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El Gobierno, convencido de que “la relación institucional” en Catalunya se mantendrá tras el 1-O

Pedro Sánchez, en una imagen de archivo

Gonzalo Cortizo

El Gobierno está convencido de que la relación con Catalunya atraviesa una fase de estabilización. “Este 1-O es distinto en todo”, asegura uno de los principales colaboradores del presidente. Moncloa prepara una fase de normalización, que pasa por celebrar un Consejo de Ministros a Catalunya antes de Navidad. Se trabaja también en una nueva reunión entre Sánchez y Torra, sin fecha por el momento, mientras se observa con cierta distancia los enfrentamientos previos al aniversario del referéndum: “No estamos en esa pelea”,

Las celebraciones del aniversario del 1-O no preocupan especialmente al Gobierno, que tiene previsto seguir con su estrategia de ofrecer al Parlament avances en el debate sobre la propuesta de modificaciones en el Estatut: “Nosotros no somos el enemigo”, dicen en Moncloa. Sánchez no teme que el aniversario acarree una escalada de distancia en sus relaciones con los partidos que sustentan el Govern. “La gran novedad en este aniversario es que nosotros estamos en el Gobierno y queremos desinflamar el conflicto y primar la relación institucional”, aseguran fuentes del Gobierno.

Mientras las formaciones nacionalistas siguen reclamando una solución para los presos, Moncloa se mantiene firme: “No hay margen para incidir en la vía judicial”, aseguran. La postura del Gobierno no es improvisada. Ya a finales de agosto, Sánchez preveía una “inflamación verbal” en las calles pero descartaba un otoño de ruptura. Esa es la idea que se mantiene: hacer oídos sordos a los excesos de discurso “y buscar el encuentro en el día a día de las comisiones bilaterales”.

El Consejo de Ministros ya se ha puesto a trabajar para la reunión que celebrarán en Catalunya en las próximas semanas. “Estamos preparando una batería de medidas para resignificar el papel del Gobierno de España en Catalunya”, aseguran fuentes del ejecutivo. “La idea de la convivencia está venciendo a la idea de la independencia”, dice uno de los principales colaboradores del presidente, convencido de que “6 de cada 10 españoles quieren una solución dialogada”.

La relación con las formaciones independentistas es crucial para el Gobierno de Sánchez. Sin los votos de PDeCAT y ERC sus posiciones en el Congreso se desmoronan. Su equipo trabaja desde la convicción de que el bloque de apoyos que les permitió ganar la moción de censura, permanecerá unido para las principales reformas en marcha. El propio Pedro Sánchez es consciente de la necesidad de mantener el equilibrio para no tener que convocar elecciones. “Si se prioriza el conflicto”, la legislatura habrá terminado, aseguró el presidente desde Nueva York.

Los enfrentamientos en las calles de Barcelona, sucedidos en las jornadas previas al aniversario del 1-O, no preocupan especialmente en Moncloa. “Nosotros no estamos en esa pelea”, afirman fuentes del ejecutivo. La dirección socialista también observa con distancia las diferencias que se están produciendo entre las formaciones independentistas.

El Gobierno se muestra molesto con el papel desempeñado por PP y Ciudadanos, a quienes responsabilizan de “buscar la tensión”, frente a la posibilidad de acuerdo. En ese territorio de conflicto es donde el PSOE quiere encontrar su hueco: “No entrar a provocaciones e ir sumando días”, aseguran en el entorno de Sánchez. Los asesores del presidente creen que Casado y Rivera “están dejándose empujar por formaciones como Vox que ni siquiera tienen aún representación parlamentaria”.

El Gobierno, sustentado por los 84 votos del PSOE y los acuerdos adoptados durante la moción de censura, cree que puede seguir adelante, sin que Catalunya sea un problema insalvable. “El centro izquierda está unificado”, proclama un colaborador de Sánchez. “La derecha se está rompiendo”, concluye.

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