Alfonso Alonso, de las quinielas para suceder a Rajoy a candidato de la quinta fuerza del País Vasco
Alfonso Alonso será el candidato del PP a las elecciones vascas del próximo 25 de septiembre, en las que aspirará al cargo de lehendakari, aunque su partido está lejos de pelear por ganar los comicios. El hasta ahora ministro de Sanidad vuelve al País Vasco, territorio que abandonó en 2008, después de haber sonado incluso para suceder a Mariano Rajoy.
En las pasadas elecciones generales, el PP quedó último en el País Vasco entre los partidos con representación parlamentaria, con apenas un 12% de los votos y sólo dos diputados de los 18 que se repartían en la comunidad autónoma. Los resultados no fueron mucho mejores que los cosechados en los comicios de diciembre, a pesar de la mejora que experimentó el PP a nivel general.
En las autonómicas de hace cuatro años, el PP se alzó con 10 diputados y casi un 12% de los votos, que le situaron en cuatro lugar solo por delante de UPyD. Los sondeos pronostican que la irrupción de Podemos relegará a los populares vascos al quinto puesto, un descenso que irá acompañado de una caída en escaños y votos provocada también por la presencia de Ciudadanos.
Alonso peleará por mejorar esos resultados en un territorio que dejó hace ocho años para saltar a la política nacional. Comenzó su carrera política en Vitoria, primero como portavoz del PP en el Consistorio en 1996 y tres años después como alcalde de la ciudad.
Su gestión como primer edil dejó numerosas polémicas y hasta una condena. El pasado mes de mayo, el Tribunal de Cuentas le condenó a él y al que por entonces era su concejal de Hacienda, Javier Maroto, que luego fue alcalde de la ciudad y ahora heredará su escaño en el Congreso. El tribunal entendió que habían acordado de manera irregular el alquiler de un local de un empresario vitoriano para el Ayuntamiento y les sentenció a pagar casi 400.000 euros por “los perjuicios ocasionados a los fondos públicos”.
Alonso perdió la alcaldía de Vitoria en 2007 y un año después encontró un sitio en las listas del PP a las elecciones generales. Entró a formar parte de la dirección del partido en el Congreso bajo el paraguas de la entonces portavoz, Soraya Sáenz de Santamaría. Durante ese tiempo estrechó su relación con la actual vicepresidenta del Gobierno. Siempre se le ha considerado como uno de sus colaboradores más cercanos dentro del Consejo de Ministros.
Azote de la oposición
Tres años después de su llegada al Congreso fue nombrado portavoz parlamentario, cuando el PP ganó las elecciones de 2011. Asumió entonces el papel de enfrentarse a una oposición ignorada por la mayoría absoluta de los populares. Intervenía en cada debate legislativo en último lugar, tras los reproches y críticas del resto de partidos, para justificar iniciativas como la Lomce, la ley Mordaza o la Reforma Laboral.
Desde su asiento en la Cámara Baja, sentado justo detrás del presidente del Gobierno, Alonso hizo a la vez de muro de contención y de ariete frente a una oposición que veía pasar un decreto tras otro sin capacidad de respuesta. Su labor fue reconocida por la Asociación de Periodistas Parlamentarios en 2012 con el premio 'Azote de la oposición', y por Mariano Rajoy en 2014, cuando le nombró ministro de Sanidad en sustitución de Ana Mato.
Con un asiento en el Consejo de Ministros, Alonso cambió el tono de la pugna parlamentaria a uno más institucional. En pocos meses empezó a ganar peso dentro del gabinete y del propio PP, que tras el batacazo de las elecciones municipales de mayo de 2015 diseñó una remodelación interna para afrontar las elecciones generales de diciembre. Alonso comenzó a sonar en todas las quinielas.
Las referencias en los artículos periodísticos cada vez eran mayores. Le situaban como una de las figuras emergentes en las que se apoyaría Rajoy para volver a conectar con los votantes que perdieron en los comicios. Constantemente preguntado por ello, Alonso respondía con evasivas: “Mañana, mañana”, respondió horas antes de que se anunciase la remodelación del PP. Al día siguiente, Rajoy anunció unos cambios que aupaban como nuevos vicesecretarios a Pablo Casado o Andrea Levy, pero que no afectaron al ministro de Sanidad.
Sólo uno meses después de quedarse a las puertas de un nuevo ascenso nacional, Alfonso Alonso volvía a vincular su carrera política al País Vasco. El PP vasco entró en crisis con la repentina dimisión de su líder, Arantza Quiroga, tras la polémica sobre una ponencia sobre terrorismo que la llevó a abandonar su carrera política. Rajoy confió de nuevo en Alonso, esta vez para coger las riendas del partido en el País Vasco.
La decisión del líder del PP le apartaba así de la carrera política nacional y le situaba como el principal candidato a ser el cabeza de lista del PP en las elecciones vascas. Sin embargo, el nombre de Alonso se situó junto a los de Alberto Núñez Feijóo, Ana Pastor o Cristina Cifuentes como los aspirantes a ocupar el trono de Rajoy en caso de que el presidente en funciones abandonase para garantizar la permanencia de su partido al frente del Gobierno.
La resistencia de Rajoy -impulsado por los resultados de la repetición electoral- se ha encargado de quitar fuerza a esa lista de sucesores, y la candidatura de Alfonso Alonso a lehendakari le descarta definitivamente de una hipotética lucha por sustituirle.
Así, en menos de dos años, Alfonso Alonso ha pasado de figura emergente dentro del PP y del Gobierno, escalando puestos a más velocidad que muchos de sus compañeros de escaños, a encabezar una candidatura que peleará por no hundirse aún más en la irrelevancia de la política vasca.