La tesis de Sánchez, “las cloacas” de la ministra, “el efecto llamada del Aquarius”: el PP toma el control del debate político
Una semana entera dedicada a un supuesto plagio en la tesis del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que finalmente quedó en nada. La siguiente, sobre fragmentos de una conversación entre chupitos mantenida hace nueve años por la ministra de Justicia, Dolores Delgado, con el controvertido comisario Villarejo en la que también estaba el exjuez Baltasar Garzón junto a la cúpula de la policía. Entremedias, denuncias sobre hipotéticas purgas en la nueva Televisión Española que dirige Rosa María Mateo.
El Partido Popular ha conseguido durante el último mes establecer el marco del debate político con polémicas -propiciadas algunas de ellas por la publicación de noticias que se han revelado falsas- que han monopolizado los espacios informativos en prensa, radio y televisión. Todo, mientras sus dirigentes minimizan los escándalos en sus filas y las clamorosas contradicciones en el discurso de Pablo Casado y los principales líderes del PP.
Un primer ejemplo: el mismo jueves en que la Audiencia Nacional ordenaba reabrir el caso Gürtel en su rama valenciana para encausar por corrupción al expresidente Francisco Camps, los portavoces del PP estaban reclamando el regreso urgente del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de su viaje oficial en Estados Unidos para dar explicaciones sobre la decisión del ministro Pedro Duque de inscribir un chalé en 2005 a nombre de una sociedad limitada que, por lo que se sabe hasta ahora, no le ha reportado ningún ahorro de impuestos.
El mismo Casado que había dicho unas horas antes a su militancia en Valencia que debían sentirse orgullosos del “legado ejemplar” del PP en la Comunidad -repleta de casos de corrupción que han dejado ya un regreso de condenas y dimisiones- obvió la reapertura de Gürtel y dedicó todos sus esfuerzos a exigir la comparecencia de Duque y responsabilidades a Sánchez por haberlo nombrado. El PP llega a la conclusión de que el ministro de Educación cometió entonces un fraude fiscal del que nadie todavía ha dado pistas. Duque se ha comprometido a arreglar cualquier fallo que pudiera haber en su expediente.
Septiembre negro para el PSOE
En medio del ruido, el PSOE, entretanto, cierra un septiembre negro en el que ha vivido a rebufo de los titulares de prensa, algunos de la página Moncloa.com, el medió recién creado que publicó la famosa conversación con Dolores Delgado hace nueve años cuando era fiscal de la Audiencia Nacional.
Antes de eso, no le había funcionado al Gobierno su intento de girar el debate con un vago anuncio sobre la supresión de los aforamientos en un momento en que el Tribunal Supremo todavía tenía que decidir sobre la imputación de Casado por el máster que obtuvo en la controvertida Universidad Rey Juan Carlos sin ir a clase, sin que exista rastro de sus trabajos y tratando solo con el director del instituto, Enrique Álvarez Conde, que sigue imputado por haberle regalado un título similar a la expresidenta de Madrid, Cristina Cifuentes.
Incluso acuerdos con la transcendencia del alcanzado esta semana en el Pacto de Toledo, fruto de la negociación entre partidos, para que los pensionistas recuperen poder adquisitivo, uno de los asuntos más sensibles en la opinión pública, apenas han ocupado espacio en los medios frente al carrusel de supuestos escándalos.
El mismo viernes en que el Supremo descartó investigar a Casado en un auto que sin embargo certificaba que hubo “trato de favor” al dirigente popular desde la universidad, el departamento de comunicación del PP difundía una nota en la que llamaba a disculparse a quienes pusieron en duda el título de su líder.
La propaganda del PP puso entonces el foco sobre el archivo de la investigación a su presidente, pasó por alto los párrafos que apuntan al trato de favor a su líder, y siguió al ataque contra el ministro de Ciencia y el presidente del Gobierno.
