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Trabajo sí, pero decente

Economistas Sin Fronteras

Rosario Goñi —

Para intentar salir de la crisis se firmó en 2009 un Pacto Mundial para el Empleo, basado en el Programa de Trabajo Decente de la OIT. Este asunto sigue siendo una gran preocupación para toda la ciudadanía y una muestra de ello es que todos los partidos políticos llevan en sus programas actuaciones para mejorar la situación del empleo. Cada uno tiene su propia receta para cocinar el mercado laboral, sin embargo los ingredientes deberían ser los mismos.

Desde 1999 se habla ya de un trabajo decente basado no sólo en el empleo sino teniendo en cuenta también la protección social, los derechos de los trabajadores y el diálogo social. El concepto de trabajo decente aúna la existencia de empleos suficientes con la remuneración, la seguridad y las condiciones en las que se desarrolla el trabajo. Busca encontrar ese difícil equilibrio entre el mundo económico y el social, busca no olvidar la dignidad de las personas. Los indicadores que existen para medir el trabajo decente, miden de forma aproximada la situación en la que nos encontramos pero no está de más ver a partir de ellos cómo se pinta el panorama del mercado laboral.

Uno de ellos es la posibilidad de empleo. Si hablamos de él no podemos dejar de analizar por una parte la tasa de actividad, la tasa de empleo y la tasa de desempleo que miden las oportunidades de empleo y por otro lado el coeficiente de Gini que relaciona renta con consumo. Este indicador es especialmente importante ya que indica cómo se reparten los ingresos y si las remuneraciones son suficientes.

Eurostat cifra para 2015 una tasa de población activa para España del 79,1% por encima de la media europea situada en 77,1%; sin embargo, la tasa de empleo está por debajo de la media, un 62% para España frente al 70,1% para la Europa de los 28. Si vemos la tasa de desempleo respecto al total de la población pasamos de un 6% en Europa a un 14,5% para España pero si la tasa de desempleo la referimos a la población activa la cifra se dispara, de una tasa del 9,4% en la Europa de los 28 pasamos a una tasa del 22,1% para España. Sólo nos sigue ganando Grecia con un 24,9%. En cuanto al coeficiente de Gini, la Oficina Europea de Estadística establece un coeficiente para España en 2015 de los más altos (34,6).

Otro componente del trabajo es su remuneración. Habitualmente se utilizan dos índices. Por un lado el porcentaje de trabajadores cuya remuneración es inferior a la mitad del salario medio nacional. El salario medio en España en 2015 ha sido de 26.259 euros al año, es decir 2.188 euros al mes suponiendo 12 pagas anuales. Por otro lado se utiliza el índice de pobreza absoluta. La EAPN (Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social) en un informe de 2015 establece el porcentaje de españoles en situación de riesgo de pobreza en un 29,2% en 2014 y además añade que los trabajadores en riesgo de pobreza va en aumento cifrándolo para ese mismo año en un 14,2%.

Otra de las patas en las que se asienta el trabajo decente es la protección social que ayuda a los trabajadores en ciertas circunstancias como el desempleo, la enfermedad, la maternidad, la incapacidad o la pobreza en la vejez. Si nos detenemos en este punto podemos estudiar el gasto público de carácter social. Según Eurostat el gasto público en porcentaje del PIB en España fue del 43,6% lejos del 48,1% de la UE de los 28. Si hablamos de gasto por habitante también España está por debajo de la media con algo menos de 10.000 euros frente a los más de 13.000 de media en la UE y desde luego muy lejos de los más de 33.000 de Noruega. Sin embargo no hace falta irse tan lejos también está por debajo de un país más cercano como Francia con un gasto de alrededor de los 18.500 euros. Aunque este dato es eso, sólo un dato, porque también hay que tener en cuenta la eficacia de ese gasto o las condiciones necesarias para poder acogerse a los programas de gasto social.

Con respecto a los derechos de los trabajadores, otra de las bases del trabajo decente, es importante hacer referencia a la discriminación laboral. Otros derechos fundamentales como los referentes al trabajo forzoso o el trabajo infantil, al igual que la libre sindicación o la negociación colectiva parece que están bastante extendidos en toda Europa y también en España. Sin embargo hay que redoblar el esfuerzo en atajar las discriminaciones en cuanto a sexo y en cuanto a etnia. Aunque también se podría incluir en este ámbito de reflexión la discriminación existente entre trabajadores fijos y temporales que fractura profundamente el mercado laboral.

No hay muchos datos sobre la discriminación contra las minorías étnicas en el mercado laboral pero sí en cuanto a la discriminación de género. Si miramos la tasa de actividad femenina, la proporción entre la tasas de desempleo de las mujeres y de los hombres, el porcentaje de mujeres que ocupan puestos directivos o el indicador de la desigualdad salarial podemos ver que las diferencias existentes son claras. Las mujeres siguen estando discriminadas a nivel europeo, y no hay que olvidar que representan más de la mitad de la población.

Otro aspecto importante de los derechos de los trabajadores son las condiciones en las que realizan su trabajo. El trabajo nocturno, las horas de trabajo, el reposo semanal y las vacaciones nos pueden ir dando una idea de cómo es el trabajo que se crea. En general en toda Europa se aprecia que el número de trabajadores que tienen un horario flexible tanto en horas como en días de descanso es cada vez mayor, lo que empeora sus condiciones laborales. También nos tenemos que fijar en el número de accidentes y de fallecimientos en el trabajo. El Ministerio de Empleo y Seguridad Social cifra en un total de 515 los fallecimientos en el año 2015 durante la jornada laboral y un total de 114 in itinere. Cifras que han ido aumentando en los últimos años.

Por último, otro aspecto que se tiene en cuenta en la evaluación del trabajo decente es el diálogo social. Podemos ver el porcentaje de trabajadores afiliados a un sindicato, lo que se viene a llamar la densidad sindical, también podemos estudiar el porcentaje de trabajadores amparados por los convenios colectivos. Dentro de ese diálogo también se puede hablar de la participación de los trabajadores en el funcionamiento y la toma de decisiones en las empresas en las que trabajan. La salida de la crisis no sólo depende de las decisiones tomadas a nivel supranacional o nacional, depende de forma muy importante del diálogo y las decisiones que toman las empresas, los sindicatos y la sociedad civil.

Tener una idea más clara de lo que significa trabajo decente nos puede ayudar a no quedarnos deslumbrados con el número de empleos que algunos dicen que se van a crear. Ante estas declaraciones sería sensato pararnos a pensar si cumplen ciertas condiciones y si se pueden calificar de empleos decentes ya que sin empleo decente la dignidad de los trabajadores queda en entredicho. No hay que olvidar que la dignidad es un derecho fundamental de todos los ciudadanos en todas las facetas de la vida, incluida la vida laboral.

Economistas sin Fronteras no se identifica necesariamente con la opinión de la autora.

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