Mantener limpias las playas tiene un precio oculto (y lo pagamos todos)

Mantener una playa limpia parece simple, pero esconde una compleja red de trabajo y recursos públicos. En nueve municipios del Golfo de Cádiz, comprobamos que retirar la basura puede costar más de un euro por kilo. La eficiencia depende tanto del modelo de gestión como del tipo de playa y de la época del año.

Partiendo de una investigación realizada durante varios años en el Golfo de Cádiz, analizamos la productividad y los costes de la limpieza manual en 33 playas. Comparamos el trabajo de equipos públicos, privados y del entonces Ministerio de Medio Ambiente —hoy MITECO—. No solo medimos cuánta basura se retiraba, sino también el tiempo, el número de operarios, los medios utilizados y el nivel de limpieza alcanzado según el Clean Coast Index, un indicador internacional que evalúa la calidad ambiental del litoral.

El resultado fue claro: las playas más limpias no siempre son las más eficientes. Los equipos del Ministerio lograban los mejores niveles (“muy limpio”), pero con un coste medio de 1,34 euros por kilo de residuo. Las empresas privadas obtenían costes más bajos (alrededor de 0,63 €/kg), aunque con resultados “moderadamente limpios”.

También vimos que la eficiencia varía según la organización. Algunos municipios con personal público, como Chiclana o La Línea, lograron buenos resultados en verano, mientras otros mostraron margen de mejora. En promedio, un operario recogía unos 27 kilos de residuos por hora, en jornadas de 7,5 horas y equipos de cinco personas. Detrás de esa cifra hay camiones, bolsas de hasta 20 kilos y una logística precisa que requiere experiencia y planificación.

Nos sorprendió comprobar que limpiar más no siempre equivale a limpiar mejor. En meses con menos turistas, algunas playas mantuvieron niveles similares de limpieza ajustando el número de equipos a la cantidad real de residuos. En otras palabras, la planificación pesa tanto como el esfuerzo.

La limpieza del litoral no es solo una cuestión estética: es un servicio público esencial. El turismo representa cerca del 11 % del PIB español y más del 70 % de los visitantes busca sol y playa. Mantener la costa limpia es, por tanto, una inversión estratégica. La Ley de Costas obliga a los ayuntamientos a garantizar la salubridad de las zonas de baño, pero hacerlo bien requiere medios, formación y transparencia en la gestión.

En comparación con otros países, los costes españoles son razonables: en los Países Bajos, limpiar las playas cuesta entre 0,5 y 3,2 €/kg. Aun así, la clave no está solo en gastar menos, sino en gastar mejor. Planificar los recursos, formar al personal y ajustar los equipos a las características de cada playa son decisiones que marcan la diferencia.

De este estudio surgen algunas recomendaciones: capacitar a los encargados de limpieza, adaptar los recursos a la cantidad real de residuos, promover campañas para reducir la basura en origen y publicar los costes de gestión para hacer más transparente el uso de fondos públicos.

Porque una playa sucia no solo afea el paisaje: perjudica a los ecosistemas, a la economía local y al bienestar de quienes la disfrutan. Mantenerlas limpias no es un gasto, sino una política ambiental, social y económica de la que todos dependemos.