La oposición que ha estrenado Casado en la época post-Rajoy lo ha llevado por ejemplo a exigir insistentemente la entrega de la tesis de Sánchez mientras él mismo se negaba a facilitar los cuatro trabajos que le sirvieron para aprobar las únicas asignaturas del máster que no le habían convalidado. Una vez que Sánchez hizo público su texto los populares siguieron martilleando, forzaron una comparecencia monográfica del presidente en el Senado -aún sin fecha- e incluso su líder, quien obtuvo el máster sin ir a clase y con el mismo profesor que facilitó el de la dimitida ministra Montón, se permitió recordarle en un mitin a la dirigente valenciana que “no todos los políticos son iguales”.
Una estrategia similar ha desplegado el PP con las viejas grabaciones del excomisario José Manuel Villarejo a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, que esta semana se han publicado por entregas. El PP considera un escándalo esa comida del año 2009 -de la que se han destacado detalles como que entonces llamó “maricón” al juez Fernando Grande Marlaska, hoy compañero de gabinete y otros chascarrillos sin relevancia penal-, y ha reclamado la dimisión de la ministra, que entonces era fiscal de la Audiencia Nacional y se sentaba a la mesa en una comida privada con la que era la cúpula policial del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
El mismo PP que contó con Villarejo dentro de una estructura policial dedicada a maniobrar contra el independentismo y Podemos llegó a reprochar a Delgado a través de su diputado Rafael Hernando “ser rehén de sus amistades peligrosas con las cloacas”. La frase se recoge así en el diario de sesiones Congreso.
La otra cámara, el Senado -donde el PP sí tiene mayoría y que Casado ha decidido resucitar para utilizarla de altavoz contra el Gobierno- sirvió para, en medio de la tormenta de los audios, reprobar a la ministra Delgado. La razón oficial fue su intento de no pagar la minuta de los abogados del magistrado del Supremo, Pablo Llarena, en el pleito en el que se defiende de una querella del expresidente catalán, Carles Puigdemont. Durante el debate, los reproches a la titular de Justicia, también por el asunto de las grabaciones, los lanzó el portavoz del PP en la Cámara Alta, Ignacio Cosidó, precisamente el director de la policía en el Gobierno de Rajoy durante el tiempo en que las cloacas fabricaron informes para atacar a los rivales políticos del PP: desde Podemos a los partidos independentistas.
Los populares, que cambiaron la ley para poder nombrar a su antojo al presidente de Televisión Española y que han convertido el canal que recibía premios internacionales por su pluralidad y servicio público, en un órgano de propaganda del PP, denuncian ahora una supuesta purga de la mano de la periodista Rosa María Mateo, que esta semana en el Congreso, se mostró indignada ante las acusaciones de los populares y negó plegarse los intereses de ningún partido político.
Pablo Simón, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, explica que el actual momento político que vive el país no tiene nada de improvisado. Según su visión, el Partido Popular -y también Ciudadanos en menor medida- han convertido la moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy de la Moncloa en “un boomerang”. Este analista destaca que los populares han planteado que el PSOE les echó del poder porque eran “indignos y corruptos” para exigir a los socialistas responsabilidades e incidir en sus incoherencias cada vez que perciben cualquier indicio de actuación fraudulenta. Todo esto es posible, sostiene Simón porque: “Se sabe que algo que los electores toleran mal es que tú seas incoherente, por lo tanto el tema de Montón realmente socava más al PSOE”.
Las llamadas a la jueza del máster, “una distracción”
El PP ha logrado hasta el momento sobreponerse a esas flagrantes incoherencias: ha acusado al PSOE de interferir en la justicia con sus declaraciones públicas acerca de la situación de los presos independentistas mientras despachaba como una “distracción” la llamada -desvelada por eldiario.es- de la número 2 de Justicia en el Gobierno de Mariano Rajoy a la jueza del caso Máster para saber si iba a pedir la imputación de Casado. La portavoz parlamentaria, Dolors Monserrat, lo tachó de “una distracción más” e incidió en que lo grave eran las informaciones sobre la tesis de Sánchez, de la que a esa hora no había dudas, más allá de que cualquier pudiera evaluar la calidad de la misma.
