Dos mujeres...

Y una tercera, y una cuarta más, y una quinta… así hasta la mitad de la población mundial, sometida, de una manera o de otra, al dominio de la otra mitad.

Dos mujeres, una madre octogenaria, en Kiev, que ya no baja a los refugios cuando estallan las alarmas, cada muy poco tiempo, y que escribe a su hija, Sasha Denisova, refugiada en Barcelona y que, en muy pocos meses, ha sido capaz de aprender nuestro idioma y que, dramaturga en su país, también ha sido capaz de haber estrenado una obra, en España, en Barcelona:

“No sufras por mí. Lo que tenga que pasar pasará, yo ya he vivido la vida. ¡Confío en que venceremos! Y es que tú vas a vivir con calma y prosperidad. ¡Estudia lenguas, vive al máximo, realízate, conoce a gente. ¡Venceremos y sobreviviremos!”

Lección inestimable de coraje, humanidad, resistencia y amor a su hija a la que invita a no desfallecer.

Y más mujeres en cada confín del mundo, sobreviviendo, al cargo de sus familias, en barrios pobres, huyendo de sus lugares de origen, amando sus sueños que han de reprimir, junto a los suyos, o solas, a la contra, abandonadas a su infortunio, mujeres que han de justificar su resistencia día a día, minuto a minuto.

Mientras en nuestra televisión se montan realities de “supervivientes” de hojalata y papel charol, donde las mujeres se exhiben por si son capaces de seducir a la audiencia, mientras fuera del atrezo propio del programa, la realidad descarnada obliga a sobrevivir de verdad, metiendo horas, doblegados los lomos, por intentar llegar a fin de mes, vivas o muertas, en un mundo cruel, en un mundo desigual e injusto, en el que muchas mujeres reniegan de las cuotas y de la promoción por la igualdad porque ellas pudieron o supieron salir, “perfectas, hermosas”, extenuadas por justificar sus méritos…

En tanto, la “señora Tamara Falcó”, “influencer de tronío y cobro al contado, junto a su pareja, en trámites de preparar y exhibir su gran boda, inminente, rentable, ya ha presentado ”la lista de bodas en la tienda de regalos más exclusiva de Madrid“, donde el regalo más barato será un juego de toallas por 800 euros, se supone que de sedoso tacto.

En tanto el dios de cada quien se ausenta de tanta desgracia fruto de la desigualdad sostenida con tenacidad y cálculo bien medido.