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Guía para no perderse con la sentencia del caso Nóos

La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin.

Pedro Águeda

Este viernes se conocerá la sentencia del caso Noos, más de un año después de que comenzase el juicio. La Audiencia de Baleares hará público si condena o no a la infanta Cristina, y si atiende a la petición del fiscal y envía a Iñaki Urdangarin a prisión. Esta es una guía para no perderse con la sentencia, saber quién es quién en el caso Nóos, entender sobre qué ilegalidades se pronunciará el fallo y entender por qué 18 acusados están pendientes de la decisión que tome la Audiencia Provincial.

El origen: oficio, suerte y ocho papeles extraviados

En el verano de 2010, el juez José Castro y su entonces aliado el fiscal Pedro Horrach llevaban meses investigando el millonario sobrecoste del velódromo Palma Arena, construido en la época de Jaume Matas como presidente de Baleares. Habían pedido a la fundación pública Illesport toda la documentación que guardara y ésta envió una marea de documentos.

Entre la montaña de papeles, Horrach encontró ocho folios que nada tenían que ver con el Palma Arena. En el documento, Illesport adjudicaba la organización de tres jornadas deportivas a un desconocido para el fiscal Instituto Nóos, al frente del cual aparecía un tal Diego Torres. En total, 1,2 millones por organizar tres días de jornadas deportivas. La adjudicación había sido sin concurso y denunciada en 2006 por los socialistas mallorquines quienes, por causas que se desconocen, dejaron de preguntar al Ejecutivo autonómico por el caso.

Horrach vio que el dinero iba a parar a varias sociedades, incluida Aizoon. Miró en el registro mercantil y encontró al frente de la misma a Iñaki Urdangarin. Llamó a declarar a Diego Torres y éste, ya enemistado con su antiguo socio, declaró que el duque de Palma era el encargado de tratar con las autoridades y que cobraba a través de Aizoon. Había nacido el caso Nóos. Pero en secreto. Hasta que el 7 de noviembre de 2011, el juez Castro ordenó registrar las oficinas de la ONG en Barcelona. Estallaba el mayor escándalo vinculado a la familia real española.

Los del PP que repartían dinero (que no era suyo)

El caso Nóos es la historia de cómo Iñaki Urdangarin utilizó su posición para obtener dinero de administraciones controladas por el Partido Popular. Y también, de cómo unos políticos decidieron tirar el dinero de todos para congraciarse con el yerno del rey pensando, quizás, hacerlo también con el propio jefe del Estado. “A mí me interesó colaborar con el duque de Palma porque era el duque de Palma. No todos somos iguales”, declaró Jaume Matas a Jordi Évole en una edición de Salvados.

De los 18 acusados, 11 trabajaban en administraciones autonómicas o municipales, todas ellas controladas por el Partido Popular. Urdangarin y Torres comenzaron haciendo negocio con autoridades de Baleares (Jaume Matas, Gonzalo Bernal, Juan Carlos Alías, Miguel Ángel Bonet), siguieron por Valencia (Alfonso Grau, Pepote Ballester, Luis Lobón, José Luis Aguilar, Jorge Vela y Elisa Maldonado) y alcanzaron Madrid y su frustrada candidatura olímpica (Mercedes Coghen).

El papel de cada uno y los delitos de los que se les acusa se pueden conocer en el texto que encierra cada una de las fotos del gráfico superior. Lo mismo ocurre con los que se citan en los siguientes apartados.

Los que trincaban (presuntamente)

Iñaki Urdangarin conoció a Diego Torres cuando éste le dio clases en la prestigiosa escuela de negocios ESADE de Barcelona. Nació una amistad asentada sobre una peculiar concepción de hacer dinero que les llevó a crear… ¡una ONG!