Sandra León, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de York (Reino Unido), define la acción del PP como “estrategia de la crispación” similar a la que los conservadores ya desplegaron entre 1993 y 1996, tras la inesperada victoria de Felipe González; y entre 2004 y 2008, cuando los socialistas volvieron a la Moncloa tras las dos legislaturas en las que José María Aznar estuvo al frente del Ejecutivo.
León explica que esa baza, que a su juicio tiene unos “efectos nocivos” para el debate parlamentario, se basa en una continua “descalificación” del adversario para tratar de justificar una supuesta “falta de legitimidad” del presidente del Gobierno, salido de la moción de censura.
“Si no das explicaciones convincentes...”
Simón pone el acento además en que el PSOE y el propio Gobierno también tienen responsabilidad en que el PP esté logrando llevar la discusión pública al terreno que le interesa, aunque en ocasiones discurra por una realidad paralela. El politólogo apunta a una falta de control del nuevo Gobierno sobre “los resortes de la comunicación”. “Lo estamos viendo en el caso de la ministra de Justicia. Si no das explicaciones convincentes desde el primer momento y logras que el foco se ponga sobre el chantajista, el foco se pone sobre ti”, destaca Simón, quien recuerda que en caso de las grabaciones a Corinna que esta vez sí apuntaban a graves delitos relacionados con la Hacienda pública sobre los negocios del rey emérito el foco, salvo excepciones, se puso sobre Villarejo y su chantaje al Estado.
Es la estrategia que ahora intentan abrazar el Gobierno y el PSOE, pero después de que Delgado rectificase sus primeras declaraciones en las que dijo que nunca había visto al excomisario. Esa rectificación ha servido al PP para incidir en que la ministra ha mentido, un motivo más de dimisión para este partido.
“La reacción del PP no es solo una cuestión de comunicación -explica Simón-, sino que ellos saben que pueden aguantar mejor porque simplemente tienen un electorado que le da menos importancia a temas como la corrupción y el fraude”. Castigan menos al partidos en términos electorales cuando surgen este tipo de informaciones sobre sus dirigentes.
Sobre la capacidad que tiene el PP para situar el debate en temas que, en principio, le son favorables, León sostiene que lo hace moviendo la agenda hacia temas “no ideológicos”, dado que el PSOE es el partido que está más cerca del votante medio del país según apuntan los estudios demoscópicos. “De ahí que busquen centrar el marco en cuestiones como el terrorismo o el problema territorial”, explica.
Simón se expresa en la misma línea. “Si tus élites políticas no le dan importancia a estos temas, a ti como elector puede que tampoco te interese. Te preocupa más la unidad de España que que haya una llamada por el máster del entorno de Casado a la jueza. Te da igual, porque el numero de temas por los que puedes preocuparte a lo largo del día es limitado”.
Hasta ahora, las veces que el PSOE ha intentado tener la iniciativa y marcar la agenda ha fracasado. “Por ejemplo, los aforamientos son la liebre detrás de la que menos galgos han salido a correr”, recuerda Simón. Hasta las victorias que el Gobierno se ha apuntado en su casillero, como la acogida de los migrantes del Aquarius, han acabado por volverse en su contra.
El PP inició desde aquella decisión un ataque contra la “errática política migratoria” del Gobierno, que luego rechazó otro barco de migrantes, y convirtió la primera decisión en un supuesto “efecto llamada” que los datos desmienten. Sin embargo, el CIS muestra que ese discurso ha calado: el porcentaje de entrevistados por el CIS que identificó la inmigración como uno de los tres principales problemas de España se ha elevado hasta el 15,6%, cuando en junio era del 3,5%.
El mismo PP que hace unos meses diseñaba estrategias de seguridad nacional contra las fake news desde el Ministerio de Defensa de María Dolores de Cospedal, principal apoyo interno de Casado, ha usado todo tipo de falsedades para atacar al Gobierno y a sus socios. Y eso no impide que “tanto PP como Ciudadanos” estén “robando el momentum al Gobierno”, concluye Simón, quien advierte que, “el propio Gobierno es consciente de ello”.