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Pagar por trabajar

Antón Losada

Seguro que lo ha dicho o pensando más de una vez durante estos tiempos oscuros: acabaremos teniendo que pagar por trabajar. Todos nos temíamos ese final desde que comenzó la crisis y gobiernos y empresarios aprovecharon la oportunidad para deteriorar y precarizar el mercado laboral, dinamitar la negociación colectiva y mantener los márgenes de beneficio a base de bajar los salarios. Ya puede dejar de temer por un futuro tan triste y angustioso. Ahora puede asustarse como es debido por el presente porque está pasando: hemos empezado a pagar por trabajar.

Con gran alboroto y ruido, por la vía de un Decreto ley de más de 170 páginas donde a Rajoy solo le ha faltado legislar sobre la existencia de Dios o sobre si es mejor un coche diésel o a gasolina, el Gobierno acaba de aprobar el programa de garantía juvenil, el gran proyecto donde piensa gastarse los casi 1900 millones de euros que van a girarnos desde Europa gracias al Plan de empleo juvenil europeo. En un país donde la mitad de sus jóvenes están o en la movilidad exterior o en el paro, la novedosa solución que se la ha ocurrido al Ejecutivo consiste en entregar los fondos a los empresarios y quitárselos a la Seguridad Social. Vamos a pagarles porque dejen trabajar a los jóvenes y acabaremos teniendo que darles las gracias por dejarnos a los demás.

Por cada joven que ni haya estudiado ni trabajado durante el último mes que contraten, en formación o en prácticas, los empresarios se llevarán un descuento de 300 euros sobre la cotización de la Seguridad Social. Si le pagan un sueldo de subsistencia al joven y no alcanza a cotizar esa cantidad, podrán bonificar las cotizaciones de otros empleados. A cambio, el empresario no asume prácticamente obligación alguna. En teoría el contrato debe ser indefinido pero si, pasados los seis meses que dura la subvención, despide al joven por “causas económicas objetivas”, no tendrá que devolver ni uno solo de los euros que le hemos pagado por dejarle trabajar.

El negocio les sale redondo. Nosotros le pagamos al empresario por darnos trabajo, el empresario gana trabajadores a precio de saldo y despojados de cualquier derecho que no sea producir y callar, y el Gobierno tendrá nuevas cifras para introducir a la máquina de las estadísticas del paro a unos meses de las elecciones. Solo perdemos nosotros.

Aunque digan que el dinero sale de Europa, en realidad antes salió de nuestros impuestos. Así que, con nuestro dinero, pagaremos para que los empresarios puedan seguir precarizando a placer el mercado laboral subvencionados por el Gobierno, la Seguridad Social verá caer sus ingresos, y continuará el deterioro del sistema público de pensiones hasta que ya no quede más remedio que liquidarlo por derribo. Ya solo nos falta poner la cama.

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