Urdangarin empezó a tocar unas puertas que se le abrían, por ser quién era, de par en par. En noviembre de 2005 organizaron el congreso de deporte y turismo en Palma por el que cobraron 1,2 millones de euros imposibles de justificar. Hacía una semanas que el asesor legal de Juan Carlos I, el conde de Fontao, había sugerido a Urdangarin que reorientara sus negocios. Fue la primera de una serie de advertencias que prueban el conocimiento que en la Casa del Rey había de las actividades del duque de Palma. Urdangarin siguió adelante. Dejó Nóos y creó una Fundación para, básicamente, seguir recibiendo dinero público. En total, 6,2 millones de euros entre Valencia y Baleares.

Parte de ese dinero de la corrupción fue a parar a Aizoon, una sociedad que Urdangarin compartía al 50% con la infanta. Con ella facturaba como Impuesto de Sociedades ingresos que debían ser gravados como IRPF. Cristina de Borbón también ahorraba en impuestos, al tiempo que gastaba con la tarjeta de la empresa. Ante el juez aseguró que desconocía el origen y la declaración irregular de los ingresos en una declaración que se prolongó seis horas y que estuvo plagada de expresiones como “no lo sé”, “no lo recuerdo” y “no me consta”.

Los que cuidaban el 'chiringuito'

La trama liderada por Torres y Urdangarin contaba con un entramado de empresas y sociedades pantalla que permitía esconder el dinero de la corrupción y hacer perder su rastro. Para el diseño y mantenimiento del entramado Nóos fue clave la familia Tejeiro, comenzando por Ana María, la mujer de Diego Torres, quien ejercía como responsable del personal de empresas. Su hermano Miguel se sentará en el banquillo como secretario del grupo Nóos. Y hay un tercer Tejeiro, Marco Antonio, contable del Insituto Nóos, pero que merece estar en el siguiente apartado. Como suele ocurrir en estos casos, también está acusado un asesor fiscal, Salvador Trintxet.

El fiscal Horrach, de héroe a villano

El caso Nóos ha unido para siempre los nombres de José Castro y Pedro Horrach. Y en la biografía compartida, un acontecimiento: el divorcio profesional. Juez y fiscal Anticorrupción lideraban un equipo de funcionarios implacables contra la corrupción en las islas, azote de los gobiernos de Juame Matas. Y en ese clima trabajaron durante buena parte del caso Nóos. Hasta que se cruzó en su relación la infanta.

Horrach descubrió el caso Nóos perdido en ocho folios de una montaña de documentos y lo impulsó junto a Castro. Pero nunca apreció delito en la conducta de la hermana del rey. Él defiende que se trata de un criterio absolutamente profesional y se indigna con las acusaciones de dirigismo. Sin salir de los escritos de la Fiscalía, el desencuentro profesional ha incluidogruesas acusaciones al juez por su empecinamiento en llevar al banquillo a Cristina de Borbón, a los que Castro terminó respondiendo. Quienes han presenciado interrogatorios de Horrach saben que los acusados tienen mucho de lo que preocuparse.

Los correos que sacudieron palacio

Diego Torres aportó una serie de correos en siete tandas. A través de ellos se supo que Urdangarin consultaba todos sus movimientos al secretario de las infantas, Carlos García Revenga, lo que motivó la imputación de éste durante una temporada. En el juicio compareció como testigo, al igual que el conde de Fontao, quien participó en la creación de una fundación con la que Urdangarin dio continuidad a sus negocios. También esto se conoció por los correos.

Pero los mensajes alcanzaron más alto. Dieron a conocer a la opinión pública a Corinna Sayn-Wittgenstein -a estas alturas reconocida como antigua amante de don Juan Carlos por varios medios de comunicación- en plena polémica por el viaje del rey a Botsuana estando convaleciente. “Su majestad me comenta”, “pongo en copia a tu suegro”… fueron algunas de las referencias de los mensajes que desmotrarían que, a través de la princesa, el rey mediaba a favor de los intereses de Urdangarin e, incluso, que tenía conocimiento de lo que hacía.

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