¡Váyase a su casa!
Estaban sus señorías enfangados en la batalla por Madrid, inaugurada ya en el Congreso de los Diputados, cuando un diputado, Íñigo Errejón, cometió la osadía de mostrar su preocupación por las consecuencias que está teniendo la pandemia y el confinamiento en la salud mental de muchos españoles. ¿A quién se le ocurre hablar de la pandemia pudiendo debatir sobre socialismo, comunismo y fascismo en una comunidad que presenta unos pésimos indicadores en contagios y hospitalizaciones?
Errejón reclamó en la sesión de control que se duplique la cifra de psicólogos en la sanidad pública porque estos tratamientos no pueden convertirse en un lujo al que solo puedan acceder los que se lo pueden pagar en la concertada o la privada. La pregunta era más que pertinente puesto que de los más de 32.500 psicólogos colegiados en España, solo trabajan en el sistema público 2.397.
El inicio de su intervención despertó risas entre algunos parlamentarios de la bancada de la derecha y como si no fuese suficiente desfachatez, al acabar uno de ellos le gritó ¡Vete al médico!, para estupor del propio Errejón y de muchos otros diputados, que respondieron a semejante dislate con un aplauso de apoyo al líder de Más País.
Tras el revuelo y sabiendo que medios y parlamentarios estaban intentando dar con él, el autor dio la cara en Twitter. Se trata de Carmelo Romero, diputado del PP por Huelva, que pidió disculpas por lo que calificó de frase desafortunada. “En ningún momento ha sido mi intención referirme ni a los enfermos ni a las familias de las personas con enfermedad mental”, escribió su señoría. ¿A quién se refería? ¿Insultaba solo a otro diputado y con eso ya da el tema por resuelto?
Repasando algunos tuits y declaraciones de este veterano dirigente del PP andaluz queda claro que es un prolífico autor de “frases desafortunadas”. Desde elogios a Franco a crear la “Señora COVID” para realizar “labores de limpieza y desinfección” durante la jornada escolar. En resumen, que el señor Romero es un dechado de virtudes que lo mejor que podría hacer por respeto a los ciudadanos que representa es renunciar al acta e irse a su casa.
La salida de tono del diputado popular es una muestra de la concepción que algunos políticos tienen de su trabajo y en este caso también de su visión de la sanidad pública y de la salud mental. Un 15,8% de los españoles ha padecido ataques de pánico o de ansiedad desde que estalló la COVID-19 y según un estudio llevado a cabo por CANAE, la confederación estatal de asociaciones de estudiantes, al 72% de los estudiantes les preocupa más su salud mental en pandemia que cualquier otra cosa. Son solo dos datos que demuestran el acierto de que en el Congreso se debata sobre cómo hacer frente a esta situación que nos coloca frente al espejo como sociedad. El apoyo a la sanidad pública no puede quedarse en los aplausos olvidados, como no para de recordarnos el personal médico.
Ojalá el exabrupto de Carmelo Romero fuese una reprochable excepción. Pero no lo es. Las cámaras a menudo no pueden recoger otras barbaridades que se escuchan en el hemiciclo, incluso en estos tiempos en que lo mínimo que se puede exigir a todos los representantes de los ciudadanos es que sean sensibles a las dificultades que están sufriendo una gran parte de ellos. Escuchando los eslóganes con los que ya nos están martilleando a cuenta de la campaña en Madrid, como si la capital española estuviese dividida por el muro de Berlín, se entiende que muchos de ustedes pierdan la esperanza de que el estilo de Errejón y de otros diputados que merecen el acta que les hemos otorgado se imponga en el Congreso.
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