De reformas en un edificio viejo: a propósito de la reforma electoral
La idea del partido del Gobierno para reformar la Ley Electoral vigente para su conveniencia en las próximas locales es evidente. Además, pensar en clave “regeneración democrática” es un absurdo cuando el estado actual de decisión electoral se basa, por ahora, en un juego de coaliciones y/o pactos para ganar espacios en todos los niveles del poder legislativo.
Pero, además, estos juegos de coaliciones-pactos, por ahora, obvian las decisiones iniciales de la ciudadanía cuando esta deposita su papeleta (listas) en las urnas, porque cuando se vota se establece un mandato expreso de a quién se quiere en las cámaras municipales, autonómicas o en el Congreso. Y este ejercicio de voto no debe implicar la emisión de un cheque en blanco al portador, porque además de las muchas otras implicaciones que conlleva esa costumbre cheque-en-blanquista, nunca se ha consultado al electorado acerca de esos juegos de pactos ex post.
Así, da la impresión que cuando el Gobierno y su oposición hablan de esta reforma, es como si hablaran de reformar un ventanuco de la vigésima planta, cuando el edificio entero está derrumbándose por corrupción en su estructura. Por más que se apuntale, el edificio se caerá... y claro, erre que erre: hay que reformar el ventanuco, dicen unos; los otros dicen que no, que habrá que dejarlo tal cual... Cosas del bipartidismo más clásico.
Ahora bien, podríamos plantearnos otra idea, al menos alternativa: ya que en algún momento vendrá quien va a reformar el ventanuco, hará el presupuesto y nos comentará cómo será la obra y qué materiales usará, podremos aprovechar a preguntarle por todo el edificio.
Como yo vivo en ese edificio, como millones de personas más, y me preocupa el estado en que está, haré mi propuesta de reforma, de bajo coste y participativa, porque en este edificio tenemos de todo: electricistas, arquitectos/as, ingenieros/as, contables, peones... de todo. Después de esta propuesta, veremos qué dice el vecindario en conjunto.
1.- Lo primero es decirle a quien propone esa reforma del ventanuco: “¡No seas rácano! Sabemos que es posible una reforma más profunda y seria de la estructura (toda la Ley Electoral), o ¿es que no ves que entre todos y todas podemos dejar este edificio muy chulo, además de habitable?”.
2.- También le diría, como mucha otra gente está haciendo: “¡No te jode! Si todos/as sabemos que vives en la vigésima planta!!!”.
3.- Sabiendo los recursos con los que contamos en el edificio le diría al de la obra: “Márcate un buen presupuesto, pero para todo el edificio”.
4.- Esta sería la propuesta a presupuestar:
a) Que haya opción a elegir de manera uninominal (por nombre y apellido) a alcaldes y alcaldesas. ¿Querías que saliera la persona... (¡ah, no, es la lista!)... más votada? Toma triple dosis. Aquí no hay espacio a cabildeos (nunca mejor dicho) y tratos a posteriori entre fuerzas políticas para poner a alcaldes o alcaldesas.
Y es que además hay algo preocupante: hay una premisa errónea en la proposición “elegir directamente a los alcaldes/alcaldesas a través de la lista más votada”. ¿Cómo se puede elegir a una persona si esta está en una lista cerrada? En este caso estoy eligiendo a más de una persona al meter un trozo de papel en una cajita cada cuatro años.
b) Candidaturas a la cámara municipal (concejalías) igualmente elegibles por nombre y apellido y que dichas candidaturas respondan a circunscripciones distritales. Es decir, que haya un número determinado de concejalías por distrito y en función de la población de dicho distrito y que dichas concejalías respondan de sus funciones ante el electorado de la circunscripción que lo eligió.
c) De esta manera, el alcalde o alcaldesa tendrá que cumplir con los mandatos establecidos/acordados en la cámara municipal y no al revés, como hasta ahora. Además, con la premisa de que las concejalías rendirían cuentas al electorado de su circunscripción se garantizaría una cadena de participación y control ciudadano sin precedentes en este reino.
d) Que además de la opción uninominal de elección de concejalías pueda haber la opción lista de forma excluyente, claro está. Se trata, en todo caso, de ampliar derechos electorales y no de recortarlos, como parece que se está viendo en esta era previa al fin del bipartidismo.
e) Finalmente, pediría presupuesto de un revocatorio para todos los cargos elegidos y control patrimonial de los mismos.
Entonces, ¿queríais reforma? ¿Aceptamos el presupuesto que nos hagan para tener un edificio que nos dure unos cuantos lustros más? Queda poco tiempo y no queremos que el edificio se caiga, pues es nuestro gran patrimonio; si se va hablando de reformas, tengamos la visión de hacerlas de calado...