Los militantes del PSOE eligieron el pasado 13 de julio a su Secretario General. Pedro Sánchez, que apenas figuraba en las quinielas hace tres meses, ha resultado ganador con un 48% de los votos. El resultado supone, además, despejar dos temidos fantasmas antes del proceso: una baja participación de la militancia (esta ascendió al 67%) y una victoria por estrecho margen (más de 12 puntos sobre Eduardo Madina). Esto permite a Pedro Sánchez iniciar su mandato en una posición interna de fuerza. Pero no es menos cierto que Pedro Sánchez hereda un partido inmerso en una en crisis. El temido suelo electoral ha bajado notablemente en las últimas elecciones, quedándose en un 23,1% y perdiendo un 40% de votos respecto a las europeas anteriores. Según la última encuesta publicada en eldiario.es, la perspectiva de voto para unas generales es similar y perdería el umbral de los cien escaños en las próximas elecciones. Es, por tanto, esencial para el PSOE que Pedro Sánchez sea capaz de afrontar los retos a los que el partido se enfrenta. Destaco tres que me parecen fundamentales.
La credibilidad del PSOE
A mi parecer, el principal problema del PSOE es uno de credibilidad. Y recuperar esta credibilidad es el reto fundamental de Pedro Sánchez. Sin ella, el PSOE no volverá a ser una alternativa real de gobierno. El gran intento del PSOE hasta ahora fue la Conferencia Política del pasado noviembre, en la que el propio Pedro Sánchez tuvo un papel relevante en su preparación y a la que se ha referido repetidamente durante la campaña. No obstante, no parece que la Conferencia Política y la recuperación de las esencias acordada allí consiguiera este reto. El barómetro del GESOP del pasado noviembre de 2013 mostraba dos cosas. Un 70% de la ciudadanía consideraba que la Conferencia Política no significaba un nuevo proyecto para el PSOE. En esta línea, solo a un 8,5% de los ciudadanos el PSOE les generaba mucha o bastante confianza en aquellas fechas, mientras que a más de un 50% no les generaba ninguna.
Para recuperar la credibilidad del PSOE, creo que Pedro Sánchez cuenta con una gran ventaja. No era conocido para el gran público hasta el inicio de esta campaña y la credibilidad se reconstruye en parte con dirigentes que los ciudadanos perciban como no conectados con el pasado. Pero además de caras nuevas y el anuncio de un proyecto político, Pedro Sánchez tiene que persuadir a la ciudadanía de que es capaz de cumplirlo. A día de hoy, una gran mayoría de los votantes tiene la percepción de que votar al PSOE no supondrá una gran diferencia respecto a unas políticas económicas del PP. Aunque persistentemente la ciudadanía reconoce en el PSOE una mayor sensibilidad social, el recelo frente a los dos grandes partidos se fundamenta, en mi opinión, en la idea de que estos no son capaces de sostener aquello que prometen porque las directrices vienen marcadas y están atados de manos. Convencer a los ciudadanos de que el PSOE podrá llevar verdaderamente a cabo su programa es el desafío. Por eso, mientras que el replanteamiento de la fecha de las primarias para noviembre no ayuda a regenerar esa credibilidad, la votación en contra de Juncker en el Parlamento Europeo fortalece la promesa de que el PSOE no hará ninguna gran coalición con el PP.
Cataluña y un proyecto para España
Una de las mayores urgencias a las que se enfrenta Pedro Sánchez es proponer un proyecto político para España y aportar soluciones al problema catalán. Ambas empresas están relacionadas. En la articulación de un proyecto político, una pieza fundamental es la organización territorial del Estado y el encaje de Cataluña en este. Aquí Pedro Sánchez se puede encontrar con un dilema que tiene que ver con su propia legitimidad dentro del partido.
Si Cataluña es uno de los retos, esta es precisamente la Comunidad Autónoma donde peores resultados ha cosechado en la consulta para la elección del Secretario General del PSOE (un 37,37%). Dentro de ella, Girona es la única provincia del conjunto del Estado donde no alcanzó el 20% de los votos (un 18%). Por el contrario, Andalucía es la Comunidad Autónoma donde, con notable diferencia, mejores resultados cosechó hace una semana (61,2% en el conjunto de la Comunidad Autónoma, llegando a superar el 70% de los votos en Sevilla). Esto refuerza la idea transmitida desde el inicio del proceso de que el centro de gravitación del PSOE está en Andalucía y que nada va a pasar sin el apoyo sin fisuras de la federación andaluza.
En segundo lugar, después de Andalucía, los mayores apoyos a Pedro Sánchez vinieron de Aragón, con un 56,46% de los votos. Comparando el voto en la consulta sobre el Secretario General y el voto al PSOE en las pasadas elecciones generales de 2011, podemos comprobar que el voto a Pedro Sánchez tiene mayor dispersión geográfica que el voto al partido. No es trivial observar de donde proceden los votos a la hora de analizar las legitimidades. Si la elección de Pedro Sánchez como Secretario General es reflejo de las preferencias de los militantes (y los barones) que le han dado su apoyo, el dilema catalán dentro del partido se acrecienta. Andalucía se ha mostrado repetidamente en contra de soluciones que generen algún tipo de asimetría con Cataluña. Asimismo, Aragón es la Comunidad Autónoma donde existe mayor apoyo a la recentralización de competencias, según datos del barómetro del CIS 2829 de 2010 (podéis ver un gráfico de Pablo Simón aquí). Con estos mimbres, tejer un proyecto que sea exitoso en Cataluña sin que dos de sus mayores pilares se resientan es un reto complicado.
El efecto Podemos y el voto joven y urbano que se escapa.
Cuando Podemos anunció hace varios meses que se presentaría a las elecciones europeas, la mayoría vaticinábamos que su batalla electoral se disputaría en el terreno a Izquierda Unida. Nos equivocamos. A fecha de hoy, Podemos también es un problema electoral para el PSOE. Pau Marí-Klose y Jorge Galindo han descrito muy bien la situación en los últimos días a partir del reciente barómetro del CIS (aquí y aquí). Más de un 16% de sus voto en las pasadas elecciones generales se fue a Podemos. A su vez, mientras el PSOE ha sido capaz de mantener el voto de clase obrera, desde 2010 cuantitativamente sus mayores puntos de fuga están en tres grupos: el votante de centro izquierda decepcionado (como mostré aquí), el votante joven y el votante con estudios superiores. Este es en gran medida el perfil de votante que está conquistando Podemos. El voto joven y de alta cualificación ya se encontraba en pugna con Izquierda Unida, pero Podemos ha sido capaz de acceder a posiciones de centro izquierda en las que IU tradicionalmente ha sido incapaz de competir.
Desde mi punto de vista, perder el voto de la gente joven es particularmente relevante. Investigaciones sociales han mostrado que el voto de los ciudadanos tienen efectos a largo plazo. Votar a un partido refuerza nuestras identidad política y electoral y es probable que nos mantengamos fiel a él durante años. De tal modo que si los jóvenes entran en la edad de votar sin considerar al PSOE como una opción, es poco probable que lo puedan hacer en el futuro.
Estos son solo algunos apuntes sobre los desafíos a los que se enfrenta Pedro Sánchez y su partido. El PSOE se juega mucho en esta nueva etapa. De la capacidad de Pedro Sánchez de afrontar estos y otros retos dependerá mucho que los socialistas vuelvan a ser una alternativa de gobierno.
