¿Y si el PP tuviera que gobernar con un partido terraplanista?
Oigo estos días el argumento de que negar la violencia machista es como defender que la Tierra es plana: el negacionismo machista equiparado a la conspiranoia de quienes sostienen, contra toda evidencia científica, que lo del globo terráqueo, pse, no está tan claro. ¿Es comparable rechazar que el machismo mata, con afirmar que la esfericidad terrestre es todo un montaje? No sé, hagamos la prueba, a ver qué tal suena un cuento así:
Imaginemos que un partido terraplanista entra por primera vez en las instituciones. Nadie lo esperaba, nadie lo vio venir, pero sucede. Lo hace a lomos de un clima de incertidumbre, miedo y paranoia muy extendida; y aprovechando un creciente malestar social que convierte esta opción política en voto de protesta, incluso para gente que no se considera terraplanista. Lo hace también mediante bulos, fake news y campañas en redes sociales que logran que el terraplanismo se abra paso de repente en la conversación pública.
El partido terraplanista entra primero en el parlamento andaluz, enseguida en numerosos ayuntamientos, y finalmente en el Congreso de los Diputados. No participa en ningún gobierno, pero sí consigue que sus ideas se oigan en las instituciones y, más importante, en los medios de comunicación: los portavoces terraplanistas son invitados con normalidad a televisiones y tertulias, donde pueden difundir sus teorías sin encontrar apenas rechazo, al contrario: con la complicidad de algunos periodistas.
Su presencia hace que, por ejemplo, en ayuntamientos y parlamentos autonómicos ya no salgan adelante declaraciones institucionales contra el terraplanismo. O que el partido exija los nombres y apellidos de los profesores de geografía para “depurar casos ideológicos”. Su legitimación y normalización anima a que en los institutos haya padres terraplanistas que denuncian a profesores por “adoctrinamiento terrarredondista” y pidan pin parental para las clases de geografía. O que una diputada suba a la tribuna del Congreso y diga a gritos que “la Tierra no es redonda” y “no aceptamos su geografía ideológica y totalitaria”. Hay muchas bromas y memes al respecto, pero siguen ganando peso.
El terraplanismo insiste una y otra vez en sus argumentos: “La redondez de la Tierra es un concepto ideológico que nosotros no compartimos”, dice su líder, que añade: “No negamos que parece un círculo, pero hay muchos tipos de figuras circulares, no tiene por qué ser una esfera”. Otro de sus representantes es más rotundo: “La Tierra redonda no existe”. En las encuestas ya hay un 20% de jóvenes que se declara terraplanista, mientras sus teorías triunfan en Tik Tok, circulan en los institutos de Secundaria, y son reproducidas por youtubers y famosos de medio pelo.
Como resultado de ese crecimiento del terraplanismo, el Partido Popular empieza a matizar su discurso: ya no afirma con rotundidad que la Tierra sea redonda; lo considera “una obviedad” y por tanto “no debe llamar la atención que no esté en los textos”. Un consejero andaluz del PP dice que prefiere “hablar de Tierra circular que de Tierra esférica, ya que el primero es un concepto más amplio, que engloba a ambos y por tanto es más representativo.” Otro consejero de Castilla y León, tras formar gobierno con los terraplanistas, reduce todo a un problema de “libertad de expresión”.
Tras las elecciones municipales y autonómicas, el partido terraplanista se convierte en imprescindible para que el PP pueda gobernar en ciudades y comunidades. Aunque Feijóo insiste en que “La Tierra es redonda, y desde el PP no daremos un paso atrás al respecto”, su partido firma acuerdos que asumen el terraplanismo. En los documentos oficiales se sustituyen las menciones al “globo terráqueo” por simplemente “la Tierra”, o incluso “la Tierra cualquiera que sea su forma”. En algunos ayuntamientos acuerdan vetar en los edificios oficiales la exhibición de bolas del mundo y mapamundis. Borja Semper repite a diario que él siempre defenderá con firmeza la redondez de la Tierra, pero los acuerdos de gobierno de su partido aceptan propuestas de los terraplanistas. Se espera que tras las elecciones generales gobiernen juntos y que la enseñanza de geografía quede en sus manos, además del ministerio de Cultura.
¿Qué os parece? Así contado suena tan terrorífico como inverosímil, ¿verdad? Un mal cuento distópico. Igual de terrorífico, inverosímil y distópico que nos debería parecer ese mismo relato si sustituimos “terraplanismo” por “negacionismo machista” (podéis abrir todos los enlaces y comprobaréis la rigurosa literalidad del relato). Pues ahí estamos, gente.
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