es más, las TIC y los sistemas inteligentes de minería de datos y textos permitirán saber lo que quiere la sociedad, incluso antes de que esta se manifieste en las urnas y en las encuestas de opinión, que fallan más que una escopeta de feria. Recordemos que un software basado en Inteligencia Artificial, MogIA, predijo que Trump ganaría las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, en un momento en que todas las encuestas daban a Hillary Clinton como favorita. Para ello se valió del análisis de la información en redes sociales como Google, Facebook, Twitter y YouTube.  

En una economía tecnohumanista las máquinas realizarán casi todas las tareas, no solo las que las personas no podemos o queremos realizar sino también aquellas para las que hasta hace nada nos creíamos imprescindibles, como redactar noticias, valorar el riesgo en la concesión de un crédito, realizar cirugía de precisión o conducir un vehículo. Avanzamos hacia una economía que va más allá del conocimiento y se convertirá en una economía de la inteligencia, también de la artificial. 

En la estética tecnohumanista la belleza no solo entrará por los sentidos del espectador sino que podrá ser inducida artificialmente, interfiriendo en el funcionamiento del juez de lo que es estético y lo que no, que no es otro que nuestro cerebro. 

En la educación tecnohumanista el pensamiento propio, pensar por uno mismo, no será suficiente. Nuestro pensamiento y nuestra acción convivirán con el de las máquinas e incluso se verán con frecuencia superados por estas. Saber porqué las máquinas actúan de un modo u otro será cada vez más insondable si no hacemos algo al respecto. Será imprescindible ser formados para nuevas responsabilidades y en lo que nos hace más humanos, ya que en la mayor parte de las ocupaciones intervendrán las máquinas, también en la de educarnos. 

Por todo ello, la ética tecnohumanista deberá buscar no solo que hagamos lo que nos haga sentirnos bien a nosotros mismos sino también a otros. En primera instancia se trata de pensar en la sociedad de los seres humanos y esto es lo único que puede salvarnos de sucumbir a los pies de nuestro desarrollo. Nuestro comportamiento social nos ha traído hasta el hoy y solo alcanzaremos un mañana feliz reafirmándonos en él. Además, con el tiempo supondrá también pensar en una sociedad ampliada, en la que las personas convivirán con las máquinas y con todos los híbridos imaginables, pero eso ya es transhumanismo. 

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